Revista Panorama

CONCEPCION CHILE N. 391 

MIERCOLES 8 DE NOVIEMBRE DE 2000

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Editorial

Miguel Márquez Díaz
La Universidad instaló en mí el espíritu crítico

Sus dieciseis años fuera de Chile le brindaron posibilidades de perfeccionamiento profesional y el secreto de la eterna juventud. La estampa de Miguel Márquez Díaz (casado, dos hijos) contradice el paso de los años y su condición de serio investigador y académico del programa de Investigaciones en Energía de la facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile. Ingeniero comercial y sociólogo llegó desde Osorno a integrarse como alumno a nuestro plantel. Se iniciaba la década de los setenta.

-¿Cómo fue la experiencia de estudiar dos carreras?

- Durante mi estada en la Universidad, período por lo demás fantástico, tanto en lo político como en lo académico, opté por una segunda carrera luego de la primera que fue Economía. Me interesó la Sociología como una prolongación adecuada, que ampliaba la perspectiva de los problemas a los cuales me enfrentaba la economía.

-¿Cómo logra su alta especialización?

-Me recibí en 1976 y partí a Europa donde hice un postítulo en Evaluación de Proyectos y Desarrollo Industrial en la Universidad de La Sorbona, París 1; luego me especialicé en la Universidad de París 10, Nanterre; y actualmente realizo mi tesis de Doctorado en el Institute d’ Economie Politique de l’Energie Iepe de la Universidad "Pierre Mende France" de Grenoble, Francia.

También hice estudios sobre medio ambiente y energía en la Universidad de Ginebra donde viví parte importante de mi estada fuera de Chile. En 1989 regresé a Chile conociendo bastante del tema que hoy es de gran actualidad e importancia en el marco de los programas relacionados con el medio ambiente y el desarrollo sustentable.

-¿Quiénes fueron sus compañeros y profesores de aquel tiempo?

-Mario Ricardi, quien es un importante académico en Venezuela donde vive; Ana María Silva y Cristina Domínguez, dos profesionales de la seremi regional de Agricultura; Cucho Quevedo, Dignaldo Araneda, quien está desaparecido; Rosita Aguilera, académica de la Universidad; mientras que entre mis profesores estuvieron José Valenzuela, Gregorio Ponce, René Quilodrán, entre otros.

-Conoce varias universidades ¿puede comparar con aquélla que fue la primera?

-La U de Concepción instaló en mí un espíritu crítico que iba más allá de las cifras, de las estadísticas y se dirigía hacia los problemas sociales y humanos que resultaban de los procesos económicos. Es cierto que eso respondía a una época y a un contexto determinado, una tendencia a humanizar la economía, que curiosamente es una fórmula que hoy se esgrime de nuevo en muchas partes del mundo. Sin duda, ella tiene un mérito fundamental en lo que fue mi especialización y mi desarrollo porque ya entonces me empecé inquietar además por un tema que estaba absolutamente perdido o no existía en ninguna agenda, el del medio ambiente. Tengo la impresión que el vivir y actuar en el Barrio Universitario, tan verde, tan repleto de flora autóctona, con prados y jardínes fue sensibilizando a muchos de nosotros, sobre esto que la naturaleza es de todos, sin ser de nadie, y que por tanto es necesario cuidarla.

-¿Tiene contactos con la Universidad?

- Institucionales pocos, aún cuando con Rosita Aguilera tenemos intercambio dado que ella trabaja en el tema del calentamiento global y del efecto invernadero y yo estuve en el equipo de hizo el inventario de gases efecto invernadero para Chile. A nivel personal, mis compañeros de entonces son aún mis amigos y con ellos me reúno una vez al año, en Concepción o en Santiago, en jornadas magníficas de mucho afecto.

-¿Cómo se involucra la ciudadanía en el cuidado del medio ambiente y en el desarrollo sustentable?

-Ese es un tema fundamental de abordar, traducir el conocimiento científico y tecnológico a la gente para que la participación ciudadana sea informada de manera tal que pueda evaluar y enjuiciar políticas públicas, a las empresas que están en sus lugares de residencia, proponer soluciones y contribuir a concretizarlas. Hay ejemplos muy buenos de acercamientos entre una empresa que pudiera contaminar con la población que le rodea, como en conjunto se pueden buscar soluciones, por cierto que con el apoyo del Estado. Creo que las universidades tienen que contribuir grandemente a este proceso e incluir la temática en sus programas. En definitiva se trata que la problemática va más allá de la sola preocupación por la descontaminación de determinado lugar, sino que es más amplia y se liga con la calidad de vida de todos, con la perspectiva de un vivir bien. Como investigador me preocupo de la divulgación, escribo semanalmente una columna en un diario económico y respondo las consultas que los medios de comunicación formulan sobre el tema.

-Vivió en Suiza, un país con un alto nivel de desarrollo ¿cómo han enfrentado el tema que estudia?

- En base a algunos elementos fundamentales, por ejemplo, que el mercado como regulador es insuficiente y la energía puede ser equívoca en el manejo de los recursos. Suiza es líder en la promoción de reglas y normas, en el fomento de medidas que permitan conciliar precios, tasas de interés, rentabilidad, con el manejo de los recursos y el ecosistema. Esa es en general la base del avance de los países europeos en el tema medioambiental.

-¿Avanza nuestro país en el ámbito de la investigación científica y tecnológica?

-No demasido, hay que reconocerlo. Se avanza en la medida de lo posible. En el programa del Medio Ambiente de la Facultad hemos realizado estudios interesantes en el tema de la crisis eléctrica donde tuvimos una opinión importante; personalmente tengo estudios en Naciones Unidas sobre el mecanismo del Fondo de Estabilización de precios del Petróleo, Fep, que son algunos de los cuales me preocupo como fuente energiática.

Mónica Silva Andrade