Revista Panorama

CONCEPCION CHILE N. 383 

MIERCOLES 29 DE AGOSTO DE 2000

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Editorial
Marta Poblete Puga
Lo adquirido en la U
es mi riqueza personal

Marta Sofía Poblete Puga (casada, dos hijos) no imaginó que aquellos profesores franceses de Geografía que hablaban y dictaban clases en su idioma, mientras ella estudiaba Pedagogía en Historia y Geografía en nuestra Universidad, eran un anticipo de lo que sería su vida, a partir de 1978, cuando se instaló a vivir en Lyon, la segunda ciudad de Francia, que es hoy su residencia definitiva.

¿Cómo fue su estada en la Universidad?

-Fue una etapa super interesante en mi vida. Llegué a la Universidad de la manera más natural, simplemente porque mi familia vivía en Concepción. Estudié desde 1965 a 1969. De lo que no estaba demasiado segura era de mi firme vocación por la pedagogía. Si bien habían aspectos prácticos que me atraían como el nivel intelectual que uno debía desarrollar para hacer clases y que los profesores disfrutan de dos meses de vacaciones, estaba el aspecto económico que a mi me inquietó tempranamente ¿cómo viviré? me preguntaba ganando tan poco. Confieso que cuando ejercí siempre estuve descontenta y eso influye en el trabajo.

Usted se recicló laboralmente en Francia

-Absolutamente. Yo partí junto a mi marido y mis dos hijos muy pequeños por razones políticas. Cuando ya estábamos en Lyon que tuve un aterrizaje duro con la realidad. Tenía que aprender un idioma, organizar nuestra nueva vida, entender que para ejercer la pedagogía el instrumento de trabajo es la lengua que yo no dominaba. Si bien fuimos muy bien recibidos con mucho apoyo para nuestra inserción laboral, yo hice clases de español en colegios privados franceses y luego estudié contabilidad lo que no me entusiasmó en lo más mínimo. Mi marido, en tanto, quien también era profesor y a quien conocí mientras estudiábamos, se recicló hacia la informática. Le ha ido muy bien, habla cinco idiomas y es constantemente requerido de diferentes países de Europa para apoyar empresas e instituciones en esta área.

¿Cómo se convirtió en enfermera?

-Pienso que quizás era una vocación dormida y que despertó en Francia, merced a la necesidad. Trabajé en una clínica para personas de la tercera edad y descubrí allí un mundo laboral y de interacción con los viejos muy hermoso. Luego me interesé en hacer una formación como enfermera y saqué mi diploma. Empecé a trabajar en el Hospital Militar de Lyon y ahí estoy hace 14 años. Me ha ido bien, tengo un horario con turnos de día, y me he especializado en reumatología porque es la unidad donde me desempeño. He tenido posibilidades de perfeccionamiento y gran estabilidad laboral.

El hospital es público, pese a su denominación de militar, con grandes e importantes instalaciones y tecnología moderna, donde la atención es oportuna y adecuada y donde los usuarios no pagan ni un franco. Es salud pública del mejor nivel.

¿Ha vivido la mitad de su vida fuera, cuando retrocede a su etapa de estudiante, qué reflexión hace respecto a la Universidad donde se formó?

-Que lo que la Universidad te dio es un patrimonio cultural e intelectual que es tuyo y del cual no te deshaces, que nunca pierdes. Es su riqueza personal, la que no te pueden arrebatar, aunque quieran, aunque lo intenten.

¿Quiénes fueron sus compañeras. A quiénes recuerdas?

-María Mardones, profesora de la Universidad precisamente, una querida amiga a la que trato de ver siempre que vengo; a Doris Schulmayer, quien vive en Alemania; a Mirta Meza, quien también fue mi compañera en el Liceo. Y entre mis profesores estuvieron aquellos que han sido emblemáticos en el departamento de Historia, el profesor Augusto Vivaldi, Jorge Mendoza, Angélica Schubling; el profesor Palma; el profesor Sáez.

Lyon, entre otras cosas, aparte de ser una hermosa ciudad es el centro de la gastronomía francesa ¿tras esta larga residencia puede aportarnos con alguna receta de la comida lionesa?

-No soy muy buena para la cocina, pero sí puedo hacer el aporte más sencillo de todos, las papas a la lionesa. Son papas semicocidas cortadas en medallones puestas en una fuente, recubiertas con salsa blanca y queso , gratinadas al horno, convenientemente aliñadas. Diría que es la versión francesa, con ligeras variaciones, de la tortilla española.

¿Hay algo que añore de Chile?

-Desde la distancia uno tiende a idealizar su país, especialmente los recuerdos de la infancia y juventud. Cuando vengo hay cosas que me desagradan profundamente de Chile, sin embargo, pese a eso siento que esto es mío. Pero cuando vuelvo a Francia me siento bien, contenta, aprovecho las oportunidades que se me dan en todos los ámbitos especialmente de la cultura, de practicar en terreno el tema de la tolerancia, pese al racismo imperante que no es menor. Pero en definitiva es el aire, la atmósfera de Concepción, su cielo, esa humedad helada tan propia de nuestra ciudad lo que más añoro.

 

Mónica Silva Andrade