"Yo me crié en Iquique y me malcrié en Concepción" recuerda, con
humor y nostalgia, el abogado Hugo Gutiérrez Gálvez (38, casado, tres hijos) quien se ha
distinguido en el área de los derechos humanos. Con la notoriedad de los casos que tiene
a su cargo es figura permanente de los medios de comunicación, donde aparece siempre muy
serio. Con especial buena voluntad adecuó su agenda repleta para recibirnos.
Proveniente de la ciudad nortina, llegó a Concepción a estudiar Derecho porque supo
de la existencia de la Beca "Enrique Molina Garmendia" y le interesaba
obtenerla. Se iniciaba la década del 80 y un período bastante álgido en lo político
del cual no se sustrajo y, por el contrario, se sumó. "El alto interés en la cosa
política debilitó algo mi buen desempeño académico" rememora.
¿Le gustó la Universidad, se hizo de amigos?
-Me gustó y especialmente aquella cosa transdiciplinaria que ofrece la Universidad. Es
decir, no solamente te contactas con tus compañeros de facultad, sino con los de otras,
como en mi caso con Pablo Videla y Pablo Sanhueza que estudiaban Ingeniería. Tuve una
buena amistad con Juan José Scholber. Entre mis compañeras de leyes recuerdo
especialmente, a Paulina Veloso, Alejandra Barra, Sandra Sepúlveda y Soledad Melo, con
quien me volví a encontrar hace muy poco. Ella como relatora de plenos de la Corte de
Apelaciones de Santiago y yo como querellante en el caso del desafuero. En cuanto a la
formación académica me permitió desempeñarme adecuadamente en el ámbito profesional.
Recuerdo al profesor Peña y Lillo, que siempre argumentaba en sus clases que todo era
discutible, instándonos a argumentar y a debatir.
Usted se especializó por las circunstancias en Derechos Humanos ¿deberían
enseñarse en la Universidad?
-Por cierto que sí. Cuando yo estudiaba no se enseñaba, ahora es distinto porque
muchas universidades lo tienen como cátedra. La doctrina de los Derechos Humanos debe ser
transversal, en todos los campos, no sólo en las casas de estudios. El derecho no se
acaba ni se agota en las universidades, sino que en una amplia gama de organizaciones que
defienden y protegen los derechos esenciales. Las buenas causas en esta materia además no
sólo tienen acogida hoy dentro de los límites territoriales de una nación, sino que las
traspasan en aras de los acuerdos internacionales. Por eso es positivo que a los
estudiantes de leyes de hoy se les entregue ese instrumental jurídico amplio que tampoco
se acaba en los códigos nacionales. En el ámbito de los derechos humanos la tendencia es
hacia la justicia universal
¿Qué costos personales ha tenido el ejercer en este campo, incluso trascendiendo
el período militar?
-Hasta hoy tengo un punto fijo en mi casa. Ha sido un costo de tensiones y porque hay
diferencias notables; en el gobierno militar la lucha era unitaria, sin diferencias, se
sabía quién era el adversario. Hoy esa línea está difusa. Ahora hay gente que hace
olas, hay un relativismo, en aras de la gobernabilidad y de la ética de la
responsabilidad, como decía Max Weber. No vivimos en un país plenamente democrático y
es imposible subordinar a las Fuerzas Armadas, aunque tampoco se puede negar que ha habido
avances y, hay más militares que han sido juzgados, porque es claro que quienes los
violaron deben ser castigados.
¿Qué siente al ver un Pinochet triste, solitario y final?
-Me han hecho muchas veces esa pregunta. No siento nada, pero sí pienso que deben
respetarse los derechos esenciales al debido proceso a que está siendo sometido.
Los derechos humanos, en definitiva, no debieran ser como en Europa una cosa de
todos y para todos, cualquiera sea el color político
-Por cierto, para allá debemos transitar, pero para eso se necesita ¿sabes qué?,
más luchadores, más abogados interesados, más estudiantes, de esa manera se generan los
grandes movimientos ciudadanos en torno a una situación violatoria de los mismos.
¿Ha vuelto a la Universidad donde estudió?
-Muy poco, desde 1988, que terminé la carrera y vine a trabajar a Santiago, he vuelto
dos veces. Me encantaría ser invitado y decirle a los alumnos de leyes que se necesitan
más abogados especializados, que se unan a nuestro trabajo. Hacen falta.