"Siempre, desde la enseñanza media, me propuse la meta de entrar a
esta Universidad y eso que soy serenense; hice unos avances estudiando ingeniería cuando
conocí la carrera de farmacia. Me di cuenta que se amoldaba justo a mis capacidades y
habilidades y a cómo podría desempeñarme en el futuro, así es que entré el 84 y salí
el 90". Afortunadamente, pudo volver a su tierra natal, La Serena, y encontrar
trabajo de inmediato en esta ciudad, prioritaria por los lazos familiares. Hoy trabaja muy
a gusto y satisfecho ya que se ha podido realizar plenamente como persona y como
profesional en el competitivo mundo laboral.
"La principal diferencia con los colegas de otras universidades es la calidad de
la formación, mucho más actualizada de acuerdo a nuestra realidad profesional que se
plasmó en una visión futurista de algunos académicos de la facultad que hicieron un
cambio en el plan de estudios por los años 80, esto permitió adecuar nuestra formación
y adelantarnos al resto, eso sin duda se ve reflejado en el hecho que mis colegas son más
apetecidos en el mercado... si está la posibilidad de contratar y se presentan
currículos de otras universidades, el hecho de ser de la U. de Concepción ya marca una
diferencia a la hora de elegir, yo lo viví y lo experimenté incluso siendo alumno en
práctica".
Madacceno está convencido que la U. aporta del 40 al 50 por ciento de la formación de
los futuros profesionales, el resto se va adquiriendo en el terreno laboral, junto a una
permanente actualización de los conocimientos.
"Estoy bastante satisfecho con mi carrera, siempre donde voy hago notar que
estudié en la U. de Concepción; para mí el hecho de ser profesional va acompañado con
haber estudiado ahí, eso marca la diferencia con otros profesionales. Incluso yo uso la
chapita en el delantal, de esa manera atiendo a público que también es egresado. Me he
dado cuenta que aquí en La Serena hay bastantes exalumnos. Haciendo uso de internet,
entro en la página de la U. y veo si hay otros colegas que se hayan inscrito en la
casilla de exalumnos; aquí hay varios que son de La Serena que tienen sus datos
actualizados".
Este farmacéutico considera que su vida universitaria fue bastante especial con
respecto a otras generaciones, debido a los años de agitación política que se vivieron
mientras estudiaba.
Indica que hay bastante colegas nuevos que están llegando a La Serena. "He visto
que las nuevas generaciones tienen otra mística, en esas épocas compartíamos más que
dedicarnos a competir por las notas. Había paros de dos meses y teníamos que inventar
algo, eso nos prolongaba los años académicos, fueron tres o cuatro años en los cuales
el año terminaba el 31 de enero y volvíamos el veinte y tanto de febrero a recuperar
clases, pero compartíamos mucho independientemente de los colores políticos. He notado
que a las nuevas generaciones les falta esa mística, egresan de la U. y cada uno por su
lado".
En cuanto a los académicos que aún recuerda, el profesor Maturana, farmacéutico pero
profesor de la facultad de Química, se constituyó en casi un mito. "Siempre los que
nos aterrizaron nos marcaron más, en este caso el profe Maturana fue el primer gran
escollo que enfrentamos como estudiantes, la gran barrera, tuvimos que sacrificarnos
bastante para pasar esa valla y al final ese sacrificio nos marcó como personas, nos hizo
cambiar de rumbo y tomar otros hábitos de estudio".
Son muchos los recuerdos que lo atan al pasado. Hoy, casado, dos hijos y plenamente
establecido en La Serena, aún extraña los siete años que vivió en Concepción, e
incluso la diferencia climática. "Echo de menos esas lluvias en que uno caminaba y a
tres metros no veías nada, cuando alguna vez llueve aquí en el norte, con mi señora
salimos a mojarnos sólo para recordar esos tiempos". Tanto es así que en cuanto
tiene oportunidad y pasa por Concepción de vacaciones, el campus es un paseo obligado
para recordar y ver a algunos profesores con quienes mantiene contacto.