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El problema de
la Droga
"El reto consiste entonces, en pensar, enfrentar y
resolver la dependencia, no la droga"* Haciéndonos eco de la campaña Nacional realizada por el
Conace, Consejo nacional para el Control de Estupefacientes, destinado a sensibilizar a la
población frente al tema de la droga, hemos acogido este texto preparado por el Sistema
Comunal de Prevención de drogas (Siscop) de la municipalidad de Concepción.
La era de la solución química ha traído un nuevo fenómeno: el
problema de la droga. Éste es percibido como una de las principales amenazas en todos los
ámbitos de la sociedad, sin embargo, las últimas consecuencias caen sobre lo más hondo,
íntimo y esencial de las personas: su sentido de vida.

Plantación de Coca
Se destruye su historia, sueños, proyectos,
amores, dignidad y libertad. No basta por lo tanto, una solución basada en la represión,
es necesaria una perspectiva que considere en su raíz más profunda el dolor humano y la
marginación que sufren y expresan especialmente los más pobres.
Nuestra pujante sociedad posmoderna ha implementado una nueva forma de compensación al
dolor humano: el consumo de drogas. Es rápida, disponible, inducida y seducida. Por otro
lado, cuando la necesidad abarca toda una estructuración de la existencia por la falta de
oportunidades desde el mismo momento de la gestación y de ahí para siempre, la
violencia, el consumo de drogas y su venta son para los marginados las posibilidades
concretas de realizar sus anhelos y de ser protagonistas en un mundo que ha limitado sus
vidas al mero logro de la sobrevivencia.
Hablar del consumo de drogas en relación con la pobreza, es dolor y la depresión que
enmarcan daños y vivencias traumáticas que concluyen en abandono, violencia, cárcel y
muerte. La droga cae aquí en la vulnerabilidad misma, El progresivo deterioro físico se
ve acompañado por profundos quiebres en la estabilidad sicológica de la persona.
La presencia crónica de la angustia, los recurrentes periodos de depresión, la
paulatina pérdida de propositividad ante la propia existencia, dan paso a un colapso
generalizado de los recursos psicológicos con que la persona cuenta. La pérdida de los
límites morales de autoprotección y su consecuente deterioro valórico, facilitan un
estilo de vida de alto riesgo, cargado de vivencias que concluyen en daño a su
personalidad.
 Hoja de Coca
La lectura de la sociedad, es distante, ajena, estigmatizadora y desvinculada de
cualquier camino de solución honesta. La imagen criminógena de la droga es un atributo
inherente e inevitable de cualquier individuo marginado social, económica y
culturalmente. La droga es una característica más de su propia personalidad. No consumir
droga se constituirla en lo «anómico». Al mismo tiempo esta imagen es vivida como
beligerante por todo aquel que se siente ajeno a ella, lo que le permite juzgar y
justificar por la droga cualquier conducta desviada o las noticiadas desgracias de los
consumidores, sin cuestionarse en absoluto su veracidad.
Así, todos los drogodependientes (drogadictos) son delincuentes. A esta concepción
simplista, conformista y negadora de la realidad, se agrega la falsa concepción de un
problema caracterizado casi exclusivamente como juvenil y popular.
Esta forma errada de ver el problema de la droga refleja una sociedad que reacciona a
la defensiva. Luego cae en atribuir porfiadamente a la droga características de elemento
malvado y autónomamente destructivo. Sin embargo el consumo entre los pobres surge más
bien como respuesta a profundas carencias sociales y no como un mero deterioro
psicológico. Las personas buscan en la droga un sentido para su existencia La materia
prima de la droga es y seguirá siendo el ser humano, la persona.
El reto consiste entonces, en pensar, enfrentar y resolver la dependencia, no la
droga. |