UNA MINERÍA QUE MIRA AL MAR
Los estudios apuntan
a experimentar el
procesamiento de minerales
con agua de mar reutilizada,
por un lado, y agua de mar
pre tratada, por otro.
Lo que hasta hace poco podía
parecer novedoso hoy es
prácticamente camino obligado
para la minería del cobre en el
norte: frente a la cada vez más
reducida disponibilidad de agua
dulce para sus operaciones, ha
debido forzosamente mirar hacia
el mar.
El uso de agua marina en el
procesamiento de minerales
se ha ido incrementando
progresivamente en los últimos
años, con alternativas que
consideran tanto la desalación como
su uso directo, sin tratamiento
previo.
Pioneras en el uso de este recurso
han sido las mineras Carolina
de Michilla (hoy de Antofagasta
Minerals), que operó por más de 15
años una planta de flotación con
agua de mar antes de llevarla a los
procesos de lixiviación-extracción
por solventes, y Las Cenizas, que
la ha utilizado por unos 17 años en
su planta de molienda-flotación en
Las Luces-Taltal.
Sin embargo, el primer desarrollo
en la minería de gran escala,
a nivel mundial, en incorporar
completamente el agua de mar en
sus procesos es Minera Esperanza
de Antofagasta Minerals.
Por eso, su experiencia es vista
con interés en el sector que
espera atento los resultados de
la operación. Desde el mundo
científico, ha sido seguida de cerca
Una minería que mira al mar
por el departamento de Ingeniería
Metalúrgica a través del proyecto
Innova Chile Flotación de minerales
de cobre en aguas salinas, que
integran también las empresas
BHP Billiton, Antogafasta Minerals
y Anglo Chile, agrupadas en AMIRA
International.
Bajo la dirección de los académicos
Fernando Concha y Sergio Castro,
la iniciativa -en marcha desde
2009- ha estudiado la factibilidad
técnica del uso de agua de mar
en el procesamiento de minerales
de cobre para sustituir total o
parcialmente el agua fresca.
Durante el proyecto se ha analizado
muestras de todas las empresas
patrocinantes para conocer el
comportamiento de los minerales
en las distintas etapas del proceso
de flotación con agua de mar.
El director del proyecto, Fernando
Concha comenta que la mayor
dificultad, en los inicios de esta
experiencia, fue la recuperación de
subproductos, como molibdenita,
que en el procesamiento tradicional
con agua de mar no funcionaba.“Pero Esperanza desarrolló un
proceso especial con el que
solucionaron el problema; la planta
está funcionando bien, aunque aún
no a plena capacidad”, agrega.
Con su puesta en marcha en
2010 y el primer envío de 5 mil
toneladas de cobre a Japón en
enero de este año, Esperanza ha
demostrado que la operación con
agua salada es posible; sin embargo
el doctor Concha es enfático al
decir que no puede ser considerada
necesariamente como un modelo
para otras operaciones.
“El hecho de que esté desarrollando
soluciones a la mayoría de sus
problemas no implica que éstas
sean aplicables a otras plantas.
Los minerales son diferentes en
contenido de pirita y mineralogía
de los sulfuros de cobre y es
muy probable que otras plantas
necesiten un trabajo técnico
distinto”.
En todo caso, la experiencia
de la planta ha sido una buena
plataforma para los estudios en el área. “(Esperanza) confirmó muchas
cosas y por otro lado nos mostró
un proceso nuevo que ellos están
usando; el trabajo habría sido más
difícil si no hubiéramos conocido
esa información”, afirma.
Pero, como explica, este trabajo ha
tenido también alcances científicos,
con estudios de fenómenos de
química de superficies de la flotación
en medios salinos, identificando los
problemas y posibles soluciones
técnicas.
Con esta base, ya se proyectan
nuevas líneas de investigación en
flotación con agua de mar, a partir
de 2012 al alero de AMIRA, y que
responden al interés de las empresas
mineras por este recurso.
Sobre el segundo punto, Concha
señala que se trata de probar un
proceso desarrollado y patentado
por la Universidad. “Nosotros hemos
demostrado, en la investigación,
que la sal no es problema para la
flotación…los problemas están en
otros componentes del agua de
mar que, al ser removidos en una
etapa de pre tratamiento, mejoran
la calidad metalúrgica del agua de
mar sin modificar significativamente
su salinidad”.
Una tercera línea de trabajo se
relaciona con la recuperación de
la molibdenita, donde es necesario
eliminar el fierro, presente en
forma de pirita. Normalmente esto
se hace con cal, pero no funciona
con agua de mar, de modo que la
idea es buscar procesos alternativos
para la depresión de pirita y la
flotación de molibdenita.
El doctor Concha señala que si
bien no cuentan con todos los
antecedentes de las operaciones en
Esperanza, se ha logrado establecer que la mayor parte del proceso se
verifica con eficiencia similar (al
que usa agua dulce)”.
Los problemas, agrega, están
justamente en la recuperación de
subproductos y en alcanzar las leyes
de concentrado, lo que se relaciona
con el tipo de mineral.
Por otro lado, los ensayos con
agua de mar pre tratada han
demostrado que la flotación es
incluso mejor que con agua dulce.
Además de simplificar el proceso,
permite subsanar las dificultades
relacionadas con la obtención de
subproductos.
De acuerdo a los datos disponibles,
en la actualidad por cada kilo de
cobre se requiere cerca de 100
litros de agua. Considerando que
la producción de cobre fino en
Chile en 2010 superó los 5 millones
de toneladas, es posible estimar
la magnitud de las demandas del
sector, más aún cuando se está
frente a una limitación en el acceso
a las fuentes tradicionales de agua
y a una serie de proyectos en
desarrollo. De ahí la importancia
de estos estudios.
El profesor Sergio Castro señala
que el consumo total de agua en
las plantas concentradoras está en
el rango de 1 a 2,3 metros cúbicos
por tonelada de mineral. En agua
fresca, los niveles van de 0,4 a 0.8
m3/ton.
Mientras que con agua de mar
fresca se proyecta que el consumo
es de 0.6 a 0.8 m3/ton. Así, una
planta con capacidad para procesar
100 mil toneladas por día, demanda
alrededor de 700 litros de agua por
segundo.
Las plantas RT de Codelco Norte,
Spencer, Carmen de Andacollo y
Mantos Blancos, además de las
mineras Candelaria y Collahuasi se
han mostrado interesados en esta
nueva alternativa, indica Castro.
Mientras que en Sierra Gorda, el
lugar donde está Minera Esperanza,
existen al menos tres proyectos
basados en agua de mar: los
depósitos Telégrafo, Cuadra,
Caracoles y Polo Sur.
“Pensamos que de aquí a 10 años,
la mayoría de las plantas estarán
usando agua de mar porque la falta
de agua para los procesos será
mayor”, señala Concha.
Las opciones actuales son tres:
emplear agua de mar desalada
por osmosis inversa; con pretratamiento
para remover iones
secundarios perjudiciales a la
flotación (patente de la Universidad)
o usarla directamente.
Esto –agrega el profesor Castro-, dependerá
de cada caso, “pero
no hay duda de que el agua de
mar resuelve el problema de la
sustentabilidad hídrica a la industria
minera en el norte de Chile”.
Si bien la disponibilidad de agua
de mar es inmensa y su costo
directo es muy bajo, los gastos de
captación y transporte son altos.
Con la tecnología disponible, el
problema ahora se reduce sólo
a una evaluación económica del
sistema de transporte del agua,
que considere la altitud sobre el
nivel del mar y la distancia de la
costa a la planta minera. |