ASEGURANDO LA CALIDAD Y
LA EQUIDAD EN EL ACCESO A
MEDICAMENTOS
Para certificar que los medicamentos
que se comercializan en Chile
cumplen con la eficacia, seguridad,
estabilidad y equivalencia
terapéutica que precisan, el Instituto
de Salud Pública, ISP, se encuentra en
la etapa de acreditación de centros
y laboratorios que sean capaces de
realizar estudios de bioequivalencia
(in vivo e in vitro). Y es que los
laboratorios farmacéuticos tienen
hasta el 31 de marzo del 2012 para
demostrar la bioequivalencia de a lo
menos 343 medicamentos similares
a fármacos originales, según la
Resolución 244 del ISP.
En la actualidad sólo existen tres
centros certificados en el país,
ligados a diferentes casas de
estudios del país, ubicados todos en
Santiago. La posibilidad de contar
con otros centros permitirá avanzar
más rápido en la tarea de certificar
la calidad de los fármacos.
La Universidad de Concepción,
con sus capacidades para realizar
investigación en sus distintas
facultades, cuenta con dos grupos
que están buscando la calificación
en esta materia por parte del ISP. Se
trata del Centro de Bioequivalencia
de la facultad de Farmacia, asociado
al Programa Interdisciplinario
de Drogas, PID, y liderado por el
doctor Carlos von Plessing, y por
otro lado, el Centro de Desarrollo
Farmacológico CIAB UdeC, parte del
Centro de Investigaciones Avanzadas
en Biomedicina, a cargo del doctor
Jorge Fuentealba.
Los estudios de bioequivalencia
son necesarios porque dos
medicamentos que tienen el mismo
principio activo, pero diferentes
formulaciones, ya sea por los
excipientes usados o por distintos
procesos de manufactura, pueden
tener distinta biodisponibilidad.
Esto se traduce en que la
cantidad y velocidad con que el
principio activo está disponible
en el organismo, podría no ser la
adecuada para producir el efecto
terapéutico deseado. Es por ello
que la bioequivalencia se acepta
internacionalmente como un
parámetro indirecto de la eficacia
clínica.
DOS EQUIPOS DE EXCELENCIA
Oficializado como prestador de
servicios a través del PID, el Centro
de Bioequivalencia tiene todas sus
capacidades instaladas en la facultad
de Farmacia. En este lugar trabajan
cinco farmacéuticos con vasta
experiencia en biodisponibilidad;
cuatro con grado de doctor y uno de magíster. “Todos estamos habilitados
para el desarrollo de estudios
clínicos, análisis farmacosintético,
bioanalítica y estadística; cubrimos
todas las áreas”, enfatiza el Dr.von
Plessing.
Por otro lado, el Centro de Desarrollo
Farmacológico CIAB-UdeC, nace al
alero del Centro de Investigaciones
Avanzadas en Biomedicina (CIAB),
al que le debe su nombre. Este último surge a partir de un proyecto
Innova-Corfo Chile, que les permitió
organizar dos tipos de actividades,
una de ellas enfocada a desarrollar
capacidades para un centro de
bioequivalencia en colaboración con
el Hospital Regional de Concepción,
el cual se encuentra en pleno proceso
de acreditación luego de la visita
de los auditores del ISP, que arrojó
positivos comentarios. En opinión
del Dr. Fuentealba, contar con un
recinto clínico es fundamental,
ya que hacer investigación con
individuos es algo complejo y se
requiere de los más altos estándares
de calidad, y trabajar en un
recinto clínico, da seguridad a la
participación de los voluntarios en
el estudio. Este centro cuenta en su
staff permanente con seis Químico
Farmacéuticos (tres PhD, dos MSc
y dos QF Clínicos), además de dos
Médicos, dos ingenieros y personal
técnico de apoyo.
ANÁLISIS IN VIVO
Según explicó el Dr. von Plessing, una
vez que el Centro esté certificado,
los pasos a seguir contemplan
un protocolo clínico, elección de
voluntarios sanos, consentimiento
informado y una primera citación
de las personas. Aquí se divide el
grupo en dos, A y B. Al primero se
les suministra el fármaco innovador
y al segundo la copia. Luego se
invierte el procedimiento, el grupo
A toma el medicamento que tomó
el B y viceversa.
EL proceso consiste básicamente
en realizar un muestreo de
niveles plasmáticos del fármaco
en estudio, tomando una muestra
de sangre cada determinado
tiempo para construir un perfil de
concentraciones plasmáticas que
detalla cómo llegó a la sangre y
extrapolar su concentración en el
sitio de acción. Esto se compara
entre el resultado obtenido por los
voluntarios al tomar el medicamento
original y la copia, señala el Dr.
Fuentealba. Y agrega que para la
elección de voluntarios su equipo ha
confeccionado protocolos con una
estricta definición de los criterios
de inclusión y exclusión como
resguardo para que la población
del estudio no corra riesgo y sea
principalmente sana. Esto se
certifica a través de exámenes
previos. Cualquier estudio clínico
debe ser sometido a la aprobación
de un comité de Bioética, y los
de bioequivalencia no son una
excepción al respecto.
Las muestras tomadas se llevan
al laboratorio analítico, donde se
extraen y analizan los analitos,
además del estudio farmacocinético
y estadístico, indica el Dr.von
Plessing.
Dependiendo de si las drogas
suministradas (original y copia)
alcanzan la misma concentración
en la sangre y en el mismo tiempo,
son equivalentes farmacocinéticos.
De lo contrario, no ejercerán un
efecto terapéutico similar y por
lo tanto no tendrían la misma
calidad que el original, sin poder
obtener su certificación de
equivalencia, ni tener la condición
de intercambiable con el original,
acotó el Dr. Fuentealba.
Este proceso queda plasmado en
un informe que detalla los perfiles
farmacológicos y que es enviado al
ISP, organismo que lo contrasta y
comunica al laboratorio si puede o
no autenticar su producto.
Para el Dr. von Plessing la ventaja
de hacer los medicamentos
bioequivalentes radica en que
se limpiará la oferta y se podrá
intercambiar los fármacos –por
uno de menor precio, pero no
de menor calidad-, teniendo la
seguridad de que tendrán el mismo
efecto. Esta opinión es compartida
por Fuentealba, quien agrega que
asegurar la calidad es fundamental
para establecer algunas políticas
públicas relacionadas con los
medicamentos, como son los
criterios con que la Central
Nacional de Abastecimiento,
Cenabast, los compra; “pero más
importante aún, es garantizar
la equidad en el acceso a
medicamentos de calidad por la
población general, estos deben ser
considerados un bien de uso publico,
y como tal, velar por la calidad de
los medicamentos que consume la
población es un deber del estado,
y un desafío/responsabilidad para
las instituciones que realizan
investigación básica y clínica,
como nuestra Universidad y el
Hospital Regional Guillermo Grant
Benavente, que no podemos
desconocer” resalta Fuentealba.
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