ROL DEL METANO COMO ENERGÍA
ALTERNATIVA PARA LA COMUNIDAD MICROBIANA
El proyecto se ha abocado a entender las interacciones
químicas y bilógicas asociadas a las filtraciones
de metano en el ambiente marino y conocer el impacto
sobre el ciclo global del carbono
El Sistema de Corrientes de Humboldt es conocido como
uno de los
ecosistemas costeros de borde oriental con más
biomasa biológica en el mundo, lo que hasta ahora
se explicaba por su alta productividad primaria (fitoplanctónica).
Sin embargo, investigaciones recientes han revelado
un desacoplamiento entre la producción primaria
y la actividad heterotrófica asociada al Sistema.
Es decir, que la capacidad productiva que caracteriza
al Sistema de Corrientes de Humboldt no puede sostenerse
sólo en la tradicional cadena trófica
(alimentaria) basada en la fotosíntesis y que,
por tanto, es posible que exista una fuente adicional
de entrada de carbono al sistema marino.
Investigadores del departamento de Oceanografía,
del Centro de Investigación Oceanográfica
en el Pacífico Sur-Oriental (COPAS) y de la Unidad
de Biotecnología Marina plantean que en ciertos
ecosistemas este suministro adicional de carbono podría
originarse en el metano que ha sedimentado a lo largo
de millones años fijándose bajo el fondo
oceánico y en cuyas filtraciones existen redes
tróficas especiales que viven a expensas de él.
A través del proyecto Fondecyt El rol del metano
en el océano costero como combustible alternativo
al carbono para la comunidad microbiana y la producción
secundaria en marcha desde 2008, estos investigadores
trabajaron en la hipótesis que el metano está
siendo usado por ciertos microorganismos que, bajo un
mecanismo distinto a la fotosíntesis, podrían
aportar carbono a organismos superiores de la cadena
trófica.
El proyecto se ha abocado a entender las interacciones
químicas y biológicas asociadas a las
filtraciones de metano en el ambiente marino y conocer
el impacto sobre el ciclo global del carbono.
Liderado por el subdirector e investigador del Centro
COPAS, doctor Silvio Pantoja, el proyecto se ha abocado
a entender las interacciones químicas y biológicas
asociadas a las filtraciones de metano en el ambiente
marino y conocer el impacto sobre el ciclo global del
carbono.
El grupo de trabajo está conformado por los
doctores Renato Quiñones, Rodrigo González
y Marcelo Gutiérrez, todos de nuestra casa de
estudios; además de Javier Sellanes, de la Universidad
Católica del Norte, quienes desde sus respectivas
especialidades integran los conocimientos de la biogeoquímica
del metano, metabolismo y tramas tróficas.
BUSCANDO EVIDENCIAS
Con importantes reservas de hidratos de metano en la
plataforma
continental, la Isla Mocha ubicada a 35 km. del
continente frente a la localidad de Tirúa- se
ha transformado en el laboratorio natural de esta investigación.
Esta Isla además representa un patrimonio ecológico,
debido a su
gran variedad de flora y fauna, y cultural por la presencia
de importantes sitios arqueológicos así
como de una interesante historia
sobre su poblamiento y colonización.
A lo largo de sucesivas campañas, los científicos
han desarrollado una serie de estudios en la columna
de agua y sedimentos de las zonas de filtración
de metano con el fin de determinar las tasas de oxidación
del gas y su relación con cambios en la biomasa
microbiana y conocer la diversidad molecular de los
microorganismos que habitan el sistema, la actividad
enzimática y los genes vinculados con la utilización
de metano. También se han propuesto evaluar la
eventual trazabilidad del metano a nivel microbiano
y en la meio y macrofauna.
A pocos meses de concluir, el proyecto ha arrojado
dos pruebas de la existencia de organismos metanotrofos
(que pueden alimentarse de metano)en Isla Mocha.
El doctor Pantoja explica que si bien no han logrado
aislar estos
microorganismos, a través del seguimiento de
isótopos estables de
carbono se ha observado la misma señal del metano
de las emanaciones en un filamento microbiano aún
no identificado y en organismos más grandes,
como gusanos. No se puede explicar que esta señal
provenga del dióxido de carbono, fitoplancton
o fotosíntesis (como la mayoría del océano);
por lo tanto, lo más probable es que se haya
originado en el metano, señala el investigador.
Asimismo, consiguieron evidencia molecular de enzimas
que procesan metano tanto en la columna de agua como
en sedimentos.
A través de pruebas de ADN medioambiental del
gen que codifica
para la enzima metanol dehidrogenasa (MeDH) -que participa
en el ciclo de oxidación del metano- se demostró
la presencia de organismos metanotrofos, respaldando
la hipótesis de los aportes adicionales de carbono
a la trama microbiana y las redes tróficas superiores,
desde las filtraciones del hidrocarburo. A pesar de
estas evidencias, aún no ha sido posible estimar
las tasas de oxidación de metano, de manera de
cuantificar cuáles son los niveles en que estos
sistemas están subsidiando los flujos de carbono
en el mar. En los análisis de ADN ambiental se
encontró otra enzima, metanol monoxigenasa (MMOs),
que tiene la capacidad potencial de degradar
compuestos aromáticos contaminantes.
Esto afirma Pantoja- abre el estudio a posibles
aplicaciones biotecnológicas del potencial metabólico
de estos organismos, por ejemplo en el ámbito
de la biorremediación ambiental, investigaciones
que están siendo conducidas por el doctor Rodrigo
González en la Unidad de Biotecnología
Marina.
Con una campaña pendiente programada para
enero- los investigadores esperan aislar mayor cantidad
de filamentos para terminar con su identificación
taxonómica y molecular con el fin de investigar
su potencial metabólico como procesadores de
gas metano.
ENERGÍA PARA LA ISLA MOCHA
En los últimos años ha habido un
creciente interés en el estudio de las
zonas de depósitos submarinos de hidratos
de metano. Un hidrato de metano (o clatatro) es
hielo con gas encerrado en su interior, fenómeno
que se produce por la combinación de alta
presión, baja temperatura y presencia de
agua. Es un recurso energético estratégico:
las reservas del metano atrapado en el fondo marino
podrían doblar los volúmenes de
combustibles fósiles que quedan y se calcula
que en Chile está el 3% de ese total.
Estimaciones realizadas en el marco del proyecto
señalan que las
emanaciones de metano a la atmósfera en
Isla Mocha pueden llegar a 900 m3 por año,
equivalentes a la emisión anual del parque
automotriz en Chile. Y a pesar de tener implicancias
en el Cambio Climático Global (es un gas
de efecto invernadero), constituye una alternativa
energética para la Isla que aún
no cuenta con electricidad.
Y sin ser parte del proyecto, ha sido una motivación
para su director. Personalmente me interesa
que la gente de Isla Mocha tenga energía
eléctrica, afirma el doctor Pantoja,
quien considera que estos estudios, sin ser originalmente
de carácter aplicado, pueden ser una contribución
ante una eventual utilización del metano,
ya que habrá conocimiento de base para
evaluar los efectos que su explotación
pueda provocar en el ambiente y la biodiversidad
biológica.
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