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Dirección de Investigación de la Universidad de Concepción - Nº 22 -septiembre 2010

 

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PROYECTO FONDECYT

NOVELA Y LOCURA EN LATINOAMERICA

Con esta investigación, financiada por el Concurso fondecyt Postdoctorado 2010, se pretende realizar un recorrido geográfico-literario por las zonas de contigüidad y diferencia entre la lengua de la literatura y la lengua de la locura.

Aportar a la reflexión y comprensión de una zona de análisis literario prácticamente inexistente en la actualidad: el incesante intercambio entre locura y novela, es uno de los objetivos principales del proyecto Fondecyt Novela, filantropía y saber. Ficcionalizaciones de la locura en Latinoamérica.

Para realizar el estudio del discurso de la locura y su concreción en personajes “excéntricos” que transitan de tanto en tanto por la novelística latinoamericana, se seleccionaron cinco novelas representativas, tanto cronológica como geográficamente, en esta clave: El loco Estero (1909), del chileno Alberto Blest Gana; Los siete locos (1929), del argentino Roberto Arlt; Vida del ahorcado (1932), del ecuatoriano Pablo Palacio; El bazar de los idiotas (1975), del colombiano Gustavo Álvarez Gardeazábal, y La nave de los locos (1984) de la uruguaya Cristina Peri Rossi.

El investigador responsable de esta iniciativa, Juan Cid, señala que con esta investigación se pretende realizar un recorrido geográfico-literario por las zonas de contigüidad y diferencia entre la lengua de la literatura y la lengua de la locura.

“Lo que se busca es evidenciar cómo la escritura del género novela ha absorbido las distintas problemáticas, esferas de desarrollo, contradicciones, el diálogo entre genio y locura, el devenir de ésta en productividad, la compatibilidad o incompatibilidad entre ambas, los dispositivos o prácticas de organización/selección de sanos y enfermos lo que en algunos casos ha desarticulado la lengua propia de la novela, incluso aquella definida como transgresora en su forma y procedimientos”, dice.



DE PERTURBADOS A PERTURBADORES

Doctor en Literatura Latinoamericana, Cid trabaja en asesoría y gestión cultural en la dirección de Extensión de la Universidad, lo que le ha permitido relacionarse con zonas aledañas a la literatura, como la plástica y la música.

De alguna manera ello se condice con su interés por realizar, a través de este proyecto, el ejercicio de leer de otra manera los textos clásicos de nuestra tradición, “dejando atrás la pesadumbre y el desgano provocados, en muchos casos, por el terror de los motivos novelados, para dar paso a una lectura positiva, de sublimación del espacio generador que todo gran texto registra entre sus páginas”.

Para realizar este trabajo, que se orienta en zonas complejas de revisión de otras voces y saberes, el investigador ha debido recurrir a herramientas de otras disciplinas como la filosofía y la (anti) siquiatría, de modo de “aprehender los textos y, con ello, arrancar de la oscuridad y el silencio aquellos saberes cifrados en las novelas que nos ocupan”.

A juicio de Cid, además e develar el modo en que nos hemos relacionado con la locura, este trabajo permitirá proyectar una historia de las sociedades que excluyen a los sujetos denominados
como “perturbados”; “a la luz de esta investigación asignaremos cierta positividad que subvertirá la sentencia anterior para considerarlos ahora como perturbadores”, asevera.



MARGINALIDAD

La hipótesis inicial de este trabajo sostiene que el ingreso de la locura en la novela incorpora un registro problematizador de la ficción.“Desde esta perspectiva, los textos de nuestro corpus han tenido que desarticular el género novela tradicional para explorar otras maneras de narrar que posibiliten una lectura productiva (experimental), olvidando las convenciones propias de la novela mimética (representativa) porque la lengua de los perturbadores entra en pugna con la razón de la novela”, dice Cid.

De tal modo la fragmentación, la digresión, el punto de vista, las coordenadas espacio-temporales, el narrador descreído, etc., van configurando un mundo cambiante, complejo y metamórfico, que posibilita la aparición de una lengua nueva. Sostiene el investigador que la inestabilidad formal y la trasgresión del género permite que la novela asuma un rol importante en la configuración de nuestra identidad y de nuestras certezas.“Si existe un denominador común
en el debate acerca de la locura, en especial en el terreno de las
ciencias sociales y, específicamente en literatura, es la noción de
marginalidad”.

A su juicio las novelas escogidas aparecen ante nosotros como reflejo de un proceso de experimentación con la realidad enajenada y deshumanizada, características que las distintas novelas han absorbido estructuralmente. “Sus escrituras expresan el estado de la cuestión del hombre en sus contextos particulares y, a su modo, expresan los disciplinamientos de que ha sido objeto el hombre contemporáneo y cómo su labor, desde las entrañas del lenguaje, es resistir y proponer”.

La insurrección que recorre las cinco novelas escogidas propone distintas respuestas sobre el anuncio que haría este “saber de los locos”; Cid sostiene que, en su conjunto, intentan justificarse en un objetivo mayor:“convertirse en saberes constructores de un espacio utópico”, donde la diferencia, más allá de ser un territorio acosado por la sombra y el dolor, permita encontrar como principio la esperanza.

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