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Dirección de Investigación de la Universidad de Concepción - Nº 22 -septiembre 2010

 

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Editorial


No podemos reiniciar la edición de I+D+i sin reflexionar lo que ha sido este primer semestre en la vida de la Universidad de Concepción. En la memoria, y con el correr de los días, se nos empieza a desdibujar aquel encuentro del lunes siguiente al 27 F, en que presenciábamos una universidad fuertemente dañada. El futuro se veía incierto, particularmente, para la actividad de investigación, como resultado del daño en la infraestructura de los laboratorios y del equipamiento. En el caso de químicos, oceanógrafos y pesqueros, la situación era aún más dramática, producto de la destrucción tanto del edificio de la facultad de Ciencias Químicas como de los laboratorios de Dichato.

Después de estos seis meses sorprende ver una Universidad normalizada, con sus investigadores trabajando activamente. Más aún, semanas después del terremoto, debemos responder a una convocatoria de Fondef, donde los investigadores se hacen presentes con una alta participación y, lo más importante, con muy buenos resultados, como ha sido informado recientemente. Similar situación ocurre con Innova y Fondecyt, y las distintas convocatorias en que la Universidad participa activamente.

La reparación del Centro de Biotecnología, que tuvo que detener su trabajo por tres meses; el reinicio de actividades del Cicat y del nuevo Centro de Investigación Agroindustrial de Los Ángeles, después de las necesarias reparaciones, así como la construcción de laboratorios de investigación que acogen transitoriamente a los investigadores de la facultad de Ciencias Químicas, son ejemplos de lo realizado para retomar el trabajo de la Universidad. Debemos sentirnos orgullosos de integrar una comunidad universitaria que ha demostrado una capacidad impresionante de reacción frente a la adversidad, y de ser parte de una comunidad científica que continuó cumpliendo con su misión en medio de las limitaciones originadas por el terremoto y tsunami.

Finalmente, una palabra de reconocimiento para quienes trabajaron con mucha dedicación en elaborar iniciativas para la reconstrucción regional, sintetizadas en el libro Propuestas para la Reconstrucción de la Región del Biobío y para el programa Mar de Esperanza, que ha permitido recuperar el trabajo y dignidad de un grupo importante de pescadores de la región. Dos acciones que hemos tenido la satisfacción de coordinar desde EmpreUdeC, y que dan cuenta del compromiso de la Universidad con la región y la responsabilidad social con que asume sus acciones.


Jaime Baeza
Director de Investigación

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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