ENVASES BIODEGRADABLES PARA LA INDUSTRIA FRUTÍCOLA
Los envases a desarrollar
deberán cumplir con los
estándares de calidad
definidos por el mercado en
cuanto a requerimientos
mecánicos, térmicos,
transparencia, aspectos
estéticos y funcionalidad.
El fuerte crecimiento que ha experimentado la industria frutícola nacional
en las últimas décadas -evidenciado tanto en la cantidad como en la
diversidad de productos que ofrece en los mercados internacionales- ha
creado nuevos desafíos para el sector, especialmente en relación al
empaque de las frutas, donde las tendencias apuntan a minimizar los
impactos de los envases plásticos tradicionales en el medioambiente.
El desafío ha sido tomado por la Unidad de Desarrollo Tecnológico (UDT)
y el Centro de Investigación de Polímeros Avanzados (CIPA) a través de
un proyecto Fondef iniciado en enero de este año.
La iniciativa se propone desarrollar envases termoplásticos biodegradables
para la industria frutícola nacional, considerando las alternativas
tecnológicas, económicas y de mercado más convenientes para abastecer
a los exportadores nacionales.
La investigación está en la misma línea de un exitoso proyecto anterior
en el que se desarrolló un tubete biodegradable para la industria forestal
-que permite el transplante de árboles en forma directa con su contenedor
que es absorbido por la tierra- tecnología registrada en la Oficina Europea
de Patentes, en Brasil, Estados Unidos y Canadá.
La iniciativa constituye un primer avance en la producción de envases
biodegradables. “En Europa están apareciendo algunos desarrollos similares
y son más caros que los convencionales…Nosotros deberemos trabajar en
los requerimientos técnicos y también en los aspectos económicos, para
lograr un costo competitivo, para que los productos sean posibles de
comercializar”, explicó el director general del proyecto, el jefe del área de Biomateriales e ingeniero
químico, Álvaro Maldonado.
El primer paso de la nueva
investigación fue establecer los
requerimientos técnicos reales que
será necesario abordar para ofrecer
una solución factible técnica y
económicamente y acorde a las
exigencias del mercado. Maldonado
señaló que, considerando la
amplitud del mercado de los envases
plásticos, se definió un nicho bien
acotado para desarrollar de mejor
manera la iniciativa.
De este modo, se estableció que los
esfuerzos se centrarán en la
elaboración de un envase tipo
clamshell, destinado
específicamente al empaque de
berries. Asimismo se eligió el
polímero ácido poliláctico (PLA)
como material de base para el
producto.
“Este es un polímero que ya está en
el mercado –es producido en Estados
Unidos por la empresa Natureworksy
que tiene mayor posibilidades de
crecimiento, con un precio más
competitivo y que es técnicamente
más parecido al PET, plástico no
biodegradable utilizado
actualmente… el PLA debemos trabajarlo, modificarlo y
funcionalizarlo para producir un
material compuesto biodegradable
con las características técnicas
apropiadas, para su uso en clamshell
para berries de exportación”.
Los nuevos materiales serán
probados incorporando cargas,
plastificantes, lubricantes y otros
aditivos; para luego establecer sus
características físicas, mecánicas,
reológicas y otras propiedades
funcionales, como niveles de
biodegradabilidad.
En la fase siguiente se producirá el
pellet a escala piloto y luego a nivel
industrial, para posteriormente
fabricar de manera demostrativa 3
envases mediante extrusión y
termoformado, que serán probados
para evaluar sus propiedades
mecánicas, resistencia térmica e
inocuidad alimentaria.
La idea, explica el ingeniero, “es
validar los productos en condiciones
reales: empacar los arándanos,
hacer la rutina de transporte y
puesta en retail para ver la
respuesta del consumidor final, y
comprobar la aceptación del envase
biodegradable”.
En el proyecto participan las
empresas Petroquim (que produce
materias primas para la fabricación
de envases plásticos), Integrity
(productora de envases) y la Agrícola
y Ganadera Río Cato (exportadora
de berries).
Las características de las
instituciones asociadas, destaca
Maldonado, favorece el
encadenamiento productivo “que
es fundamental para el desarrollo
de proyectos y la transferencia de
resultados”.
La investigación se extiende por 2
años y en él participan Saddys
Rodríguez, del Centro de
Investigación de Polímeros
Avanzados (CIPA), como directora
alterna, y la ingeniero en materiales
Johanna Castaño (UDT).
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