Expertos analizan impacto de ciencia y tecnología
Expertos del Georgia Tech coinciden en que los investigadores deben dedicarse a lo suyo, pero que deben trabajar en ambientes en donde ellos y los empresarios se sientan cómodos.
La necesidad de formar a profesionales e impulsar instituciones que hagan las veces de puente entre la universidad y la empresa es uno de los temasque se deben resolver con mayor urgenciaen América Latina.
Así lo demuestra la experiencia de académicos del Georgia Tech de Estados Unidos y de representantes del gobierno chileno que, en forma coincidente, aseguran que la generación de espacios en que los académicos y los empresarios se sientan cómodos,facilitará una relación largamente anhelada.
Convocados por el programa Internacional de Formación para la Transferencia Tecnológica de la universidad, los especialistas aprovecharon de desenmascarar algunas inquietudes del mundo científico ante las exigencias de competitividad y de respuestas concretas al mundo de los negocios.
Hay muy buenos indicadores de esta relación, dice Juan Rogers, director del Programa de Políticas Públicas del Instituto Tecnológico de Georgia. “Los líderes de los distintos sectores han entendido los desafíos de la búsqueda de financiamiento para la investigación, de la necesidad de mayor comunicación entre científicos y de que el Estado se involucre en materia de recursos”.
Sin embargo, señaló que aúnno se entiende bien el papel de los investigadores en este contexto: “Es peligroso pensar que los científicos están muy ocupados en sus cosas en desmedro del impacto de lo que ellos hacen en el mundo económico”.
Aclara que es fundamental entender que “no es responsabilidad de los científicos convertirse en empresarios”. La evidencia indica, según Rogers, que los mejores resultados de la relación universidad-empresa se dan cuando los investigadores mantienen su carácter eminentemente académico.
El secreto parece estar en algo en que se ha avanzado poco en nuestros países, dice Rogers: “No tenemos a gente que haga el papel de intermediaria en un montón de aspectos bastante complicados de la comunicación entre estos dos mundos de los negocios y de la actividad académica”.
Para este asunto, Phil Shapira, de la escuela de Política Pública del Instituto Tecnológico de Georgia, tiene más argumentos. “Los investigadores deben ser innovadores, especialmente en la formación de sus alumnos que serán la siguiente ola de capital humano”.
Explica que no es necesario que todo este capital humano se convierta en gente de negocios, pero que se detecta a menudo una falta de confianza. Por eso, “es muy sabio ir hacia elementos intermediarios u oficinas en donde los académicos y las compañías se sientan bien y puedan proyectar sus relaciones”.
Un ejemplo caro son las incubadoras de negocios, como IdeaIncuba, en donde se demuestra una clara vocación de las propias instituciones superiores por generar un puente entre ambos sectores.
Pero este esfuerzo no basta. Shapira cree que el sector público debe alentar estas relaciones: “Tanto el Estado central como en las regionesdebe tener políticas de incentivos económicos, así como es importante que las universidades dispongan de recompensas y premios para que los profesores asciendan en el escalafón académico, por ejemplo”. [subir]
Sector público
El director ejecutivo del Fondef, Jorge Yutronic, evalúa la vinculación universidad-empresa como muy heterogénea en nuestro país: “Algunas empresas tienen un compromiso bastante amplio. El año pasado el presidente de la Asociación de Exportadores de Fruta señaló como una prioridad del sector invertir en investigación y desarrollo en biotecnología. Sin embargo, en otros rubros no hay tanto compromiso por una insuficiente maduración todavía de este tipo de temas en las mismas empresas y, en otros casos, porque la oferta universitaria no es suficientemente atractiva para esas empresas. Chile, en ese sentido, es un país heterogéneo, pero lo importante es que existe una senda de crecimiento y avance bastante claro”.
Yutronic destacó algunos incentivos estatales para aumentar el compromiso; uno de los últimos es el de los consorcios tecnológicos, donde invitan a universidades y empresas a asociarse para esos efectos. Además se refirió a la necesidad de que las universidades mejoren su oferta con respecto al tipo de investigación que realicen y cómo asociarse con investigadores de otras partes del mundo, a la vez que hagan un esfuerzo por mejorar el grado de innovación en las carreras, para producir egresados más comprometidos con la empresa privada.
A su juicio, otro aspecto que aumentará el desarrollo de la ciencia y tecnología en Chile será la nueva Ley del Cobre y la nueva institucionalidad: un Consejo Nacional de Tecnología e Innovación que va a permitir articular los distintos instrumentos.
Por último Yutronic señaló que para lograr un cierto estatus mundial en el ámbito de la inversión en ciencia y tecnología, es preciso ser selectivos en términos de las apuestas, como la acuicultura y la biominería. “La clave para Chile es ser selectivos, porque así somos capaces de colocar más recursos, focalizarlos, profundizar y ganarle a otros”.
El gerente de Investigación y Desarrollo de Corfo, Claudio Maggi, afirma que en materia de financiamiento “existe un lento cambio de los paradigmas de gobierno en materia de apoyo e incentivos a la investigación”.
Desde los enfoques neutrales de respuesta a la demanda se ha avanzado hacia una visiónmás estratégica “en que hay apuestas que tienen que ver con una visión de cluster, en el que se articulan capacidades en torno a ciertas realidades, capacidad empresarial, de gestión de conocimiento y vocación productiva de un territorio”. Con ellas, señala, se pretende fortalecer las llamadas ventajas dinámicas.
Se trata de iniciativas que, sin renunciar a la lógica de responder a la demanda, dan cierta direccionalidad a los esfuerzos.
Maggi no interpreta esta forma de ver las cosas como una intervención del sector público, sino como una manera de “generar capacidades a una escala para la que no existen recursos ilimitados”.
|