La industria del Salmón
en Chile
Actualmente, Chile ocupa el
segundo lugar del ranking de
exportadores de salmónidos a
nivel mundial, sólo sobrepasado
por Noruega. Según datos de
la Asociación de Productores
de Salmón y Trucha, desde
principios de los años 90 hasta
la fecha, la industria nacional
pasó de exportar US$265
millones a US$964 millones en
2002, un incremento de un 360
por ciento.
Sin embargo, el
crecimiento de la industria
acuícola trae aparejado también
algunos problemas y desafíos
que es necesario abordar. Entre
estos, lo que dice relación con
la búsqueda de nuevos
mercados y la contaminación
ambiental que trae aparejado
su cultivo. Investigadores de la
Universidad de Concepción
están abordando estos temas
en dos proyectos financiados
por el Fondo de Fomento al
Desarrollo Científico y
Tecnológico (Fondef) de
Conicyt. [subir]
Tecnología busca prolongar
vida de salmón de exportación
Uno de estos proyectos,
denominado “Manejo y calidad
del salmón fresco durante las
faenas de cosecha, proceso,
transporte y distribución”,
liderado por los investigadores
del departamento de Ingeniería
Química Marlenne Roeckel,
Estrella Aspé y Rolf Kümeli,
busca extender la durabilidad
del salmón, cuya vida útil, según
la literatura, se sitúa entre los
12 y 14 días. El proyecto apunta
a generar condiciones óptimas
para la conservación de las
propiedades del producto,
mediante un estudiado control
de la proliferación de bacterias
patógenas, el deterioro y el
sistema de envasado.
Al aumentar la duración del
pescado –dice la directora del
proyecto, Marlenne Roeckel, sería
posible, por un lado,
cambiar el sistema de
transporte y, por otro,
conservando las mismas vías
aéreas de transporte, explotar
nuevos mercados. Con ello
habrá un mejor retorno de
divisas y una mayor captaciónde mano de obra para el manejo
del salmón en su etapa de
transporte.
Para lograr su objetivo, los
investigadores se han centrado
en adaptar, para el salmón, un
proceso que ha sido usado con éxito en quesos, carnes e
incluso verduras: la modificación
de la atmósfera en el envasado,
cuya sigla en inglés es MAP
(Modified Atmosphere
Packeging).[subir]
Control a través de gases
Cambiando la composición del
aire (79% de nitrógeno, 21% de
oxígeno y una porción de
anhídrido carbónico), señala
Roeckel, es posible incidir en
el comportamiento de la flora
bacteriana, el agente
responsable de la
descomposición. A lo largo de
la investigación, se analizarán
diversas alternativas para
introducir modificaciones, con
el uso de gases, en la
composición de la atmósfera
dentro de los sistemas de
envasado.
“Se trata de tomar este producto
y envasarlo en algún material
que sea relativamente
impermeable o de baja
permeabilidad a los gases”.
Para llegar al óptimo, es
necesario estudiar los efectos
de la atmósfera modificada en
variables microbiológicas,
bioquímicas y organolépcticas
(factores sensoriales como olor,
color, textura, sabor). También
está considerado el análisis del
comportamiento de los
materiales utilizados en el
envasado que –como indica la
investigadora- deben cumplir
ciertas características de peso,
flexibilidad y permeabilidad,
pues en definitiva estos actúan
como barreras a los gases que
pueden influir en la
descomposición.[subir]
Confidencialidad
Hasta este momento, el
proyecto –en el que participan
cuatro empresas del área
acuícola, de producción de
gases, de plásticos y de
transporte marítimo- ha
avanzado en la caracterización
de la materia prima y la
realización de ensayos del
procesos MAP, con resultados“relativamente positivos”, que
no pueden ser dados a conocer
en detalle porque la
investigación está sujeta a una
cláusula de confidencialidad,
algo poco común en este tipo
de proyectos.
Para Marlenne Roeckel este
elemento le brinda enorme
satisfacciones en términos de
la confianza que las empresas
asociadas tienen en los
resultados del proyecto y su
aplicabilidad que –afirma- es el
fin que persigue Fondef.
Sin embargo, desde el punto
de vista académico significa
renunciar, hasta después de un
año de terminado el proyecto,
a publicar sobre los avances
tecnológicos que supone la
investigación. [subir]
Una solución efectiva a la
contaminación de la
salmonicultura
Marco Salamanca, académico
del departamento de
Oceanografía, lidera el proyecto “Extracción de sedimentos
acumulados bajo los centros
acuícolas, mediante un prototipo
industrial de vehículo submarino
remoto (ROV) y su posterior
utilización en sistemas
agrícolas: una alternativa de
integración productiva”. Su
apuesta se sustenta en que
cada tonelada que produce la
industria salmonera genera 2,5
toneladas de residuos por
concepto de alimentos que no
son aprovechados por los peces
en cultivo. Si el factor se aplica
a las más de 200 mil toneladas
de salmones que Chile produce
al año, es fácil deducir los
impactos que puede provocar
la salmonicultura en el
ambiente.
Aunque se trata de un problema
localizado (la contaminación se
sitúa justo bajo las balsas-jaulas
de cultivo), la industria
salmonera está empeñada en
resolver esta situación, que
afecta la imagen del sector en
el exterior y que le ha valido ser
catalogada por los ecologistas
nacionales como una de las
actividades más contaminantes
de nuestra economía.
Un grupo de docentes del
departamento de Oceanografía,
viene desarrollando en losúltimos años una línea de
investigación orientada a
resolver los problemas
ambientales del área acuícola,
utilizando la tecnología.
En 1999, el académico Marco
Salamanca se adjudicó un
proyecto Fondef para
desarrollar un prototipo de
vehículo operado por control
remoto (remotely operated
vehicle, ROV) para la
descontaminación de áreas
ocupadas por la salmonicultura.
En la práctica, las adaptaciones
de la tecnología ROV se
tradujeron en el diseño de una
aspiradora para recoger –sin
provocar la resuspensión de
partículas- los sedimentos bajo
las balsas-jaulas.
El proyecto consideraba,
además, estudios sobre
posibles formas de tratamiento
para los residuos. A través de
ensayos con floculantes (un
agente aglutinador compuesto
de alumino-silicatos) de origen
alemán, se logró separar los
lodos del agua, dejando el
líquido en condiciones óptimas
para ser devuelto al medio.
Ahora, con un nuevo proyecto
Fondef aprobado el año
pasado, el académico dará
continuidad a los logros de la
primera investigación,
vinculando los resultados al área agropecuaria, con la
producción de un biofertilizante
a partir de los desechos
recuperados con el ROV.
El proyecto cuenta con la
participación del Instituto de
Investigaciones Agropecuarias,
INIA, y el Instituto de Fomento
Pesquero, IFOP, y la
colaboración de las empresas
del rubro Marine Harvest,
Salmones Llanquihue,
Salmones Multiexport y Aguas
Claras. [subir]
Salmones y suelos
Marco Salamanca señala que
durante el primer proyecto se
hizo una caracterización de los
restos de los lodos floculados.
Los resultados mostraban un
alto contenido de nitrógeno y
fósforo, y algunos metales
pesados como cadmio, cobre
y zinc.
“Como había materia orgánica,
pensamos transformar estos en
fertilizantes, y se dio la
coincidencia que estos metales
pesados que aparecen como
contaminantes tienen un valor
importante como mejoradores
de suelos. Los suelos de la
décima región –donde se sitúa
el proyecto- son escasos en
estos metales, entonces
además de aportar nitrógeno y
fósforo, es posible mejorar estos
suelos”.
El proyecto está orientado a un
análisis más acabado de los
residuos –tarea del departamento
de Oceanografía- para aportar
información de base a los estudios
de mercado que buscan hacer del
biofertilizante un producto
comercialmente atractivo. Con
este fin, se han realizado estudios
en diversos centros de cultivo de
la región, para conocer la
variabilidad de los componentes
en cada caso.
Por otro lado, el INIA ya ha
realizado ensayos con el
fertilizante, cuyos resultados
preliminares señalan que existe
una ventaja respecto de los
abonos tradicionales; mientras
que el IFOP se ha abocado a la
optimización del ROV en cuanto
a navegabilidad, autonomía y
capacidad de maniobra.
Salamanca destaca que a través
de este proyecto se ha logrado,
por primera vez en la Décima
Región, una asociación entre el área acuícola y agropecuaria, con
impactos altamente positivos: la
descontaminación de las aguas
ayuda a los productores
salmoneros a atacar un aspecto
negativo de su actividad (que se
puede traducir en menos retornos)
y recuperar áreas de cultivo;
mientras que la utilización de sus
residuos en la agricultura permite
mitigar la pobreza de los suelos
y mejorar su estructura con costos
menores, y lograr resultados
productivos más óptimos.
En resumen, dice Salamanca, se
construye un “círculo cerrado” de
reciclaje con la descontaminación,
tratamiento de residuos. |