Pobreza:
Un Desafío Permanente al Trabajo Social
Resumen
La
relación del Trabajo Social con el tema de la pobreza
es fundante y se articula a los profesionales desde diversos
referentes. El nexo de la profesión con el tema posee
la singularidad de moverse desde lo local a lo global y en
lo local en un movimiento de corto plazo, de tipo microscópico,
pero que puede reconocerse y transformarse en un movimiento
consciente e intencionado de tipo macroscópico y global
en una mirada de largo plazo. Las coyunturas macro enmarcan
estos movimientos de corto plazo, de alguna manera generan
una dialéctica central - local que encuentra a los
Trabajadores Sociales permanentemente en una interfase "de
cara" a la gente y "de lado" respecto a las
líneas macro, haciendo esfuerzos por reinterprestarlas
para los sujetos en las nuevas coyunturas que nos plantean
los cambios macro económicos y de las políticas
sociales. En su segunda parte, el artículo hace un
recorrido respecto a las líneas centrales que han seguido
las estrategias de superación de la pobreza en Chile
en la última década, comentando la significación
que para la profesión pueden llegar a poseer.
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Summary
Social
Workers relate to the theme of poverty from diverse points
of view. The link of the profession with poverty has the singularity
of moving from the local to the global sphere. On the local
level its emphasis is microscopic and short term but can be
recognized and transformed in a conscious and intended movement
of a macroscopic, global and long term nature. The macro contingencies
frame these short term movements, and, in a certain way, generate
a global-local dialectic that find Social Workers permanently
at an interface "face to face" to the people-"beside"
the people, regarding the macro tendencies, in which they
strive to reinterpret for the subjects the new contingencies
that arise from the macroeconomic and social policy changes.
The second part of the article reviews the central directions
of the strategies to overcome poverty in Chile in the last
decade, analyzing the implications that these might have for
the profession.
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Leonardo
Oneto Piazze
Master en Trabajo Social, Profesor Universidad Católica de
Valparaíso
Introducción
No
es difícil relacionar la superación de la pobreza
con Trabajo Social. Histórica y constitutivamente ha sido
un espacio de identidad con el cual nos hemos relacionado en la
acción cotidiana desde el inicio del Trabajo Social profesional
y antes de éste.
Los tres referentes de acción que han movido y mueven a la
profesión se articulan allí, el político, el
religioso y el vocacional. De alguna manera constituyen el núcleo
de reconocimiento social e individual del ser profesional.
Esos tres referentes marcan también los enfoques que la profesión
ha privilegiado a la hora de enfrentar la problemática de
la pobreza.
El polo político desde los cambios estructurales y en las
políticas sociales, el religioso en la toma de conciencia
de un común origen y destino, y por lo tanto, en una visión
de comunidad, de hermandad, de ayuda mutua. El polo vocacional,
centrado más bien en el don de sí mismo por los demás
que brota de una singular convicción de que las profesiones
deben servir y no servirse desde sus posiciones sociales.
Cualquiera sea el origen de la relación con el tema de la
pobreza que tenga la articulación profesional todas ellas
pueden hoy singularmente compartir el fenómeno histórico
que se consolida en la década de los noventa, el cual de
alguna manera se expresa en la Cumbre Social Naciones Unidas de
1995, el que la pobreza es creada por los hombres y que es una situación
humanamente inaceptable, por los que debe ser erradicada del planeta.
Nunca como en esta última década, tantos profesionales
de diversas disciplinas, como desde la educación, la economía,
la sociología, la lingüística, la antropología,
han estado realizando esfuerzos de reflexión en torno a estrategias
para la superación de la pobreza. Un variado arsenal de perspectivas
ha enriquecido el diálogo interdisciplinario respecto al
tema, constatándose que ya no es un territorio exclusivo
de ninguna en particular aunque sí cada uno constituye mapas
diferenciados de éste, marcado por las singulares manera
de mirar el problema.
Escuché decir a un alto funcionario del Banco Mundial que
le da envidia el tratamiento que de la pobreza hace en el Informe
del Consejo Nacional para la Superación de la Pobreza de
Agosto de 1996 porque que contiene en su primera parte la palabra
de los dirigentes sociales sobre el tema de la pobreza en Chile,
la cual fue recogida mediante grupos de discusión, analizada
sistemáticamente y expuesta. Esto hace pensar en un sentimiento
de "incumpletud" por parte de los enfoques macroeconómicos
respecto a dar cuenta de los fenómenos. Leer los últimos
informes de Naciones Unidas Desarrollo Humano en Chile nos hacen
percibir en su metodología y estructura una nueva óptica
para entender de qué se trata la satisfacción de las
necesidades humanas, de la cual se puede deducir la presencia de
la dimensión subjetiva y social comunitaria de la pobreza.
Se ha pasado de las definiciones de variables del desarrollo centradas
en lo económico y de satisfacción de necesidades básicas
al de calidad de vida y calidad de vida socialmente organizada,
socialmente articulada.
Hay múltiples indicaciones que evidencia estas nuevas miradas,
miradas que dan mayor centralidad a la realidad de los espacios
en que se mueve trabajo social, esto debido a que la pobreza es
un tema complejo, que rehusa reducirse a un conjunto de indicadores
y estrategias estructurales reproducidas a escala mundial, esto
debido a que las mayores claves de su resolución, particularmente
en lo que a pobreza dura se trata, están en los niveles locales
- situacionales, dado que sólo desde allí se puede
superar el enfoque de mera carencia por el de carencia - potencia.
A
la fecha no se ha fortalecido suficientemente el enfoque de potencia,
de resilencia social, de partir desde las capacidades de los más
pobres. Este ha sido un discurso subordinado durante una década
de políticas sociales globales que han seguido un patrón
centrado en los modelos clínico en salud, conductista en
educación, de mercado en vivienda, de capitalización
individual en seguridad social.
Hace unos días una profesional historiadora, a propósito
de un coloquio sobre tercera edad nos compartía que ella
veía un enorme potencial en lo que trabajo social estaba
haciendo en los municipios con los talleres organizados por las
oficinas del adulto mayor, allí se estaba generando una nueva
base de identidad para el adulto mayor, de invalente a valente,
de marginado y aislado a asociado y consciente de sus derechos y
posibilidades. Esto decía, constituye un fenómeno
de corta duración en las coordenadas históricas, pero
que incuba una historia de larga duración, que constituye
lo que se conocerá en un futuro no muy lejano como las sociedades
de tercera edad, en que se irá reposicionado la vejez como
una fuerza activa en la sociedad dado su mayor horizonte temporal
con capacidad funcional junto a la tendencia a la nuclearización
de los hogares.
Esto,
tan micro como un conjunto de talleres de trabajo educativo, recreativo,
deportivos, etc., decía tienen una perspectiva macro social,
de la cual muchas veces los trabajadores sociales no estamos conscientes.
En muchos campos los trabajadores sociales están "tejiendo"
coordenadas de futuro, coordenadas de sociedad, de alguna manera
a veces silenciosa y a veces sin darnos cuenta, estamos dando dirección
a perspectivas. Esto es más que una terapia para una profesión
que muchas veces quisiera reivindicar una consideración más
central en los temas de superación de la pobreza.
Yo me preguntaba, en cuántas áreas como la de la mujer,
las etnias, el trabajo con niños en el tema de los derechos,
del maltrato, el autocuidado en salud, el trabajo social no está
conscientemente trabajando en coordenadas de futuro o en historias
de largo plazo. Puede alguien sugerir que pensar lo que hacemos
como procesos de larga duración puede ser una forma de conformismo,
pero la lectura es ¿cómo podemos hacer eso conscientemente,
cómo miramos en el presente el futuro y cómo articulamos
los acontecimientos para que eso suceda? ¿Cómo ir
más allá de la trivialización, del activismo,
del cosismo? ¿Cómo articular estratégicamente,
como ir de los movimientos cotidianos a los de mediano y largo plazo?
Hay muchas señales en esta dirección, los historiadores
de la vida cotidiana, y las teorías de construcción
social, las teorías de los microespacios de poder en las
relaciones sociales, personales y organizacionales, nos están
instrumentando para entender que las legitimaciones de "colectivo"
van tanto de abajo hacia arriba como de arriba hacia abajo.
Somos protagonistas de un espacio privilegiado en relación
a los cambios en lo social, con un enorme potencial de recreación
y transformación, ¿lo habíamos pensado tan
así algunas veces, tal vez más como un sentimiento
no expresado?
Tampoco se trata de entrar nuevamente en uno de esos círculos
de autopotenciación en que nos sentimos el centro de escenario,
de la revolución o de no se qué tremenda mejor causa,
sólo es un llamado de atención a mirar lo que hacemos
cotidianamente en las coordenadas de construcción de la historia
como potenciadores, creadores de futuro, como colaboradores de tendencias
sociales maximizadoras del bienestar, en articulación con
otros profesionales.
En lo señalado hay la definición de un espacio de
trabajo social en lo socio educativo, en lo organizativo, en lo
referido al empoderamiento de grupos sociales marginalizados, un
espacio que reencante las políticas sociales desde las personas
y no para las personas, para los grupos sociales y no sólo
para los individuos frente al mercado y el Estado, para dar curso
a las capacidades y no para proveer en la incapacidad.
Considerando
los cambios que en la manera de pensar el tema de la superación
de la pobreza se han ido dando este último tiempo, estaba
revisando el libro (de hace unos meses) del Centro de Estudios Públicos,
en que bajo el título de "La Transformación Económica
de Chile" publica un artículo de Arístides Torche
titulado: "Pobreza, Necesidades Básicas y Desigualdad:
Tres Objetivos para una sola Política Social". En este
el autor, después de hacer análisis de las políticas
de superación de la pobreza desde la década de los
sesenta termina concluyendo respecto a la agenda pendiente señalando
entre otros aspectos que: "La noción de carencia enfatiza
lo que falta, lo que no se tiene y, por lo tanto, dificulta la incorporación
en pleno de los propios afectados.... Una alternativa es partir
del camino inverso.... incorporando desde la partida a los beneficiarios
en la construcción de su propio destino....", y luego...
"Un último punto consiste en el enriquecimiento del
concepto de capital humano que nuevamente está centrado en
más educación, mejor salud, mayor vivencia. Es decir,
en aquello de que carecen los grupos pobres...., (debemos pensar
en) .... el enriquecimiento del capital social, que enfatiza, además,
la red de relaciones sociales que es algo de que si disponen los
grupos en situación pobreza y que puede ser potenciado si
ellos participan desde el principio en su mejoramiento, readecuación
o modificación de acuerdo a sus circunstancias".
Estas consideraciones finales que el autor estima más arriesgadas
pero más gratificantes, no son un discurso nuevo en el pensamiento
liberal, todo el concepto de desarrollo local es de esta vertiente,
lo que si es significativo es que en el Chile de los 2000 se esté
dando una apertura a la articulación social por parte del
pensamiento macroeconómico, superando en parte, los temores
y censuras a la articulación de actores y sujetos. No había
leído hasta ahora en artículos de este tipo una apertura
similar.
Esta reflexión desde la articulación local no deja
de dialogar con los referentes globales, no se dan los movimientos
de corto plazo insertos en los de largo plazo, sino, en un contexto
marco de una estrategia macropolítica, estos son temas que
a todos nos incumben desde lo local dado que lo que esta sucediendo
a nivel global dialoga permanentemente, de manera particular en
cada caso, con la intervención social en el territorio, como
no considerar que lo que se defina como mayor o menor apertura económica
país no va a influir en los microespacios económicos
por ejemplo.
Hoy,
en las estrategias globales de pobreza parecen haber más
consensos que desencuentros entre los distintos sectores políticos,
no se pone en duda que el modelo económico neoliberal sea
el sustrato más adecuado para el desarrollo del país
(salvo los cuestionamientos de la izquierda tradicional), sólo
se discute por privatizaciones más o menos o por un rol más
activo o pasivo del estado en relación a la reactivación
económica y la creación de empleo o en dar mayor o
menor espacio al mercado en las decisiones de política.
A ratos en el discurso público las diferencias entre las
alternativas de centro izquierda y centro derechas pareciera estar
en la mayor o menor redistribución de recursos, esto se refleja
en las diferencias respecto a la ley laboral que implica evidentemente
redistribuir recursos al dar más o menos poder a los sindicatos,
es decir, facilitar la acumulación o la redistribución
al aceptar la negociación colectiva por ejemplo. En la discusión
de la ley de rentas municipales que intenta gravar en mayor proporción
a las empresas, a la discusión sobre el fondo común
municipal que busca llevar más recursos de los municipios
ricos a los pobres, y en la reforma tributaria que de alguna manera
si no implica aumentos de impuestos, faculta al Estado para realizar
una labor más acuciosa en el control del pago de éstos.
A
todo esto hay que agregar, como insinuamos, los componentes derivados
de la globalización por la firma de tratados bilaterales.
Chile es el segundo país en el mundo después de México
en el número de tratados a nivel mundial, lo que afecta especialmente
a la agricultura tradicional.
Aunque en la ecuación global se diga que estos acuerdos comerciales
favorecen a la economía como un todo, muchas veces no se
establecen las debidas compensaciones a los sectores afectados.
Lo más probable es que esta política de apertura siga
intensificándose con su impacto en los espacios locales en
que trabajan los Trabajadores Sociales. La pregunta es cómo
hacer de la globalización un apoyo al desarrollo local, como
las localidades se insertan en esta. Los Trabajadores Sociales hemos
estado un poco ausentes en este fenómeno, no hemos desarrollado
un discurso que facilite la inserción de sectores productivos
marginados a las posibilidades de estos nuevos escenarios. Todo
el tema de apoyo a talleres productivos y pequeña agricultura
campesina retoma hoy una mayor centralidad. El Trabajo social no
puede sólo quedarse en las variables sociales del desarrollo,
debe integrar una visión más integrada del este. Los
temas de reconversión laboral y apoyo al autoempleo son crecientemente
demandas a las que hoy están respondiendo muchos Trabajadores
Sociales contratados por Organizaciones no Gubernamentales.
Si miramos las estrategias que se ha seguido en Chile para enfrentar
la pobreza en la última década, se aprecia una evolución
de las tendencias focalizadoras extremas a focalizadoras amplias,
esto en el sentido de hacer más tenues las líneas
de elegibilidad de los programas en el entendido que una "línea"
es un artificio y bien sabemos los trabajadores sociales que detrás
de este artificio cuantitativo se esconde muchas inequidad por falta
de consideración de la complejidad de la pobreza, de lo multi
problemático que ésta implica.
Otra tendencia es pasar de la autofocalización por acceso
voluntario a una focalización activa desde el municipio o
desde los servicios, en un ir hacia los grupos vulnerables y no
esperar que estos vengan a nuestras oficinas a llenar las fichas.
Estos dos conceptos están asociados a una visión más
activa de las políticas y un poco más universal.
Estas maneras de relacionarse las políticas globales con
lo local, dejan una enorme cantidad de vacíos, se hace necesario
un mayor diálogo de las políticas universales, iguales
para todos con las realidades situacionales locales, de grupos,
de territorios, en la que los cambios y el desarrollo puedan articularse
con mayor autonomía respecto a la atomización de los
servicios públicos, constituyendo efectivamente los territorios
unidades reales de inversión cruzadas ( de distintos programas
y servicios).
La
evolución de las estrategias de superación de la pobreza
ha sido un poco traumática, a los esfuerzos del Plan Nacional
de Superación de la Pobreza liderado por Luis Maira en el
Ministerio de Planificación Nacional, le siguió una
estrategia más lineal liderada por el Ministro de Hacienda
de la época Andrés Aninat que centró buena
parte de la energía en la viga maestra de la educación.
Un
estudio del Banco Mundial realizado en base a un modelo de simulación
que permitió combinar variables como crecimiento económico,
pobreza, desigualdad y educación de la Fuerza de Trabajo
evidencia que en la región uno de los factores más
significativos que perpetúa la desigualdad es la distribución
de los presupuestos en educación, los que tenderían
a privilegiar el crecimiento de los aportes a la educación
universitaria en detrimento de la educación básica.
El estudio termina concluyendo al proyectar las variables en el
actual ritmo de crecimiento de América Latina durante los
próximos diez años habrá dos pobres más
por minuto. Sólo un acelerado aumento de la formación
en capital humano puede sacar rápidamente a la región
de la pobreza. Esto implica educación básica universal
de calidad para todos los jóvenes en los próximos
20 años.
Este sería uno de los referentes que tuvo en sus manos el
ex Ministro de Hacienda Sr. Aninat, cuando luego de la reevaluación
del Programa de Superación de la Pobreza impulsado por el
gobierno del presidente Eduardo Frei se decide "centrar los
esfuerzos de superación de la pobreza en la educación",
destinando recursos para aumentar las jornadas escolares y perfeccionar
al profesorado.
No
obstante, todos sabemos que en la educación se necesita transformaciones
importantes como para superar los niveles de inequidad en que se
desarrolla la educación pública en Chile respecto
a la privada.
La reforma educativa esta significando nuevas oportunidades para
los Trabajadores Sociales, en la coordinación de programas
de prevención, en las acciones de Salud Mental en educación,
en la implementación de nuevas formas de retención
escolar, ampliación y diversificación de beneficios
sociales para los estudiantes, en fin es un proceso aún inacabado,
y lo sabemos, la reforma educativa no será tal sin la participación
de todos los profesionales, de los apoderados, de la sociedad en
su conjunto.
De
hecho, la ampliación de la jornada escolar, la transformación
programática, el perfeccionamiento de los profesores son
un esfuerzo importante, pero no pueden reemplazar un trabajo coordinado
en otros ámbitos del desarrollo social.
La centralización de la estrategia frente a la pobreza en
la educación surge cuando se evidencia que los esfuerzos
de coordinación de la lucha contra la pobreza llevada adelante
por Mideplan con el Ministro Maira, no estaban dando resultados,
luego, el Ministro Sergio Pizarro, que reemplaza al renunciado Ministro,
intenta articular un conjunto de programas creando verdaderos "Consorcios"
públicos, en que los programas fueran dirigidos por representantes
plenipotenciarios de los distintos ministerios involucrados. Así
surge entre otros programas, por nombrar el más emblemático
de este período el "Chile Barrio", no obstante,
en la práctica inicialmente adolece de similares dificultades
de coordinación que las políticas de concentración
de inversión pública en comunas prioritarias por razones
de pobreza. Se había cambiado la escala de la intervención
más no así las dificultades de coordinación.
Lo que está en parte, en el sustrato de muchas de las ineficiencias
del aparato público dicen relación con que acceden
a los gobiernos coaliciones multipartidarias sin una cultura de
servicio centrada en la gente en vez de en las relaciones políticas,
generando demasiado ruido a la hora de decidir quién "corta
las cintas".
Puede apreciarse que los procesos centrales y los locales no han
logrado acoplarse adecuadamente para responder a las necesidades
específicas de los territorios y grupos específicos.
Los Trabajadores Sociales sabemos de estas articulaciones, hemos
vivido el divorcio entre las partidas de recursos y las reales necesidades
estratégicas de la superación de la pobreza para los
grupos y territorios con que trabajamos. De alguna manera también
sabemos de la rigidez contable, de los controles y de la repetición
al infinito de las mismas soluciones muchas veces evaluadas como
insuficientes.
En Francia y en la experiencia de algunos estados norteamericanos
los planes de superación de la pobreza están coordinados
al más alto nivel, esto significa que dependen directamente
de la Oficina de la Presidencia y tienen "efectivamente"
prioridad uno. Se catastran los bolsones de pobreza y luego se nombra
un responsable de alto nivel de calificación técnica,
el que desarrolla diagnóstico y genera un "paquete"
de proyectos en diversas áreas del desarrollo comunitario;
productivos, infraestructura, salud, vivienda, etc. Y este "paquete"
de proyectos tiene prioridad uno para su financiamiento en el presupuesto
de los respectivos ministerios, previa consideración de calidad
técnica y compatibilidad administrativa. La ventaja está
en la sinergia. Es muy parecido al Chile Barrio pero con mayor poder
de coordinación ejecutiva efectiva de recursos y nivel técnico.
Hoy los escenarios son distintos, más inestables más
desafiantes para todos. Pero ¿cuáles son las señales
positivas?. Se observa el surgimiento de nuevas líneas de
programas que tienden a la equidad, como las becas de enseñanza
básica que buscan retener a los alumnos más pobres
y vulnerables en la educación. El aumento progresivo de la
cobertura de educación parvularia, que apunta a facilitar
a las mujeres el acceso al trabajo y a los niños una estimulación
más sistemática de su desarrollo cognitivo, afectivo
y motor. El fortalecimiento de la red de servicios conectados al
programa Chile Barrios. Se están estudiando las reformas
de SENAME y Salud. Se está ya implementando la reforma judicial
que permitirá un más expedito acceso a la justicia
para todos. En general buenas señales. El presupuesto del
2001 trae también promesas de mayor equidad al considerar
efectivamente fondos para situaciones de cesantía masiva.
Estas en general son buenas noticias para quienes laboramos día
a día de cara a las familias pobres, pero sabemos que siempre
los recursos serán limitados más aún en coyunturas
económicas difíciles.
Las sombras son, la situación de la pequeña empresa,
las proyecciones realizadas respecto al número de personas
que no alcanzará en Chile a completar los mínimos
de cotizaciones para su previsión. El efecto añadido
del aumento de la informalidad laboral conllevando menor número
efectivo de personas cotizando, La vejez se está transformando
en buena medida en sinónimo de pobreza para muchos chilenos.
Según cifras de la OIT el 90% de los trabajadores de América
Latina no tendrá seguridad social para su vejez. Pero no
sólo la vejez, también la precarización del
trabajo se está convirtiendo en sinónimo de pobreza
para muchos esforzados trabajadores. Los sueldos mínimos
en Chile están bajo la línea de la pobreza por muchos
años, estos se calculan como para que al menos dos personas
trabajen en un grupo familiar de tamaño promedio. Hay regiones
como la novena, en que más de la mitad de los trabajadores
ganan sueldos bajo la línea de la pobreza.
Frente a estos escenarios la profesión en esta última
década ha dado pasos importantes en su consolidación
respecto a proyectar soluciones en los diversos campos, hoy buena
parte de nuestros colegas se han ido especializando en temas: mujer,
tercera edad, menores, desarrollo local, y se han incorporado a
programas de formación de post título, post -grado.
Esto ha sido posible por que se ha ampliado la oferta educativa
y cada vez el campo de acción se hace más competitivo
respecto a la afluencia de otros especialistas en las áreas
que tradicionalmente fueron patrimonio casi exclusivo de la profesión
y nuestros profesionales son aceptados también en otros privativos
de geógrafos o arquitectos o terapeutas. Por otro lado, lo
complejo de estas nuevas realidades nos obligan a mirar de manera
más global las transformaciones en las distintas problemáticas
y realidades locales, lo que implica habilitarse en nuevas lecturas,
más diversas y complejas.
No obstante, el capital más importante de Trabajo Social
es que el trabajo "con" la gente, con la gente marginada,
es más que una cuestión de técnica y eficiencia,
es más que conocimiento disciplinario y expertis, es compromiso
"natural", déjenme usar esa palabra. Tiene que
ver con la formación de actitudes y habilidades, con una
manera de mirar a la gente que cada vez se ha ido haciendo más
de admiración, de admiración de sus mundos culturales
propios, de sus capacidades, de lo que son capaces de hacer las
personas cuando tienen un buen motivo para ello, eso es válido
para la superación de la pobreza como para la rehabilitación.
Por
eso creo que Trabajo Social es la profesión de la revitalización
de sentidos, de identidades, de valores, reivindiquemos aquello
que siempre hemos sido, la mirada que siempre nos singuraliza, aunque
la mirada instrumental de programas "para" la gente en
vez de con la gente nos agobie, aunque a veces la oferta de políticas
pobres para los pobres nos indigne, les hago un llamado a recuperar
el sentido a reencantar el gusto por los procesos de largo plazo
, por esas transformaciones silenciosas que en lo cotidiano van
forjando transformaciones culturales de largo plazo en la cultura
de respeto de los derechos de la vejez, de los niños, a la
mujer.
La
transformación más importante es la constitución
de sujetos sociales orgullosos de sí mismos, activos, organizados,
con ganas de hacer cosas y de defender su dignidad, no hay nada
peor para un estado, para un gobierno que una población sumisa,
sin identidad, dispuesta a recibir lo que le den por que total es
gratis. Esa cultura nos lleva por el derrotero de la decadencia
y la mediocridad, nada bueno surge de mendigos agradecidos y obedientes,
necesitamos sujetos que exijan calidad, calidad en la educación
y sepan qué significa aquello, calidad en los servicios de
salud y que sepan que es una atención de calidad en salud,
calidad en las viviendas, ¿quién controlará
la calidad de los servicios sino quienes están conscientes
de que ejercen un derecho a recibirlos?
Quiero agradecer la ocasión que ha significado esta invitación
para estar con ustedes, por la oportunidad que esto implica de compartir
algunos sentimientos y experiencias y sentir que los sentidos de
lo 60, y los 70 todavía laten en los del 2000, que Trabajo
Social tiene misión, misiones.
Concepción,
noviembre 09 de 2000.
Londoño,
Juan Luis. Pobreza, Desigualdad y Formación del Capital Humano
en America Latina, 1950 - 2025. Banco Mundial , Washington D.C.,
1996.
CONSEJO
NACIONAL PARA LA SUPERACIÓN DE LA POBREZA. La pobreza en
Chile: un desafío de equidad e integración social.
Editorial Despertar . Agosto 1996
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