VARIACIONES SEXUALES MASCULINAS

                                                                                                              Raúl E. Martínez M.

                                                                                                                                             Doctor en Psicología

 

Los datos de la calle así como muchas investigaciones, indican que los hombres en una mayoría estadísticamente importante, aprecian más que las mujeres un sexo aventurero, manifiestan una mayor diversidad de conductas sexuales, elaboran fantasías más novedosas y osadas y muestran una mayor tendencia a la infidelidad (con descompromiso emocional) y a la promiscuidad. Se han propuesto explicaciones sociológicas e ideológicas para dar cuenta de esta diferencia. Se afirma por ejemplo que la cultura machista ha sometido por largo tiempo a la mujer en beneficio propio social, económico, emocional y físico, y que entre los efectos de tal sojuzgamiento aparecería la coartación sexual femenina, a la par de una abusiva libertad del hombre. Sin embargo, cabe preguntarse por qué la mujer ha soportado durante cientos de años, en la gran mayoría de las culturas y agrupaciones humanas, una condición sexual que fuera en contra de sus tendencias naturales esenciales.

Reconociendo que tratar el problema con máxima exactitud sería una tarea muy ardua, podemos intentar asumir una postura intermedia y mesurada. Diversos hallazgos científicos permiten sostener que efectivamente la mujer no ha tenido históricamente la oportunidad de manifestar su sexualidad en plenitud, pero que probablemente sus conductas sexuales más liberales seguirán siendo, en general, más conservadoras que las del hombre. La diferencia esencial arrancaría, según los psicobiólogos, desde el desarrollo diferente de los embriones que luego darán origen a un hombre o a una mujer. Desde el momento en que se unen un óvulo y un espermatozoide, todo embrión humano es inicialmente hembra y dará origen a una mujer si no sufre el efecto de hormonas masculinizantes. Por el contrario, a lo largo del período intrauterino de gestación de un hombre, aquel embrión originalmente hembra sería "bañado" por decirlo así, por hormonas masculinizantes en diferentes momentos para cada individuo en desarrollo; lo cual significa que resultarán afectados distintos sitios del cerebro en crecimiento de distintos hombres. Sobre esta base, los hombres entre sí tendrían mayores diferencias sexuales que las mujeres entre sí. Si a esta influencia biológica se le suma la mayor permisividad con que se tratan los juegos sexuales de los varoncitos, es fácil explicar la mayor amplitud de apetencias, preferencias y conductas sexuales del hombre y también se hace comprensible el por qué en éste mucho más que en la mujer, aparecen las llamadas "variaciones sexuales", como el fetichismo, el voyerismo y el trasvestismo. Incluso, se sabe que los homosexuales tienden a ser menos fieles y más promiscuos que las lesbianas, las que en buen número buscan y mantienen relaciones exclusivas.

Sin embargo, aceptar que el hombre tienda a una sexualidad más intensa, variada o "desordenada", no implica darle argumentos para llevar a cabo irresponsablemente conductas sexuales riesgosas y desconsideradas, como tampoco condenarlo a ser un resultado fatal de fuerzas biológicas incontrolables. Tampoco será útil criticar y castigar sin más el descompromiso y la infidelidad abusiva del hombre, así como no lo sería el ridiculizar o rechazar el conservadurismo femenino. La idea es que un mejor conocimiento facilite al hombre y a la mujer una mayor comprensión de las tendencias sexuales masculinas y una participación y acuerdo conjunto para regularlas y controlarlas en beneficio de una relación estable, profunda y comprometida.