TESTOSTERONA Y MATRIMONIO

 

                                                                                     Raúl E. Martínez M.

                                                                                                              Doctor en Psicología

 

El año 1993, A. Booth y J. Dabbs, investigadores de las Universidades de los Estados de Pennsylvania y de Georgia, llevaron a cabo un estudio en un grupo de hombres entre 33 y 44 años de edad, acerca de la relación entre nivel de testosterona (hormona masculina) y la disposición a casarse y a divorciarse, además de la calidad de sus matrimonios. A cada hombre se le extrajo una muestra de la concentración de testosterona en su organismo, antes del desayuno de un día prefijado. Todos los sujetos participantes debieron responder a un número de preguntas como las siguientes : ¿ Han estado Ud. y su esposa separados por problemas en su matrimonio?, ¿ Ha tenido Ud. relaciones sexuales fuera de su matrimonio?, ¿Ha golpeado o lanzado objetos a su esposa?, ¿Con qué frecuencia conversa con su esposa, cuando hay problemas entre Uds.?, ¿Con qué frecuencia su esposa está a su lado cuando Ud. la necesita?.

Los autores constataron que los hombres con más altos niveles de testosterona se caracterizaban por una menor disposición a contraer matrimonio, y una mayor probabilidad  de divorcio o separación de la esposa por algún tiempo, de relaciones sexuales extramatrimoniales y de violencia física contra la pareja, teniendo en general una vida matrimonial más pobre y difícil que los hombres con más bajos niveles de testosterona. Esta relación puede explicarse a partir de los datos de otras investigaciones que señalan que la testosterona se asocia a la agresión, la tendencia a dominar, la búsqueda de nuevas sensaciones, y la conducta antisocial ( participar en riñas, violar normas del tránsito y usar  drogas). Se entiende muy bien que un hombre agresivo, dominante, etc., tenga grandes dificultades para convivir en una relación de pareja que conlleva grados variables de frustración y molestia.

Los resultados de esta investigación podrían conducir a pensar que existe una relación directa y obligatoria entre un factor biológico como es el alto nivel de testosterona en el hombre y un hecho psicológico y social como son los problemas en la relación de pareja. Booth y Dabbs aclaran que hombres y mujeres, por efectos de la cultura circundante, son capaces de controlar sus impulsos. Este control puede y debe iniciarse con una enseñanza apropiada de los hijos por parte de sus padres, que consiste en ofrecerles siempre una gran cantidad de apoyo y cercanía a la vez que aplicar un control moderado a su conducta, lo cual deja fuera el uso y más aún el abuso, de las presiones y la vigilancia. Declaran además los investigadores que con la adecuada enseñanza temprana de los padres, los hombres con niveles altos de testosterona podrían incluso sacarle partido a su característica biológica, pues estarían más dispuestos genéticamente que otros hombres a buscar nuevas sensaciones y a tomar la iniciativa para ampliar y profundizar la experiencia de intimidad matrimonial. Esta última idea estaría respaldada porque en el estudio descrito, algunos de los hombres con alto nivel de testosterona manifestaron tener matrimonios felices, lo cual se relacionó con una conveniente enseñanza familiar del autocontrol.