¿QUE ENTENDEMOS POR AMOR?

                                                                                   Raúl E. Martínez M.

                                                                                                           Doctor en Psicología

 

En nuestra cultura occidental de raíces grecoromanas y judeocristianas, el amor fue por muchos años castillo inexpugnable de filósofos y poetas, razonando los primeros acerca de su origen, función y significado, y los segundos ponderando emotivamente sus delicias y sinsabores. El holandés Theodore Van de Velde escribió el Matrimonio Perfecto (1930), entremezclando sugerencias de índole médica con elucubraciones de matiz psicológico y abordando poéticamente la espiritualidad del sexo en pareja. Podemos decir que en algún sentido, esta línea fue retomada aunque obviamente muy mejorada, con los trabajos de laboratorio de Masters (ginecólogo) y su esposa Johnson (psicóloga) en la década de los 70. Con el anticipo de los amplios estudios sociales de Kinsey y sus colaboradores acerca de la sexualidad (1948 y 1953), al iniciarse la década de los 80, un número de psicólogos, sociólogos y antropólogos comenzaron a investigar científicamente el amor.

El sociólogo norteamericano John Lee (1975) preguntó a coterráneos, canadienses y británicos, qué significaba para ellos el vocablo "amor", y descubrió que al decir alguien "te amo", tiene en mente un concepto muy personal que quizás sea diametralmente opuesto al de su pareja. A partir de estos datos J. Lee estableció una tipología del amor, que creo útil conocer pues facilita la comunicación y la adecuada traducción de las palabras entre quienes viven una relación afectiva.

El amor "erótico" es aquél caracterizado por una fuerte atracción física (estética y/o sexual). El amor "lúdico" es sentido por quien disfruta de la compañía de su pareja, como un pasatiempo placentero, sin involucrarse ni comprometerse demasiado. El amor "fraternal" es tranquilo, más bien amistoso. Por el contrario, el amor "maníaco", tema de obras literarias intensamente dramáticas, es apasionado y ocasionalmente marcado por la tragedia, pues el amante maníaco pasa desde el extasis por la cercanía y la certeza del afecto del otro, hasta los celos furibundos por nimias frialdades y supuestos abandonos. El amor "pragmático" es reflexivo, racional, práctico y quien lo experimenta elige a su pareja de acuerdo a los intereses y características de personalidad similares. El amor de entrega o "ágape", expresa la forma cristiana de dar todo a cambio de nada o muy poco; éste es sin duda, un tipo de amor de pareja en vías de extinción contemporánea .

Con este conocimiento, creo que cada persona puede estar en mejores condiciones para interpretar correctamente las conductas de su pareja, y entender el por qué de su reclamo cuando se queja de no ser amada. Quizás también una persona pueda ofrecer en la medida de lo posible alguna muestra del amor que al otro le importa.

Junto a otras tantas deficiencias en nuestro mundo cultural y en nuestra formación para la vida, también carecemos de la habilidad y la información que podría permitirnos una más adecuada elección de pareja, sobre la base de compartir una idea similar de aquel sentimiento llamado "amor", que se resiste a ser aprisionado por una sola concepción. En este caso, como en muchos otros de características personales, los opuestos quizás se atraigan por lo desconocido y peculiar, pero puede garantizarse que si no se piensa ni se siente un mismo tipo de amor, la relación de pareja será débil y desafortunada, aunque los involucrados realmente estén "amando", sólo que a su particular manera.