ORGASMO, PLACER Y SATISFACCION

 

                                                                                                    Raúl E. Martínez M.
  
                                                                                                                                Doctor en Psicología

 

  La mayoría de las personas, incluídas aquéllas que poseen conocimientos vastos acerca del sexo, suponen que el orgasmo es per se placentero y que este gozo es equivalente a la satisfacción sexual. Esto no es siempre así.

    En su manifestación motora el orgasmo consiste en un número de contracciones reflejas de los músculos isquio y bulbocavernosos (en la base del pene o en torno a la entrada vaginal) que en el hombre producen la eyaculación que, según algunos investigadores, puede ocurrir también en ciertas mujeres. Sensorialmente, el orgasmo se experimenta como una especie de intenso cosquilleo. Cuando el orgasmo conlleva placer - asociación que ocurre en la mayoría de las personas - la experiencia subjetiva es bastante variada y colorida. Sabemos además que algunos escasos hombres pueden disfrutar de orgasmos placenteros sin eyaculación, lo cual es la regla para la mayoría de las mujeres.

    Sin embargo, también existen los orgasmos ahedónicos (o sea, no placenteros) en hombres y mujeres que informan sólo experimentar una especie de alivio de la tensión muscular que ha aumentado progresivamente durante la etapa de excitación. Naturalmente estas personas no están muy dispuestas a repetir el encuentro sexual y pueden llegar a sufrir una disminución importante del deseo.

    En ocasiones existe una incongruencia entre orgasmo placentero e insatisfacción sexual. Una forma leve de ella ocurre en las mujeres que logran sus orgasmos más potentes por estimulación del clítoris, los que paradojalmente juzgan menos satisfactorios que los obtenidos por estimulación vaginal (apreciados estos últimos como más débiles). Quienes sufren a mi entender una auténtica disfunción son las personas que, después de una intensa excitación y un potente orgasmo placentero durante el acto sexual, sufren desagrado, pena, enojo, etc. Es posible explicar esta discrepancia teniendo en cuenta que el ser humano no sólo experimenta sensaciones y emociones sexuales placenteras, sino que también enjuicia su calidad en función de la circunstancia en que ocurre el acto sexual, el tipo de persona con quien lo lleva a cabo y las características de la relación global. Esto implica que muchas personas sufran una condición ambivalente, permaneciendo relativamente satisfechas sexualmente (pero con escaso placer) en una relación de pareja estable, a la vez que sostienen otros encuentros altamente placenteros pero insatisfactorios.

En definitiva, el orgasmo, el placer y la satisfacción no siempre convergen hacia una experiencia subjetiva unitaria y consistente.