FEMINISMO Y DIFERENCIAS SEXUALES

 

                                                                                                    Raúl E. Martínez M.

                                                                                                                                 Doctor en Psicología

 

                    En un comentario anterior aludí a un número de diferencias psicológicas entre el hombre y la mujer, sobre la base de reiterados estudios. Creo que ambos sexos ( y los subgrupos a su interior) pueden aceptar sin mayor problema la realidad de tales diferencias: tanto los hombres "machistas" como los que no lo son, y también las mujeres "feministas" y las que no participan de su movimiento de emancipación. Las discrepancias surgen al momento de cómo explicarlas.

            El feminismo afirma que, desde tiempos inmemoriales, el hombre ha disfrutado de un estatus social superior y que ha hecho uso de su poder reduciendo a la mujer a un rol subordinado, además de considerarla en sus relaciones de pareja como un objeto al que puede imponer sus deseos y forzarle a satisfacer sus necesidades. El ejercicio de este poder se habría iniciado históricamente, probablemente con el despliegue de la fuerza bruta, estabilizándose al crearse instituciones en las que el hombre decide y dirige, impidiendo a la mujer entre otras cosas el acceso al trabajo remunerado, afirmando que debe permanecer en casa desarrollando laborares hogareñas, cuidando a los hijos y a su servicio, usando el dinero como recurso de presión. Esta estructura social de la relación hombre-mujer se mantuvo por siglos, porque la propia mujer fue convencida de asumir un papel dependiente, transmitiendo a sus hijos/as esa misma creencia. Esta situación comenzó a cambiar, entre otros motivos, porque la mujer se incorporó a la fuerza laboral en las sociedades industrializadas de nuestro siglo, y porque la aparición de la píldora anticonceptiva le permitió decidir respecto a su embarazo y al ejercicio libre de su sexualidad, comenzando a pensar en la búsqueda de su propio placer, liberándose progresivamente de la culpabilidad y la represión cultural.

                        En la línea de la argumentación feminista, me parece muy ilustrativo lo que M.L. Lerer (1986) dice: "Fue la primera mujer, Eva, la que hizo que el varón dejara de ser hijo de Dios para ser hijo del conocimiento, y hasta nuestros días hemos venido purgando la culpa de ese pecado original. Pagar esa culpa era callarse, ocultar sentimientos, esconder satisfacciones y que nuestra realización dependiera de las pautas socialmente establecidas: crear una familia, complacer y mantener lo más alta posible la autoestima del varón". Agrega la autora: "Desde que nacemos y abrimos nuestros ojos a este mundo, vamos recibiendo mensajes que sin darnos cuenta nos adaptan a un modelo que nos pide sacrificio, dependencia, pasividad..." . Tampoco faltan datos históricos para apoyar la queja feminista. Por ejemplo, en la Edad Media existió el "derecho de pernada" (el señor feudal disfrutaba la primera noche de bodas con la esposa de su siervo recién casado) y la exigencia de usar el cinturón de castidad. En tiempos más recientes, las mujeres han sufrido el acoso sexual en sus trabajos por parte de sus jefes hombres, que les amenazan con el despido o que insisten majaderamente en sus solicitaciones.

                            A pesar de todo, existe otra explicación de las diferencias sexuales, distinta a la feminista, que también debe ser considerada porque sus argumentos y evidencias son muy contundentes.