¿ EXCITACION SEXUAL O TEMOR ?

                                                                                                           Raúl E. Martínez M.

                                                                                                                                         Doctor en Psicología

Alfred Kinsey y sus colaboradores (1953) destacaron un interesante hecho que probablemente es de escaso conocimiento público. Los autores establecieron en primer lugar 21 fenómenos fisiológicos que ocurren durante la excitación sexual (aceleración del pulso, irregularidad y aumento de la frecuencia respiratoria, aumento de la tensión y de la fuerza muscular, inhibición de la actividad gastrointestinal, dilatación pupilar, etc.). Después constataron que en la ira y el miedo ocurría un 71% de estas mismas reacciones, mientras que asociado al dolor aparecía un 66% de ellas.

Me interesa por ahora destacar que la emoción de temor (probablemente porque comparte una porción importante de los fenómenos fisiológicos) puede facilitar la aparición de la excitación sexual o aumentarla cuando ya se ha producido.

Hoon y colaboradores (1977) demostraron en un experimento, que las mujeres que vieron durante 2 minutos un trozo de película en que aparecían las reacciones de pánico de accidentados en carretera, mostraron una excitación sexual rápida e intensa cuando posteriormente se les exhibió otra película de 2 minutos en que aparecía una pareja desnuda, acariciándose. Lo curioso es que la excitación de estas mujeres fue mayor que la de otras que en primer lugar vieron una película de paisajes y en segundo lugar el mismo corto erótico. Barlow y colaboradores (1983) constataron que entre los hombres que durante 6 minutos observaron una película erótica, los que recibieron el anuncio de una posible estimulación eléctrica en el brazo, experimentaron una erección peneana de mayor magnitud. Debo aclarar que realmente no se concretó la amenaza, puesto que lo que importaba era sólo producir el temor. Ramsey (1943) descubrió que el 50% de un grupo de adolescentes había experimentado erecciones en situaciones que les provocaron temor, entusiasmo, etc. Creo que muchos lectores podrán ofrecer testimonios en el mismo sentido.

De esta forma, a partir de los estudios psicológicos de laboratorio y considerando también situaciones naturales, puede concluirse que no todo el impulso sexual que se experimenta en algún momento, es realmente de tipo sexual. El temor, entre otras emociones, puede sumar su efecto y hacer creer erróneamente que alguien en particular es el origen de un deseo imperioso. Si esto se tuviera en cuenta, podrían quizás reducirse muchas intensas pasiones, inexplicables si se piensa sólo en las características de las personas que aparentemente las provocan. La infidelidad sexual se nutre obviamente de una buena porción de temor, aun cuando los involucrados nunca lo reconocerían.