LA ATRACCION SEXUAL

                                                                   Raúl E. Martínez M.
                                                                    
Doctor en Psicología

    La atracción sexual puede definirse como el proceso y el estado emocional positivo (placentero) que induce el acercamiento de una persona a otra con el propósito esencial de llevar a cabo una actividad o intercambio sexual. En la medida que permanezca tal condición los individuos mutuamente atraídos mantendrán relaciones íntimas entre sí de forma preferente o exclusiva. No debe confundirse este proceso psicológico que parece derivar esencialmente de un impulso biológico que conduce a la reproducción sin más especificaciones, con la atracción interpersonal. Esta última puede tener en cuenta algunos elementos diluidos de la atracción sexual, pero se caracteriza por una predominancia de factores más básicamente psicológicos y culturales que originan la elección de amigos, vecinos, socios o de una pareja para desarrollar el "amor de compañeros" cuando la atracción sexual entra en declive.

La psicología evolucionista (vertiente de la psicobiología) sostiene que por razones de "selección sexual", las características físicas atractivas de las mujeres, son aquéllas que indican que es sana y capaz de procrear sin mayores riesgos: piel suave y limpia, dientes sanos, cabello brillante, caminar "vivo", pechos abundantes, cintura estrecha, caderas anchas, nalgas relativamente grandes. Ciertas características del rostro serían similares a las de los niños comunicando sumisión/dependencia/debilidad de la mujer (con la fuerza y dominación del hombre como contraparte), tales como los contornos corporales redondeados, ojos grandes, nariz y mentón pequeño, además de otros rasgos como los pómulos marcados y las cejas altas. En los hombres, serían sexualmente atractivos la constitución corporal armónica y firme, contornos corporales más bien angulosos y una figura en V, es decir, con hombros relativamente más anchos que las caderas, abdomen plano, nalgas firmes y elevadas, piernas largas y características del rostro que denotan dominación (pómulos notorios, cejas gruesas y altas y mentón amplio) y ternura (ojos grandes y nariz pequeña).

    Otros elementos sexualmente atractivos son de índole postural y dinámica (cinésica). Es sexualmente atractiva en hombres y mujeres una postura "tónica" (muscularmente firme y no decaída) que se manifiesta por el abdomen hacia dentro, el pecho alzado, los hombros hacia atrás, el cuello recto y la mirada dirigida al frente; durante la interacción entran al espacio del otro o se inclinan hacia él. Entre los aspectos dinámicos generales destacan en la mujer el caminar extendiendo a cada paso la pierna en su totalidad, el movimiento pendular natural de los brazos sin separarlos demasiado del cuerpo y la oscilación de las caderas. El hombre atractivo camina con pasos más bien largos y firmes mientras que los brazos oscilan más ampliamente y algo más separados del cuerpo.

    En el plano dinámico más específico se sitúan los gestos del rostro y las manos. Hombres y mujeres sexualmente atractivos sonríen ampliamente, producen un roce "casual" y miran de forma intencionada. Las mujeres llevan a cabo gestos de acicalamiento tales como elevar y adelantar el busto, sacudir la cabeza para echar hacia atrás el cabello, jugar con el cabello, mostrar al hombre las muñecas y palmas de las manos, mover lentamente un objeto cualquiera, etc. Los hombres usan una "observación íntima" (miran a los ojos de la mujer y luego descienden lentamente hacia el mentón, el pecho y siguen hasta la región genital o las piernas), además de alisarse el cuello o los puños de la camisa u otra prenda, quitar una mota imaginaria, etc.

    Afortunadamente para quienes disponen de muy pocos elementos físicos estructurales o funcionales sexualmente atractivos, cabe destacar la enorme fuerza de la curiosidad intelectual, el entusiasmo, el dinamimso, la alegría y la creatividad, probablemente porque todas estas manifestaciones conductuales indican esa buena salud y la disposición a disfrutar de la vida que son esenciales para producir la atracción sexual.