ABUSO MACHISTA, ¿ REVANCHISMO FEMINISTA ?

                                                                                                                        Raúl E. Martínez M.

De esto hace ya bastante tiempo, aunque puede seguir ocurrir ahora, muchos años después. Julio de 1992, I Congreso Iberoamericano de Psicología en Madrid. Psicólogas españolas y argentinas desarrollan una Mesa Redonda exponiendo con erudición temas tales como "La femineidad: conflictos actuales en el devenir de la psicología", "La construcción social del género", "Grupos en psicoterapia de mujeres",etc. Cierran sus exposiciones reiterando las denuncias, con diversos matices y fuerzas, acerca de la discriminación social de la mujer dentro de nuestra cultura patriarcal machista. La amplia audiencia en el Salón de los Tapices del Hotel Meliá Castilla, constituída mayoritariamente por mujeres, escucha con atención los planteamientos que probablemente les son muy estimados porque representan un paso más hacia la reivindicación de sus derechos amagados.

A continuación, psicólogos españoles y latinoamericanos presentan ponencias acerca de "Estudios del varón: la masculinidad a debate", "Los varones que maltratan: reflexiones desde la clínica", "Grupos de varones: de las crisis masculinas a los cambios personales", etc. Cada autor se preocupa de analizar en qué ha fallado el hombre en su relación con las mujeres y con los demás hombres. Representando el sentir de todos, uno de ellos cierra la Mesa Redonda confesando, a su pesar, la responsabilidad de los hombres en la exclusión de la mujer y en los abusos que muchos han cometido contra ellas. Pero además, pide a las mujeres que los ayuden a encontrarse a sí mismos, a rescatar y cultivar lo mejor de su masculinidad para derrotar con un esfuerzo conjunto y de una vez por todas el machismo que le impide a la mujer desarrollarse y al hombre ser auténticamente feliz. Oigo murmullos en el Salón y veo aplaudir tímidamente a algunas mujeres. Luego el silencio y continúa el Congreso.

No supe qué pensaron las mujeres y los hombres del auditorio ante estas dos visiones y reclamos, y probablemente porque soy hombre no me atreví a comentar con otros la emoción que sentí, mezcla de culpa y alivio, pero también es verdad, con un dejo de resentimiento. Porque tuve claro una vez más, que para muchos hombres es tan duro ceder en lo que les enseñaron y obligaron a pensar y exigir como sus derechos, como a las mujeres luchar por los suyos. Me pregunté (y muchas otras veces lo he vuelto a hacer), ¿ por qué remarcar la imagen caricaturesca del hombre desalmado, abusivo e insensible? ¿por qué la elevación de la mujer no es válida en sí misma, sino a costa del descenso del hombre? Por eso, debo reconocer que me disgusta y atemoriza el "militarismo" feminista, y que sí quiero aportar a concretar la realidad de la feliz expresión de "hagamos un nuevo trato"; sin vencedoras ni vencidos, sin juezas ni delincuentes, sin víctimas ni culpables; sólo como somos... mujeres y hombres, con aciertos y errores, con similitudes y diferencias (¡afortunadamente!) que dan un inmenso sentido al camino por compartir.