Todos fuimos mechones….hace algún tiempo Imprimir

A un mes del inicio de clases, tres docentes de la Facultad de Odontología de nuestra casa de estudios, nos cuentan cómo fueron sus inicios, qué los motivó a ser odontólogos y qué recuerdan del tradicional mechoneo.

 Conócelos en la siguiente entrevista:

Vicedecano de la Facultad de Odontología, Dr. Mario Aguirre: “fui un mechón rebelde”

“Fue el año 1976 cuando ingresé a los 17 años de edad a  la Universidad de Concepción para estudiar Odontología y quizás mi poca experiencia, fue la razón por la cual marqué mi carrera como segunda opción. Sin embargo, al año de estudios ya había decidido quedarme, porque cuando uno avanza, se da cuenta que la odontología es una forma de vida, que cuando hay vocación agrada profundamente”, reflexiona el Dr. Mario Aguirre, actual Vicedecano de esta Facultad.

“Es que entré muy chico a estudiar”, explica “y  a los 17 años, uno tiene pocas cosas claras en la vida. Todavía recuerdo el nerviosismo que sentíamos cada vez que pasábamos y nos gritaban “mechón”, disimulaba y trataba de demostrar que llevaba años en la universidad, pero se nos notaba de lejos”.

“El tercer día de clases nos encerraron en anatomía para cumplir con el tan tradicional y temido rito del mechoneo, fue en ese momento cuando con un compañero de curso del Liceo Enrique Molina  Garmendia, decidimos arrancarnos y tirarnos por la ventana del segundo piso, afortunadamente caímos sobre unas plantas y no nos pasó nada, pero sin duda, fui un mechón rebelde, es que era un niño”.

“De esta etapa, tengo los mejores recuerdos, además que existían las estudiantinas, fiestas universitarias donde lo pasábamos super bien y ayudaba harto a la integración”.

“Para mí, la universidad fue un tiempo muy bonito, ahí conocí a mi amigo “compinche” de esa época que  era de Chillán y  por lo tanto, además de estudiar juntos, el me invitaba en tiempos de vacaciones, amistad que perdura hasta la actualidad. Además, en esta época conocí a quien años más tarde, sería mi esposa. Si bien nuestro romance no se dio en la universidad, desde siempre la encontré hermosa. En esos años, ambos teníamos pareja y construimos una gran amistad que se consolidó más tarde cuando nos reencontramos en el trabajo”.

"Por lo anterior y tantos buenos momentos es que volvería una y otra vez a la Universidad de Concepción, en la cual he estudiado casi siempre. Pienso que tiene algo de mágico, por lo mismo yo añoraba trabajar acá, es un sueño cumplido".

Decano de la Facultad de Odontología, Dr. Alex Bustos: “La época universitaria se ve lejana, pero pasa volando”

Con apenas 16 años, el Dr. Alex Bustos, Decano de nuestra Facultad, cuenta que al momento de escoger la carrera profesional que lo acompañaría para toda la vida, no dudo en postular a odontología en la Universidad de Concepción, como única y primera opción. “Era todo o nada”, asegura “y por lo tanto, estaba tremendamente feliz cuando quedé, porque a diferencia del año anterior, en que había estudiado biología, ahora sí me sentía seguro”.

Fue así como en 1972 ingreso a esta casa de estudios luego de haber estudiado en el emblemático Liceo Enrique Molina, “en los tiempos en que éramos 42 alumnos en el curso y con profesores que hacían clases en la universidad. Quizás por eso, noté un cambio tremendo los primeros años de carrera.  Ya que no teníamos obligaciones de horarios, cada uno tenía que ser el constructor de su propia carrera y la familia ya no exigía tanto”.

Si bien, no recuerda el mechoneó como un hecho muy transcendental, hasta el día de hoy, agradece haber sido un adolescente universitario, aunque al inicio, reconoce, “me costó asumir con responsabilidad y tesón esta obligación que nos ponía la vida para ser profesionales con una gran vocación de servicio orientada a quienes más lo necesitan”.

 “Porque la Universidad de Concepción, no sólo te forma para ser un profesional, sino que trabaja en tu formación ética de responsabilidad y te impulsa a ser integral, pero que no te lleva de la mano. Razón por la cual se necesita autodisciplina para poder sacar una carrera y la autodisciplina, es el mejor consejo que le puedo dar a un alumno”, reflexiona.

Por lo tanto, asegura el Decano, “ser integral implica muchas cosas, por un lado estudiar y tener buenas calificaciones, pero por otra parte, potenciar tus habilidad personales, aprender aquellas que desconocías y trabajar en equipos multidisciplinarios”. Es en esta época dónde se crean lazos para toda la vida”, asegura.

“Fue gracias a la Universidad de Concepción, que no sólo obtuve una carrera universitaria que me hace feliz, además tuve grandes amigos que hasta hoy mantengo y en 1977, conocí a mi esposa, cuando ella cursaba su primer año de enfermería, con quien formamos una familia  y hemos permanecido juntos, hasta el día de hoy”, enfatiza.

“La época universitaria se ve lejana, pero pasa rápido y por lo tanto hay que aprovecharla en todos los aspectos posibles”, puntualiza el Dr. Alex Bustos.

Director del departamento de Odontología restauradora Dr. David Ocampo: “Si tuviera que escoger seguiría el mismo camino”

“Descubrí mi vocación, un día que estaba ayudándole al profesor de trabajos manuales del Liceo de Hombres, Enrique Molina Garmendia. Estábamos tallando en madera, porque en esa época nosotros hacíamos cajitas, repisas y distintos trabajos además de las clases normales. Recuerdo que estaba barnizando, cuando llegó un caballero y luego de contemplarnos trabajar y ver rigurosamente los trabajo, me dijo: tu serias bueno para dentista, porque la odontología es más o menos eso”, recuerda el Dr. Ocampo,  actual director del departamento de Odontología Restauradora de la Facultad de Odontología de la Universidad de Concepción.

Desde ese momento supe que la odontología sería mi primera opción, apoyado en un test vocacional, dónde claramente mi tendencia era la biología. Cincuenta año más tarde y a un mes del a ingreso a clases de los futuros odontólogos, este padre de tres hijos casado con una odontóloga, sigue asegurando que no se arrepiente de su decisión. Si tuviera que escoger seguiría el mismo camino, a pesar de que cuando uno es cabro no agradece estudiar tanto. Fue en esa época - el propedéutico el año 67- cuando aprendí lo que realmente significaba estudiar, porque a los 15 días de clases  yo ya había escrito todo mi cuaderno de biología.

No se mechoneaba

De recepciones mechonas y bienvenidas no tiene recuerdos, es que en esos tiempo no se mechoneaba, fuimos nosotros los que años más tardes, les realizamos bromas muy sanas a los recién llegado, dónde los dejábamos esperando su turno para atención dental en la  puerta del baño, recuerda. Los pobres esperaban horas su turno de atención, eran otros tiempos, no existía el whatsapp”, enfatiza.