1
La falla fundamental de todo el materialismo precedente
(incluyendo el de Feuerbach) reside en que sólo capta la cosa (Gegenstand),
la realidad, lo sensible, bajo la forma del objeto (Objekt) o de
la contemplación (Anschaung), no como actividad humana sensible,
como práctica; no de un modo subjetivo. De ahí que el lado
activo fuese desarrollado de un modo abstracto, en contraposición
al materialismo, por el idealismo, el cual, naturalmente, no conoce la
actividad real, sensible, en cuanto tal. Feuerbach aspira a objetos sensibles,
realmente distintos de los objetos conceptuales, pero no concibe la actividad
humana misma como una actividad objetiva (gegenstandlliche). Por
eso, en La esencia del cristianismo, sólo se considera como auténticamente
humano el comportamiento teórico, y en cambio la práctica
sólo se capta y se plasma bajo su sucia forma judía de manifestarse.
De ahí que Feuerbach no comprenda la importancia de la actividad
“revolucionaria”, de la actividad “crítico-práctica”.
2
El problema de si puede atribuirse al pensamiento humano
una verdad objetiva no es un problema teórico, sino un problema
práctico. Es en la práctica donde el hombre debe demostrar
la verdad, es decir, la realidad y el poder, la terrenalidad de su pensamiento.
La disputa en torno a la realidad o irrealidad del pensamiento —aislado
de la práctica— es un problema puramente escolástico.
3
La teoría del cambio de las circunstancias y de
la educación olvida que las circunstancias las hacen cambiar los
hombres y que el educador necesita, a su vez, ser educado. Tiene, pues,
que distinguir en la sociedad dos partes, una de las cuales se halla colocada
por encima de ella.
La coincidencia del cambio de las circunstancias con
el de la actividad humana o cambio de los hombres mismos, sólo puede
concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria.
4
Feuerbach parte del hecho de la auto-enajenación
religiosa, del desdoblamiento del mundo en un mundo religioso y otro terrenal.
Su labor consiste en reducir el mundo religioso a su fundamento terrenal.
Pero el hecho de que el fundamento terrenal se separe de sí mismo
para plasmarse como un reino independiente que flota en las nubes, es algo
que sólo puede explicarse por el propio desgarramiento y la contradicción
de este fundamento terrenal consigo mismo. Por ende, es necesario tanto
comprenderlo en su propia contradicción como revolucionarlo prácticamente.
Así, pues, por ejemplo, después de descubrir la familia terrenal
como el secreto de la familia sagrada, hay que aniquilar teórica
y prácticamente la primera.
5
Feuerbach no se da por satisfecho con el pensamiento
abstracto y recurre a la contemplación (Anschaung); pero
no concibe la sensibilidad como actividad sensible-humana práctica.
6
Feuerbach resuelve la esencia religiosa en la esencia
humana. Pero la esencia humana no es algo abstracto e inmanente a cada
individuo. Es, en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales.
Feuerbach, quien no entra en la crítica de esta
esencia real, se ve, por tanto, obligado:
1º A prescindir del proceso histórico, a
fijar el sentimiento religioso de por sí y a presuponer un individuo
humano abstracto, aislado.
2º La esencia sólo puede concebirse, por
tanto, como “género”, como una generalidad interna, muda, que une
de un modo natural a los muchos individuos.
7
Feuerbach no ve, por tanto, que el “sentimiento religioso”
es, a su vez, un producto social y que el individuo abstracto que él
analiza pertenece a una determinada forma de sociedad.
8
Toda vida social es esencialmente práctica. Todos
los misterios que inducen la teoría al misticismo encuentran su
solución racional en la práctica humana y en la comprensión
de esta práctica.
9
Lo más a que puede llegar el materialismo contemplativo,
es decir, el que no concibe la sensibilidad como una actividad práctica,
es a la contemplación de los diversos individuos sueltos y de la
sociedad civil.
10
El punto de vista del materialismo antiguo es la sociedad
civil; el del materialismo moderno, la sociedad humana o la humanidad social.
11
Los filósofos se han limitado a interpretar el
mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo.
Marx: La ideología alemana. Ed. Grijalbo.
Barcelona.