1. FUNDADOR. 
  PIRRÓN vivió, aproximadamente, entre los años 376 y 286 
  antes de nuestra era. Pintor de profesión, recién en la edad madura 
  se dedicó a la filosofía. En la cristalización de sus ideas, 
  la mayor influencia tuvo la filosofía de Demócrito (Pirrón 
  fue discípulo de Anacsarco de Abdera, quien a su vez fue el discípulo 
  de Metodoro, discípulo de Demócrito). Luego, una importante influencia 
  ideológica ejercieron sobre él los magos y los ascetas hundúes, 
  con los cuales se encontró en Asia: su indiferencia en cuanto a la vida 
  y el sufrimiento, le inspiró para buscar la felicidad por ese medio. 
  
  Al volver de Asia se estableció en Elis, donde fundó su escuela. 
  Por su manera de ser y de vivir, se ganó tal respeto de sus coetáneos, 
  que los ciudadanos de Elis liberaron de los impuestos a todos los filósofos 
  allí establecidos y él mismo fue elegido como el sumo sacerdote 
  de este lugar. No dejó escrito alguno, consecuente con su postura escéptica, 
  ya que según ella, era imposible de adquirir el saber. 
  2. ESENCIA DE ESCEPTICISMO. 
  La postura escéptica, en la historia de la filosofía, apareció 
  marcada por el aspecto práctico: Pirrón estaba convencido de que 
  solamente ésta postura le asegura al hombre la felicidad. Abstenerse 
  de opinar produce tranquilidad y, según él, la felicidad se encierra 
  en la tranquilidad. La doctrina filosófica de Pirrón contiene 
  dos elementos: la doctrina ética de la tranquilidad y la doctrina epistemológica 
  escéptica. La primera hacía la referencia sobre la postura que 
  había que tomar, y la segunda era su fundamentación. La primera 
  llegó a ser una característica común de la filosofía 
  helenista, y la segunda, solamente una característica de Pirrón 
  y de sus discípulos. 
  El punto de partida de escepticismo fueron las tres siguientes preguntas: 1) 
  ¿Cuáles son las propiedades de las cosas? 2) ¿Qué 
  postura debemos tomar frente a esas cosas? 3) ¿Qué consecuencias 
  traerá esta postura en nuestras vidas? Las respectivas respuestas fueron: 
  1) No sabemos cuáles son las propiedades de las cosas. 2) Consecuentemente, 
  debemos abstenernos de emitir los juicios sobre ellos. 3) Esta abstención 
  nos dará la tranquilidad y la felicidad. Mientras que para Pirrón 
  el punto más importante fue el último, sus discípulos mudaron 
  el énfasis al punto primero: allí, pues, estaba la base y la originalidad 
  de todo el sistema. Con eso apareció una nueva tarea, para los escépticos, 
  la de criticar los resultados de todo el conocimiento humano: demostrar que 
  éste no era posible. Se formó así, en filosofía, 
  una postura filosófica nueva: crítica, negativa y destructiva. 
  
  Se rechazó todo tipo de juicios científicos, como inseguros. Únicamente 
  no se había cuestionado los juicios sobre las percepciones. Por ejemplo, 
  es indiscutible que siento dulzura al comer la miel, pero no puedo decir nada 
  sobre la miel misma. Una cosa es la miel, y otra, el sentir la dulzura.