1. FUNDADOR. 
  EPICURO (341-270) nació en la isla de Samos, pero ya siendo joven, a 
  los 18 años se estableció en Atenas. Allí escuchó 
  a los diferentes filósofos, de los cuales la mayor influencia ejercieron 
  sobre él, Pirrón, el fundador del escepticismo, y un tal, Naucífanes, 
  seguidor de Demócrito, gracias al cual conoció el atomismo. 
  En 306 fundó su propia escuela en un jardín; de ahí que 
  se hablaba del "jardín de Epicuro" y de los "filósofos 
  de los jardines". Dirigió esta escuela hasta su muerte. A pesar 
  de numerosas calumnias, producto de sus polémicas concepciones hedonistas 
  y materialistas, Epicuro fue una persona de carácter noble y de alta 
  moralidad, llevando una vida digna y sencilla. 
  2. ESENCIA DE EPICUREÍSMO. 
  Toda la filosofía epicúrea parte de dos principios, que son, a 
  la vez sus raíces: 
  1) del culto a la vida y del anhelo a la felicidad, por un lado y 
  2) de la postura sobria y racional, que opera sólo con lo que puede contactar 
  directamente, por el otro lado. 
  De estas dos raíces proviene tanto el hedonismo en la ética, como 
  el materialismo en la física y el sensualismo en la teoría del 
  conocimiento. 
  La esencia del epicureísmo está principalmente en su ética, 
  la cual reconoce solamente los bienes terrenales, concretos; le hace responsable 
  al hombre de su propia felicidad o infelicidad. La quietud o la tranquilidad 
  es el estado perfecto para el ser humano y la iluminación de la razón 
  el único medio para lograrlo. El camino seguro para alcanzar la felicidad 
  tiene que ser necesariamente egoísta y consiste en una vida racional, 
  vigorosa y cultural. 
  El epicureísmo es también una filosofía de la naturaleza, 
  la cual, en forma drástica y radical, desiste de los elementos sobrenaturales; 
  reconoce que todo el ser es corpóreo y que los cuerpos están construidos 
  de los átomos; los acontecimientos están determinados casualmente, 
  y las causas actúan en la forma mecánica.