"En el principio era"
Uso del lenguaje y realidad Origen de la teoría del libre albedrío |
La libertad de la voluntad y el
aislamiento de los facta
La mediocridad como máscara El transplante intelectual y corporal como remedio |
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“EN EL PRINCIPIO ERA”. Glorificar la génesis -
es el retoño metafísico que vuelve a brotar en la consideración de la historia
y que hace que se opine absolutamente que en el principio de todas las cosas
está lo más valioso y esencial.
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USO DEL LENGUAJE Y REALIDAD. Hay un fingido menosprecio
de todas las cosas que, de hecho, los hombres toman más en serio, de todas
las cosas más inmediatas. Por ejemplo, se dice “sólo se come para vivir”,
- una desvergonzada mentira, como aquella que habla de la procreación como del
autentico propósito de toda voluptuosidad. A la inversa, la alta consideración
de las “cosas más importantes” casi nunca es del todo sincera: en estos terrenos,
por cierto los sacerdotes y los metafísicos nos han acostumbrado por completo
a un uso del lenguaje fingidamente exagerado, aunque no han conseguido
persuadir al sentimiento, que a estas cosas más importantes no las toma más
en serio que a aquella menospreciadas cosas más inmediatas. - Esta doble hipocresía
tiene de todos modos una desgraciada consecuencia, que a las cosas más inmediatas, por ejemplo
la comida, la vivienda, los vestidos y las relaciones, las hacemos objeto
de permanente, imparcial y general reflexión y modificación, sino
que, como eso se considera degradante, alejamos de ellas nuestra seriedad intelectual
y artística; de manera que en este punto la costumbre y la frivolidad triunfan
fácilmente sobre los desprevenidos, y en especial sobre la juventud inexperta:
en tanto que, por otra parte, nuestras continuas infracciones de las más elementales
leyes del cuerpo y del espíritu nos llevan a todos, jóvenes y viejos, a una
vergonzosa dependencia y esclavitud, -me refiero a esa dependencia superflua
en el fondo, de médicos maestros y especialistas del alma, cuya presión todavía
continúa gravitando sobre toda la sociedad.
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ORIGEN DE LA TEORÍA DEL LIBRE ALBEDRÍO. -En uno, la necesidad reviste
la forma de sus pasiones; en otro, es la costumbre de escuchar y obedecer: en
un tercero, se da mediante la conciencia lógica, y en un cuarto, se muestra
en el capricho y el placer extravagante de leer saltándose páginas. Pero todos
ellos buscan el libre albedrío precisamente allí donde están más
encadenados. Es como si el gusano de seda hiciera consistir su libre albedrío
en su acción de hilar. ¿A qué se debe esto? Evidentemente a que cada cual se
considera libre allí donde es más fuerte su sentimiento de vivir,
y en consecuencia, como he dicho, unos los hacen en la pasión, otros en el deber,
otros en la investigación científica, otro en la fantasía. Involuntariamente
el individuo cree que el elemento de su libertad radica en aquello que le hace
fuerte, en lo que anima su vida. Vincula dependencia con torpeza e independencia
con sentimiento de vivir, como parejas inseparables. En esta caso, una experiencia
que el hombre ha adquirido en el terreno político y social la traspasa indebidamente
al campo de la metafísica trascendental: aquí el hombre fuerte es también el
hombre libre; el vigoroso sentimiento de alegría y de dolor, la elevación de
las esperanzas, la audacia de los deseos y el poder del odio son patrimonio
del soberano independiente, mientras que el súbdito y el esclavo viven en un
estado de opresión y de necesidad. La teoría del libre albedrío es un invento
de las clases dirigentes.
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LA LIBERTAD
DE LA VOLUNTAD Y EL AISLAMIENTO DE LOS FACTA. Nuestra habitual e imprecisa
forma de observar toma un grupo de fenómenos como si fuesen uno solo y lo denomina
un factum: entre éste y cualquier otro factum se
imagina además un espacio vacío, que aísla pues cada factum. Sin embargo, todo
nuestro actuar y conocer no es en verdad, ninguna serie de hechos y de espacios
vacíos intermedios sino un flujo constante. Ahora bien, la creencia en la libertad
de voluntad es incompatible precisamente con la representación de un fluir constante,
único, indiviso e indivisible: presupone que toda acción individual esté
aislada y sea indivisible; es un atomismo en el campo
del querer y del conocer. - Así como comprendemos imprecisamente los caracteres,
de la mismísima manera lo hacemos con los hechos: hablamos de caracteres idénticos
y de hechos idéntico: no existen ni unos ni otros. No obstante,
elogiamos y censuramos solamente bajo este falso presupuesto de que existan
facta idénticos y haya un orden jerárquico de géneros
de hechos al cual corresponda un orden jerárquico de valores: así pues, no aislamos
tan sólo el factum individual, sino también, por otro lado, los
grupos de hechos presuntamente idénticos (acciones buenas, malas, compasivas,
envidiosas, etc.) -en muchos casos equivocadamente-. La palabra y el concepto
son la razón más evidente de que creamos en ese aislamiento de grupos de acciones:
con ellos no sólo designamos las cosas; originariamente opinamos
que por ellos captamos la esencia de las mismas. Todavía ahora
palabras y conceptos nos seducen constantemente a imaginarnos las cosas más
simples de lo que son, separadas unas de otras, indivisibles, siendo cada una
en y para sí. En el lenguaje está escondida una mitología filosófica
que en todo momento resurge por muy prudente que se sea. La creencia en la libertad
de la voluntad, es decir, en los hechos idénticos y en los hechos
aislados, - tiene en el lenguaje su misionero y su abogado permanente.
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LA MEDIOCRIDAD
COMO MÁSCARA. La mediocridad es la más
afortunada de las máscaras que puede llevar el espíritu superior, porque no
hace pensar a la mayoría, es decir, a los mediocres en un enmascaramiento; y,
sin embargo, por eso precisamente se la pone aquel, para no irritarlos y aún,
no pocas veces, por compasión y bondad.
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EL TRANSPLANTE INTELECTUAL Y CORPORAL COMO REMEDIO. -Las distintas culturas son climas espirituales, cada uno de los cuales resulta nocivo o saludable para un determinado órgano. La historia en su conjunto, es la ciencia de los remedios, pero no una terapia única. Por eso hace falta un médico que utilice la ciencia de los remedios con vistas a situar cada uno en el clima que le conviene, bien durante un tiempo o bien para siempre. Vivir en el presente, inmersos en una sola cultura, no basta como prescripción universal, pues perecerían allí una buena parte de individuos infinitamente útiles, por no poder respirar en buenas condiciones. [...]