AL MEJOR POSTOR

Reconozco que soy un mal hijo de mi escuela
yo no soy como el gallo que espera el día cantando,
vivo en las fauces abiertas de mis pestañas que se descascaran,
obsesivo reviento incansable en la muralla de las verdades,
me transformo en mariposa adornando un casino,
en una flor reseca dentro de un libro de economía trascendental,
mi pluma de cristal separa las piernas y eleva el ingreso,
y ya no veo que la muerte de un hombre es crónica de un día.
Sigo indiferente en mi carro sin sol,
transformado en el bandoneón de mi verdad y mi mentira,
creyendo y jugando al oyente en el regazo.

Sin notarlo las palabras jugaron con la virginidad,
la inocencia se vistió de tacos en la esquina,
las alas del dolor soltaron sus brisas al sacarse las medias,
y yo no creí soñar tanto como dicen.
Me borré continuo y en silencio
dejando que mi Judas consumista,
mi Judas emprendedor,
mi Judas de la familia,
mi Judas del hombre recordado,
vendiera a mi Jesucristo soñador,
para que pagara por parecer,
tratando de salvar lo infranqueable.

 

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