PROSA DURA Y MAGNÍFICA DE LAS CALLES DE LA CIUDAD SIN INQUIETUDES ESTÉTICAS

 

Cabe decir que quienes presentan este texto (V.Q. y R.O.) desconocen todo de la biografía de Martín Adán. Sabemos que en 1928, cuando contaba con veinte años publicó en Lima "La Casa de Cartón", y que ese, su primer libro sería el único en prosa. Su obra posterior se concentró en la poesía.

Creemos nosotros que ambas obras han sido juzgadas erróneamente al ser adscritas al post-modernismo latinoamericano. A mi entender, la escritura de Martín Adán subvierte los contenidos y la forma modernista desde más allá de las formulas de la primera vanguardia. Aquí y allá en "La Casa de Cartón" hay ecos de los alcoholes de Apollinaire, tal vez de Max Jacob. En alguna parte de la novela se nombra a Joyce, Pirandello e incluso a Pablo Neruda, lo cual habla de la actualidad de sus lecturas. Por qué dudar entonces de su conocimiento de la obra de Huidobro, o de los poetas surrealistas, en actividad ya desde 1919 en el movimiento dadá de Paris, o de los poetas del movimiento estridentista mejicano, Manuel Maples Arce o List Arzubide. Ya en 1922, en la misma Lima se había publicado "Trilce" de César Vallejo. Se deben establecer estas filiaciones en su momento.

Pensemos solo en la revista "Favorables Paris Poemas" publicada por César Vallejo y Juan Larrea en Paris en dos números, el primero de 1926 y el segundo de 1927. Revista que publicaba la obra de Gerardo Diego, Vicente Huidobro, Tristan Tzara en su etapa surrealista, Hans Arp, los dos fundadores y también por qué no decirlo, la primera publicación de un poema de Neruda en Europa, con el poema "Tentativa del Hombre Infinito". Esta revista obviamente debió ser conocida por los poetas peruanos.

La obra de Martín Adán es, claramente, una forma de superar el modernismo, la más apartada de las formas que asumiría la poesía durante el siglo XX, una piedra absoluta, fundadora. Imposible no nombrar a los poetas que desde formas cercanas al modernismo acabaron por superarlo, pienso en Gabriela Mistral, en César Vallejo, en José Eustasio Rivera que jugó su corazón al azar y se lo ganó la violencia, en Alfonsina Storni e incluso en las "Gotas Amargas" de José Asunción Silva, primer asomo de subversión modernista, allá por 1894.

Los poemas de Martín Adán son más cercamos a "En la masmédula" de Oliverio Girondo que, a los "Veinte poemas paras ser leídos en el tranvía". Tal vez estos poemas continúan y extreman la búsqueda formal de los poetas modernistas, tal vez, simplemente los supera sin negarlos.

"La Casa de Cartón" pasa por el lado del vanguardismo sin hacerse cargo de sus búsquedas formales. Hay más cercanía con el lirismo de los "Los cantos de Maldoror" de Lautreamont, "Aurelia" de Gerard de Nerval o "El ombligo de los limbos" y "El pesanervios" de Artaud. Ese lirismo inclaudicable que se lleva como una chaqueta o un macuñ, por usar terminología chilota. La diferencia se halla en la visión, que no es oscura, sino que se expande fuera de lo oscuro de la conciencia inocente del niño, desde donde se emiten increíbles estallidos de lenguaje.

Imagino a Martín Adán deslumbrado por las palabras de admiración que dedica Rubén Darío a Lautreamont en "Los Raros". Lo vuelvo a ver, ahora leyendo los cantos y luego escribiendo la casa de Cartón, esta no novela que no se termina y que insiste en ser vuelta a leer.

La poesía debe ser escrita por todos en una máquina Underwood sobre una mesa de disección. Parte de la mejor poesía latinoamericana está escrita en esta novela de Martín Adán. Piedra fundacional de nada y todo, punto y aparte.

Rodrigo Olavarría

 

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