Patrañas
patrañas,
no hay nada nuevo que germine,
no hay ningún ritual frente al calefón
que no haya experimentado, ni un solo óvulo
que no me haya bebido.
ya recorrí
todo, junto a mi hígado a la vinagreta,
con la paranoia que me seguía, incluso, por esas habitaciones
que multiplicaban el infectado y engominado fornicar de las bestias.
no quedan más
vírgenes que escupir y ya los miembros amputados
no me causan ni risa ni pudor.
creo que volveré
al vientre,
esa caja de cartón con la palabra frágil
representada por la copita de martini, que ya me bebí
me meteré a la fuerza,
a ver si mi contrincante feto
me arrienda la pieza chica,
a ver si esta vagina se deja despenetrar,
a ver si escucho bien los aullidos,
mientras un germen de Sushi
me muerde las tripas
seguire orinando todas las piletas amnióticas
y le haré un nudo
de esos de submarino
al condón umbilical
para que de esta formase me pudran todas las ganas
de volver a salir a ese menstrual asilo que esta lleno
de demonios y mujeres histéricas.
*
busco un lugar
donde no tener pantalones con etiquetas
sea un bien de primera necesidad
donde mis camisas
que no pasan la prueba de la blancura
sean un bien comunitario
busco alguna
montaña
donde se pueda fumar, tomar y dormir
hasta que los rociadores me despierten
busco mi casa,
la que tenia un jardín
con mis mejores amigos
afuera de sus tumbas.
*
NO
ME HABLES DE VÉRTEBRAS
A Natalia Muñoz
Nadie sabe
que hay en tu corazón
una escalera jorobada
querubines ahorcados con corbatas
botellas hambrientas de placer.
Un pasillo
con sillas vacías,
hojas de papel quemadas,
fotos de viejos amantes
ratones que se comen su último trozo de queso.
Estantes con
telarañas
y libros de fonoaudiología.
La incertidumbre
desaparece
desaparece contigo.
Yo desaparezco
desaparezco contigo.
entre vértebras cervicales
y libros de fonoaudiología.
Caprichosa
es la niña pintada con una docena de colores de cera, que vive
arriba de un árbol, donde el único rayo que cae dos veces
soy yo.