MAESTRANZA
Bajo la superficie de los mares
hay espacios en blanco.
Las crestas
de las olas alcanzan caracteres
que sólo imprimen en mareas altas.
Estas dos hojas
diarias se suman a otros mundos
y nuestra Vía Láctea lee.
Los juzga a todos malos, los arruga y los lanza.
Los agujeros negros: pura tinta perdida.
SOLTAR
LA CUERDA
Nunca aprendimos a saltar la cuerda.
Mis padres la olvidaron
en el bazar de Presidente Errázuriz
dos nueve cero uno.
Al techo del
lugar sigue amarrada,
balanceando a mi abuelo.
TERMINALES COMUNES
Sólo la vuelta de otras niñas en bicicleta
da origen a la plaza en donde puedo escribirte.
Los círculos
concéntricos del cielo
trazan decenas de gaviotas
mientras
tu mano se esculpe a sí misma
(vuelos de águila sobre el tocador).
Estos retoques
a la piel del mar
hacen de los pelícanos cucharas
en las pestañas del océano.
El agua es
tu perfil,
oculto por la niebla de los puertos
girando en bicicleta.
EXORDIO
A SOLTAR LA CUERDA (TENDENCIA A LA AFONÍA)
Y a estos ojos blancos, a echar la puerta abajo
a camionazos del Goliat.
A cincelar en la garganta bordes
del pasillo de rugby. Padre envuelto en banderas.
Dolor de cuello, afuera la lengua y balbuceos,
gringo proleta o vieja solterona
limando sus perfectos muebles. Flaco,
tendencia a la afonía y al bostezo.
A inflamar estas naves, las amígdalas
y las palabras graves. Modulación en falta.
Tendencia al yeso y a perder papeles,
al mal riego sanguíneo. A caerse en canales.
Perdimos nuestras fichas de ludo. Se atoraron
con dulces nuestras cuerdas. Y para este jueguito
del amor, nudos en la tráquea.