La Copa América llega a su fin. ¿Quién se imaginaba al empezar que
Chile estaría entre los cuatro primeros? Muy pocos.. Hoy también muy pocos lo creen y
algunos incluso piensan que no es merecido. Salvado el obstáculo del resultado general, y
cumplida medianamente la meta de "pelear por el título" -al menos, se luchó
por una final-, el director técnico nacional enfrenta hoy un desafío mayor que el
deportivo: conservar su cuestionado puesto.
Las
aventuras de Nelson Acosta y sus dirigidos en las tierras guaraníes finalizaron sin
lograr el objetivo de conquistar por primera vez el esquivo trofeo continental. ¿Fracaso?
La respuesta es un sí relativo... Un "Depende", como dice la canción.
La meta planteada al iniciar la fase final de la preparación
(pseudopreparación) para este torneo fue alcanzar el título. Desde ese punto de vista,
el ubicarse entre los mejores cuatro de Sudamérica -con un México invitado de piedra, y
una exótica inclusión de Japón en el fixture- es un fracaso. Ahora, y tal como lo
planteamos en la edición anterior,
¿quién se creyó ese objetivo? NADIE, ni el propio Acosta. Es por ello que la ubicación
final de Chile parece más que satisfactoria para algunos, considerando la mala actuación
en la primera fase. "Chile jugó de menos a más", señaló un
comentarista de TV que acostumbra a amenizar las transmisiones futboleras de su canal con
aburridos chistes y juegos de palabras.
En parte es cierto, ¿pero se podía jugar peor? La derrota ante México fue
absolutamente merecida. Un equipo no puede ganar si no puede con las defensas rivales. La
dupla Sa-Za tuvo un bajísimo nivel durante toda la Copa América, que ni los arrestos de
garra de Zamorano pudieron evitar.Nunca fue una verdadera dupla ofensiva. El partido ante
Venezuela no merece mayor comentario... No es ninguna gracia ganarle a la peor selección
de las participantes, aunque últimamente Chile sude más de la cuenta para logralo. La
derrota ante Brasil, con el "triunfo moral" de no ser goleados, no es un
argumento para decir que Chile mejoró. No se jugaba practicamente por nada. Prueba de
ello, el equipo mayoritariamente de suplentes de Brasil (Chile realizó también varias modificaciones al equipo que venía jugando, pero
nunca hubo realmente uno titular). El penal de Pedro González, para la
anécdota..."si lo hubiese convertido,
quizás la niebla nos hubiera regalado un empate", señaló alguien, realizando
periodismo-ficción.
La selección Chilena no puede negar la suerte que le acompañó. Éste es
quizás el aspecto más positivo de la expedición a Paraguay. Al equipo Casio esta vez le
resultó la conjunción de Mercurio con Júpiter, el alza de la Libra Esterlina, la
humedad ambiental en Madagascar, la lenta retirada del fenómeno de La Niña y que Japón
le empatara a Bolivia, para clasificar como el mejor tercero (¿Se puede ser
"mejor" tercero?) Por primera vez en muchas años se jugó el partido final de
una fase previa sabiéndose clasificados.
El paso a semifinales sorprendió a todo el mundo. ¡Que alguien diga que
esperaba una victoria sobre Colombia!, considerado uno de los favoritos tras su triunfo
contundente ante Argentina. Ése fue sin duda el mejor partido de la roja, pero distó
mucho de ser una actuación sólida. Más allá de la garra, y un par de jugadas vistosas
(los tiros libres de Sierra para Reyes y el golazo de Zamorano), se mostraron los mismos
horrores defensivos observados desde el inicio del trabajo preparatorio para esta Copa
América. El triunfo, que es cierto que entusiasmó hasta los más incrédulos, fue sólo
la mejor sinfonía del Burro Flautista. De ahí en adelante, la suerte se acabó.
La incapacidad ofensiva, las flaquezas del bloque posterior y principalmente las malas
decisiones del técnico Acosta nos dejaron "sólo" entre los cuatro primeros, Un
"sólo entre los cuatro primeros" que fue menos que lo prometido, pero más que
lo esperado.
La tormenta se avecina ahora para Nelson
Acosta. Sus decisiones técnicas nunca fueron las acertadas. Partiendo por la nula
preparación del equipo, considerando las altas metas propuestas, se puede apreciar su
total falta de tino y de personalidad para dirigir un grupo que se notó dividido y
gobernado por los poderes subterráneos de los jugadores "que más saben". Su
porfía en un sistema de juego antinatural para el medio nacional, rígido, y
ultradefensivo cuando no era necesario, y el bajísimo nivel de las "grandes
esperazas" chilenas, le llevaron al fracaso.
¿Por qué esperar hasta bien avanzado el torneo para incorporar un segundo volante
ofensivo? ¿Por qué mantener en la cancha a Marcelo Salas en un partido resuelto, preso
de una tarjeta amarilla y cuando la expulsión se veía venir con el arbitraje registrado?
¿Por qué mantenerlo en cancha cuando perdió un penal en un partido vital?, ¿Por
qué mantenerlo habiendo jugado pésimo, sin ser capaz de retener el balón ni de pasarlo,
teniendo en la banca a hombres frescos y hábiles para enfrentar una defensa cerrada como
la uruguaya (sin que González y Nuñez sean una maravilla, eso sí)? ¿Por qué designar
para los penales a tres defensas (Reyes, Vargas y Aros) sólo regulares con el balón en
los pies, teniendo a su disposición a Miguel Ramírez, Fabián Estay o Clarence Acuña,
acostumbrados a ejecutar estos lanzamientos?
Estas interrogantes deberá responderlas al medio nacional, que seguramente
le pasará la cuenta, sin importar los llantos de los futbolistas o los propios. Su futuro
parece incierto. Los dirigentes de la ANFP, seguramente, tampoco están conformes con su
actuación, aunque sea muy probable que le manifiesten su "total confianza"...
esa será la hora en que Acostá deberá empezar a despedirse. Eso si no renuncia antes (y
probablemente con elástico). |