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por la Negra Ester
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negrita200@hotmail.com

 

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Alrededor de 1300 personas presenciaron el pasado 25 y 26 de junio, el espectáculo protagonizado, producido y dirigido por uno de los más talentosos y profesionales humoristas de nuestro país, Coco Legrand, llenando las butacas del Teatro Concepción. Esta vez, con un montaje exitoso, archi probado en diferentes escenarios del país y poseedor de una excelente crítica, que sin contradecir sus trabajos anteriores, invita al público a participar en un juicio directo a la sociedad actual, en particular a la sociedad chilena.

    La mayoría suele criticar y reclamar por los altísimos costos de los espectáculos artísticos presentados en la ciudad, olvidando que los actores son personas que tienen que mantener un hogar al igual que todo ser humano.

    Sin embargo, las dos horas que duró el show, justificaron a cabalidad el costo de la entrada - $6000 en platea baja y alta y $3000 en balcón.

    En "Al Diablo con Todo" Coco Legrand comparte las tablas con su colega Jaime Azócar, además de la participación de un ballet, que pone la nota sensual y adorna el espectáculo en momentos, sin tener extrema importancia en el producto final.

    La obra se divide en cuatro actos separados por cortinas musicales y cambios de escenografía.

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Sin duda, lo mejor del montaje fueron los monólogos de Legrand. Haciendo uso de una gran capacidad histriónica y corporal, y utilizando chistes y tallas actuales, como los referentes a la derrota de Zaldívar en las primarias de la Concertación o el desafuero de Ávila, provocó en la concurrida asistencia reiteradas ovaciones y ataques de risa prolongados que a más de alguno, obligó a controlar su entusiasmo fuera de la sala.

    Irreverente como siempre, no se puso trabas al momento de criticar a la Iglesia, la religión, los políticos, el gobierno o cualquier tema que produzca discusión.

    En esta ocasión no utilizó como recurso el contacto verbal con el público, existiendo interacción sólo al comienzo de ambas funciones, producto de los típicos atrasos de más de algún asistente.

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Un poco más flojo y sin una verdadera relevancia en el desarrollo de la obra, Azócar no convence totalmente con su actuación, sin aportar la misma vivacidad que Legrand. Si lo viéramos gráficamente, es como observar una mesa con una pata coja.

    A pesar de estas debilidades existentes en casi la totalidad de este tipo de espectáculos, Legrand logra marcar la diferencia respecto a la sobreabundancia de productos cómicos desabridos y copiados existentes en el mercado con un excelente espectáculo lleno de chispa, haciendo uso de su creación personal en una proyección casi real de nuestro mundo cercano, con un montaje profesional y una historia bien contada, que se sostiene casi en su totalidad en su propia actuación.


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