VUELVE ¡PERDÓN...ESTAMOS EN GUERRA!
por la Negra Ester

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Después de un largo silencio, producto del período de vacaciones, el Teatro de la Universidad del Bio - Bío (TUBB) vuelve a los ensayos de su último montaje "Perdón, estamos en guerra", del autor Sergio Vodanovich, para comenzar con actividades artísticas en la zona y en diferentes ciudades de Chile.

La trayectoria de este elenco penquista se remonta a 1991, y desde entonces han demostrado su calidad teatral, con obras que han recorrido el país como, "La Remolienda", "Sin Chico", "La Maña", "Leftaro", "La Cándida Eréndira", "El niño que quiere hacer las tareas" y "Las Redes del Mar", trabajo que obtuvo el premio al mejor montaje y mejor actriz, en el Festival Internacional de Santiago (FESTESA) en 1997.

Por eso extraña el bajo rendimiento y ese "gusto a poco" que su actual montaje, dirigido por Ximena Ramírez, deja en la mayoría de los espectadores que lo han presenciado.

NEGRO2.jpg (49607 bytes)La trama abarca el cinismo y el doble estándar de la sociedad actual y se enmarca dentro del teatro farsesco.

Dieciséis personajes arriba de un escenario nos muestran cómo un tranquilo pueblo donde nunca ocurre nada, donde sus habitantes viven en un mundo estático y monótono, producto de la guerra e influenciados por un hombre foráneo que los persuade a realizar cambios drásticos en su actuar, se transforma en un verdadero circo, arriesgando la integridad de quienes lo conforman, para obtener a cualquier precio, el triunfo en la guerra.

No se puede objetar el excelente nivel expresivo y actoral de personajes claves como la solterona, el pensionista foráneo o el alcalde del pueblo. Su trabajo ayuda a la continuidad y al sentido humorístico de la obra, logrando entusiasmar en algunos de sus pasajes.

PELAO.jpg (46548 bytes)A su vez, la escenografía es bastante práctica y acorde con la trama, y el argumento entrega una gran variedad de posibilidades plásticas y son muchos los elementos que deberían estar presentes sobre el escenario.

Sin embargo, éste se ve mal aprovechado por la constante falta de ritmo en el desarrollo de cada acto, con personajes que brillan a ratos, para luego caer en la monotonía y poca expresividad, desperfilándose y confundiéndose entre ellos.

Quizás es en el continuo de un estilo teatral donde más se nota esta carencia, porque a pesar de estar definido dentro de la farsa, lo que el montaje exhibe es una mezcla entre realismo y sobreactuación.

Si bien la obra puede entretener y ser catalogada como un buen trabajo dentro de los productos penquistas, el TUBB no puede dormirse en los laureles. Tiene que existir una autocrítica sincera y las ganas de proyectarse a un público que los espera como siempre...como los mejores.