"VIVIENDA, FAMILIA Y PARTICIPACION"
Cada persona posee un mundo interior único e irrepetible, un niño, un adulto, un anciano emiten destellos de ese mundo interior. Todos tenemos esa cualidad pero necesitamos un ambiente apropiado para que aflore esa luminosidad. Parece ser que cuando comunicamos nuestro mundo interior, cuando expresamos nuestros íntimos sentimientos, cuando somos escuchados, cuando somos comprendidos se ilumina nuestro entorno y adquieren sentido nuestros actos.
Una vivienda permite, dar la oportunidad para que esos fugaces momentos de destello aparezcan. Pienso así, porque observo, ( veo), que nuestras vidas transcurren en un contínuo diálogo, pero cuantas de esas palabras han posibilitado, han estimulado un débil destello de nuestro mundo interior.
¿ Y por qué la vivienda entrega esta posibilidad ?, si son muchas veces cuatro tablas y un techo por donde se ven las estrellas.
Porque en una vivienda está la familia y con ella el hogar, el espacio del encuentro, de la amistad incondicional, de la ternura, del amor, todas estas necesidades básicas, se manifiestan a través de la familia, de la relación cotidiana de los padres con sus hijos, de los hijos con sus padres, de los padres entre sí y de los hijos entre sí.
Una vivienda debe estimular, fomentar el encuentro y el diálogo familiar; cada familia al estar compuesta por destellos únicos, irrepetibles, requiere de espacios diseñados para sus singulares características que estimulen su identidad, sus valores. De ahí tal vez que al recibir una vivienda mínima esta sea transformada, se le agregen más piezas, un corredor, una galería, pasillos, aleros, colores, revestimientos.
Una vivienda debe poseer áreas para el encuentro familiar como espacios para la privacidad. Para el encuentro entre dos personas o consigo mismo. No podemos cuestionar cuanta privacidad tenemos en nuestra casa y no solamente en las viviendas del sector social.Yo percibo que para el común de la gente que vive en las ciudades (urbana), una casa debe ser totalmente funcional, donde se dé el dormir -comer- asearse, una perfecta máquina para vivir, olvidándonos que necesitamos un ambiente, una atmósfera donde se desarrolle la vida.
En algunos casos, cuando la familia encarga una vivienda nueva, diseña áreas para el estar familiar, para el ocio familiar para los tiempos de soledad y contemplación. Diseña espacios de transición, umbrales de las actividades colectivas o individuales. Diseña espacios residuales que cumplen la función de antesala, de predisponer, de aviso, de poner la alerta ( en onda como dicen los hijos), en sintonía.
Es curioso, pero en el campo, en las casas antiguas, esas de barro y teja, con un mínino de piezas, los espacios entregan todas esas cualidades, nos encontramos con el zaguán, el patio interior, el parrón, la galería, la cocina-comedor, el comedor principal, etc. Y mientras más antigua la casa, más en armonía con el entorno geográfico, el paisaje, el clima, la topografía y el hombre del lugar. Por eso siempre digo o aconsejo, si ustedes quieren construirse una casa en un lugar donde recién llegan, vean como están hechas, distribuidas las antiguas casas, las que la gente ha reproducido generaciones tras generaciones perfeccionándolas, esas viviendas son un buen modelo y pueden transformarse en recordados hogares. El Hogar de nuestra infancia siempre nos acompañará, pienso que nuestras viviendas sociales pueden entregar ese tipo de diseño permitiendo que los futuros usuarios participen, serán diseños limitados en superficie pero abiertos, pensados para que la gente los termine, no para que los desarme y vuelva a construir.
Estimo que el Programa de Vivienda Progresiva que ofrece el MINVU a las personas sin casa, es una oportunidad donde el usuario crea los espacios de diálogo a niveles de familia, vecindad y barrio. En este sentido el Estado lo ve como un programa más que entrega soluciones de techo y la verdad que se diferencia de otros porque entrega soluciones de techo a rostros identificables, a familias con historias, vivencias tangibles. Es un programa que permite la aparición de nuestros personales destellos iluminando nuestro mundo interior, una vivienda se transforma en hogar al albergar una familia, un grupo de casas se transforma en una vecindad cuando las diferentes familias dialogan, se vinculan, se comunican; tenemos un barrio cuando nuestras relaciones y vivencias se suman colectivamente, cuando compartimos similares problemas, experiencias, alegrías con otras familias, con otros grupos de familias. Si estamos de acuerdo en estas ideas, podremos intuir que los espacios exteriores como el patio, el pasaje, la calle, deben estar diseñados para permitir y estimular el encuentro familiar o colectivo, ¿porque un pasaje no puede ser un gran patio de todos los niños?, y si es así, por qué no diseñarlo para que sea ocupado preferencialmente por nuestros hijos y sólo en casos de emergencia por el vehículo. Una madre permite salir a sus hijos solamente hasta donde sus ojos dominan el accionar de ellos.
Una plaza se consolida cuando los habitantes, las familias se apropian de él, se identifican, viven experiencias que consolidan su vida personal y familiar. Para ello, deben ser espacios exteriores que guarden una proporción con el número de casas que se vinculan hacia él. Proporción y tamaño que debe permitir a las familias sentir su dominio territorial las grandes extensiones de terreno crean las tierras de nadie, abandonadas, generadores de actos censurados por la sociedad y amenazadores de la vida familiar. De este hecho, que todos podemos constatar día a día, si ponemos atención en nuestro recorrido habitual por la ciudad, podemos proyectar el siguiente raciocinio : Así como se dijo que para la vida familiar en la casa como la vida colectiva en la calle, se requieren espacios estimuladores del encuentro, diálogo, amistad, también es cierto que espacios mal concebidos, ambiguos, que no interpretan a uus moradores propician, estimulan el lado oscuro de nuestro mundo interior, deteriorando nuestra calidad de vida individual como colectiva.
El desafío nuestro, de ustedes y mío, es dialogar y
plantear en nuestro hogar y en nuestro mundo vecinal, el tipo de vida que
deseamos y ello expresado en los tipos de formas, de casas que nos interpreta
como individuo, como familia, como comunidad. El tipo, forma de barrio que
nos interpreta como grupos de familias, el tipo de ciudad que aspiramos,
cada uno de nosotros, cada una de nuestras familias.
Hay que contar los sueños del mundo interior, porque son esas las ideas que mueven el mundo visible y la ciudad, la vida en ellas es consecuencia de nuestras acciones y decisiones.
PEDRO ORELLANA AGURTO
Arquitecto