“Siempre tuve claro
que había que romper el sistema
y luchar por la integración”
Su carrera siempre estuvo marcada por
las desigualdades en la educación y
actualmente dirige un establecimiento para
integrar a “niños con retos múltiples”.
La labor de María Cristina
Adán al frente del Centro Educativo
de Recursos Especiales
(Colegio Ceres), donde el
90 por ciento de los estudiantes
asisten al Instituto de Rehabilitación
Teletón, no es la de
una educadora tradicional. Tal
como afirma esta egresada de
la primera promoción de especialistas
de Educación Diferencial
de la Universidad, es que
para este trabajo, se necesita“el doble y hasta el quíntuple
de esfuerzo”. Sin embargo,
la directora y una de las fundadoras
del Colegio Ceres, siempre
tuvo clara su vocación y tenía
un motivo muy potente para
el trabajo de integración con
niños discapacitados: su padre,
el español Rufo Adán es
el fundador de la escuela Chile
España, uno de los establecimientos
pioneros en
esta labor. Por lo tanto, la
educadora diferencial
cuenta que estuvo
constantemente en
contacto con esta
realidad, lo que la
llevó a comprometerse
al cien por ciento con
esta vocación y
que le valió el
reconocimiento
de sus pares
a nivel
nacional en
el 2000,
cuando
obtuvo
el Premio
a
la Excelencia
Docente.
Otra
de sus
motivaciones
nació precisamente
cuando era alumna
de la UdeC y
bajo la influencia del
fundador de la carrera,
José Fuica, y “un
staff de profesores
de primer nivel”,
además del trabajo
en conjunto
con sus dos amigas
y colegas
quienes tenían el mismo desafío
hasta que en 2004 cumplieron
su sueño. Ya en 1997, María
Cristina Adán había gestado
el Centro de Estimulación Temprana
de Concepción, el primero
a nivel nacional y municipal.
Su carrera siempre estuvo
marcada por las desigualdades
en la educación y hoy, que dirige
un establecimiento para integrar
a “niños con retos múltiples”
como los llama, repasa
cada uno de los desafíos y satisfacciones
de su admirable
trabajo.
Siempre tuve claro que había que romper
el sistema y luchar por la integración.
De hecho, había profesores que no me
dejaban trabajar con niños especiales”.
¿Cómo influyó la Universidad
en poder desarrollar una carrera
como ésta?
“Como mi padre es el fundador
de la Escuela Chile España,
siempre estuve en contacto
con la desigualdad que produce
la discapacidad y me llamó
la atención la poca integración
que existía. En la “U” uno no tiene
tan cosas claras, pero siempre
tuve claro que había que
romper el sistema y luchar por
la integración. De hecho, había
profesores que no me dejaban
trabajar con niños especiales”.
¿Cómo ha sido el camino que
han recorrido desde el 2004
hasta hoy con este colegio?
“En el fondo hemos cumplido
nuestras metas, nosotras sabíamos
que no iba a ser fácil,
pero nunca habíamos imaginado
que iba a ser tan difícil, porque
uno a veces espera que
estos alumnos se adapten al
currículum normal, a los colegios
típicos. Pero ellos jamás
se van a poder adaptar a nosotros,
a ningún entorno, ni en
los juegos de las plazas que no
hay para ellos, ni en edificios
que no hay rampas ni ascensores. Entonces ellos nos presentan
retos a nosotros, a los que
no tenemos en cierta forma una
discapacidad. Es una forma de
mirar la vida en forma distinta,
ponerse en los zapatos del
otro, tratar de pensar por el otro
y ver que tiene los mismos derechos”.
¿Cuáles son los logros que
ve en estos años de trabajo?
“Aquí todos los días hay un logro.
El hecho de que vengan a
clases es una gran cosa y que
entiendan lo que estamos haciendo,
aunque todos sus procesos
educativos andarían
mucho más rápido si hubiera
mayor constancia, porque
siempre hay paréntesis demasiado
importantes, lamentablemente
del punto de vista de salud,
porque tienen una salud
muy difícil, los papás no tienen
los medios de transporte adecuado
y hacen esfuerzos maratónicos.
Yo desafiaría a cualquier
persona de esta tierra a
estar 24 horas con un hijo así”.
¿Y ahora cuáles son los desafíos
que se presentan en el
trabajo futuro?
“El desafío mayor siguen siendo
los padres de los alumnos,
porque a veces algunos procesos
vuelven a cero. Se ponen
vendas y a veces huyen, lo que
nos da mucha pena e impotencia,
porque no van a encontrar
la solución. La idea es que el
alumno asista a clases y hay
una preocupación constante en
ello, porque nos dimos cuenta
que cuando uno siente que tiene que seguir creciendo, que
sabe lo que quiere y pones en
una balanza hay dos caminos:
o te conformas o creces. Y ése
es el sentimiento que teníamos
las tres”.