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  Nº 676 viernes 14 de enero de 2010

 

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• ENTREVISTA

“Siempre tuve claro que había que romper el sistema y luchar por la integración”

Su carrera siempre estuvo marcada por las desigualdades en la educación y actualmente dirige un establecimiento para integrar a “niños con retos múltiples”.

La labor de María Cristina Adán al frente del Centro Educativo de Recursos Especiales (Colegio Ceres), donde el 90 por ciento de los estudiantes asisten al Instituto de Rehabilitación Teletón, no es la de una educadora tradicional. Tal como afirma esta egresada de la primera promoción de especialistas de Educación Diferencial de la Universidad, es que para este trabajo, se necesita“el doble y hasta el quíntuple de esfuerzo”. Sin embargo, la directora y una de las fundadoras del Colegio Ceres, siempre tuvo clara su vocación y tenía un motivo muy potente para el trabajo de integración con niños discapacitados: su padre, el español Rufo Adán es el fundador de la escuela Chile España, uno de los establecimientos pioneros en esta labor. Por lo tanto, la educadora diferencial cuenta que estuvo constantemente en contacto con esta realidad, lo que la llevó a comprometerse al cien por ciento con esta vocación y que le valió el reconocimiento de sus pares a nivel nacional en el 2000, cuando obtuvo el Premio a la Excelencia Docente.

Otra de sus motivaciones nació precisamente cuando era alumna de la UdeC y bajo la influencia del
fundador de la carrera, José Fuica, y “un staff de profesores de primer nivel”, además del trabajo en conjunto con sus dos amigas y colegas quienes tenían el mismo desafío hasta que en 2004 cumplieron su sueño. Ya en 1997, María Cristina Adán había gestado el Centro de Estimulación Temprana de Concepción, el primero a nivel nacional y municipal.

Su carrera siempre estuvo marcada por las desigualdades en la educación y hoy, que dirige un establecimiento para integrar a “niños con retos múltiples” como los llama, repasa cada uno de los desafíos y satisfacciones de su admirable trabajo.

Siempre tuve claro que había que romper el sistema y luchar por la integración. De hecho, había profesores que no me dejaban trabajar con niños especiales”.

¿Cómo influyó la Universidad en poder desarrollar una carrera como ésta?

“Como mi padre es el fundador de la Escuela Chile España, siempre estuve en contacto con la desigualdad que produce la discapacidad y me llamó la atención la poca integración que existía. En la “U” uno no tiene tan cosas claras, pero siempre tuve claro que había que romper el sistema y luchar por la integración. De hecho, había profesores que no me dejaban trabajar con niños especiales”.

¿Cómo ha sido el camino que han recorrido desde el 2004 hasta hoy con este colegio?

“En el fondo hemos cumplido nuestras metas, nosotras sabíamos que no iba a ser fácil, pero nunca habíamos imaginado que iba a ser tan difícil, porque uno a veces espera que estos alumnos se adapten al currículum normal, a los colegios típicos. Pero ellos jamás se van a poder adaptar a nosotros, a ningún entorno, ni en los juegos de las plazas que no hay para ellos, ni en edificios que no hay rampas ni ascensores. Entonces ellos nos presentan retos a nosotros, a los que no tenemos en cierta forma una discapacidad. Es una forma de mirar la vida en forma distinta, ponerse en los zapatos del otro, tratar de pensar por el otro y ver que tiene los mismos derechos”.

¿Cuáles son los logros que ve en estos años de trabajo?


“Aquí todos los días hay un logro. El hecho de que vengan a clases es una gran cosa y que entiendan lo que estamos haciendo, aunque todos sus procesos educativos andarían mucho más rápido si hubiera mayor constancia, porque siempre hay paréntesis demasiado importantes, lamentablemente
del punto de vista de salud, porque tienen una salud muy difícil, los papás no tienen los medios de transporte adecuado y hacen esfuerzos maratónicos. Yo desafiaría a cualquier persona de esta tierra a estar 24 horas con un hijo así”.

¿Y ahora cuáles son los desafíos que se presentan en el trabajo futuro?

“El desafío mayor siguen siendo los padres de los alumnos, porque a veces algunos procesos vuelven a cero. Se ponen vendas y a veces huyen, lo que nos da mucha pena e impotencia, porque no van a encontrar la solución. La idea es que el alumno asista a clases y hay una preocupación constante en ello, porque nos dimos cuenta que cuando uno siente que tiene que seguir creciendo, que sabe lo que quiere y pones en una balanza hay dos caminos: o te conformas o creces. Y ése es el sentimiento que teníamos las tres”.

Gonzalo Espinoza Díaz
Periodista

 




 



 

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