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  Nº 672 jueves 04 de noviembre de 2010

 

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Solidaridad universitaria
Ejemplo de una comunidad que vela por los suyos en situaciones extremas

Con el compromiso de mil 500 trabajadores en la campaña ½ día por ti, organizaciones sindicales de nuestra y otras universidades y el apoyo institucional de esta casa de estudios, fue posible ir en ayuda de las familias que quedaron en situación de extrema vulnerabilidad tras el terremoto y maremoto que afectó a nuestra zona, en un ejemplo que grafica el significado de comunidad universitaria.

El desconcierto que acompañó las horas siguientes del terremoto y posterior tsunami no fue impedimento para que, una vez salido el sol del 27 de febrero, comenzaran las acciones para intentar recuperar la normalidad.

Durante las primeras horas, la Universidad tuvo como centro de operaciones la garita ubicada en el acceso norte del campus central. Ahí acudieron académicos, administrativos y estudiantes para obtener cualquier información que pudiera dar señales de los pasos a seguir. Se constituyó como centro neurálgico de las comunicaciones y fue, también, donde se conocieron las consecuencias del megasismo en la familia universitaria.

Ayuda inmediata

Lo primero fue ir en ayuda de los trabajadores más afectados, para ellos se realizó la entrega de ayuda básica, consistente en artículos de primera necesidad. Una vez coordinadas las primeras acciones se procedió a organizar la ayuda para los más afectados, preocupación manifestada por los presidentes de los sindicatos 1 y 3 . “Hubo muchos que perdieron todo”, recordó el presidente del sindicato 3, Jorge Rocha.

Mediante un teléfono de emergencia, que funcionó las 24 horas, se inició un catastro de los siniestrados y se identificaron las necesidades y preocupaciones más apremiantes. Representantes de ambos sindicatos, junto a asistentes sociales de la dirección de Personal y un grupo de académicos se dedicaron a visitar a los trabajadores para conocer su situación, entregarles una canasta de emergencia, y orientarlos en temas técnicos, señaló el director de Personal, Christian Chavarría.

Retorno a la Universidad

“Nuestro primer objetivo fue entregar seguridad a los trabajadores que retomaban sus trabajos”, recordó Christian Chavarría, director de Personal. Las autoridades detectaron la preocupación sobre la seguridad de los hijos de los funcionarios. En ese momento no había dónde dejar a nuestros niños para venir a trabajar, señaló Chavarría, fue entonces cuando surgió la idea de coordinar junto a los programas de Responsabilidad Social Universitaria, RSU y TalentosUdeC, talleres de actividades infantiles dentro del campus.

La directora de RSU, Gracia Navarro, señaló que la iniciativa nació de los jóvenes vinculados a los programas. El objetivo de esta acción, fue realizar actividades recreativas, proporcionar ayuda sicológica a los niños, buscar dar tranquilidad a las familias, de modo que los trabajadores universitarios supieran que tenían a sus hijos cerca y bien cuidados. Junto a ello se habilitó el Cedin como guardería infantil, de modo que los preescolares también estuvieran cerca de sus padres.

Soledad Villarroel, jefa de la unidad de Bienestar, valoró la capacidad de reacción. “Muchas de las iniciativas fueron fruto del momento, era lo que de acuerdo a las circunstancias se iban generando, ya que nadie tenía experiencia en este tipo de situaciones”.

Junto con las acciones de seguridad, el estrés derivado de situaciones catastróficas también fue un tema abordado por la dirección de Personal. Conscientes de la necesidad de preparar a la comunidad universitaria para enfrentar y prevenir posibles accidentes derivados de eventuales nuevos sismos, la dirección de Personal puso a disposición de las reparticiones recomendaciones básicas sobre qué hacer en estos casos, junto a ellas se organizaron charlas e identificaron los casos críticos de estrés, que fueron derivados a atención sicológica personalizada.




½ día por ti

El catastro, explicó el director, sirvió para identificar y clasificar las pérdidas más significativas. La comisión compuesta por la Dirección y los sindicatos permitió definir criterios para organizar la ayuda. “Lo primero era aportar con recursos y, por lo tanto, se tomó la decisión de que la canasta navideña quedara a disposición de los trabajadores más complicados. A su vez el presupuesto para gastos de personal durante el año se reasignó para poder ir en apoyo de los trabajadores, tal fue el caso de la suspensión del Vino de Honor y de las canastas navideñas”, señaló Chavarría.

La campaña solidaria ½ día por ti, fue una iniciativa que apeló a la solidaridad de la comunidad. El terremoto no excluyó a nadie, pese a todo, mil 500 trabajadores entregaron medio día de su sueldo
para ayudar a sus colegas. Como resultado se reunieron $25 millones 700 mil, dinero que fue destinado exclusivamente para adquirir 7 casas prefabricadas (más otras tres aportadas por la Universidad Austral y su sindicato) que fueron entregadas a 10 familias cuyas viviendas fueron arrasadas.

Las necesidares eran múltiples por lo que fue necesario hacer una categorización. “Identificamos 3 categorías de riesgo a las que se le asignaron recursos según el rango en que clasificaban, lo que fue financiado con presupuesto de la Universidad”, explicó Chavarría.


Más que agradecido

A punto de cumplir 30 años de trabajo en la Universidad, el funcionario del decanato de Ciencias Químicas, Miguel Rivera, no encuentra palabras para explicar todo el agradecimiento que tiene hacia quienes le hicieron posible volver a tener su casa, luego que aquella en que había vivido “desde siempre”, resultara completamente dañada por el terremoto de febrero. “Nunca pensé que iba a tener tanta ayuda de la Universidad, de los sindicatos, y de los mismos alumnos y profesores de la Facultad que desde el primer día se acercaron a ver qué necesitaba”, señala emocionado.

Miguel Rivera, a la derecha, acompañado de los directores de personal de las universidades de Concepción y Austral junto a la jefa de la unidad de desarrollo social de nuestra casa de estudios.

El terreno donde estaba emplazada su casa de madera, en la población Isla Andalién, cedió luego de la catástrofe y provocó la destrucción tanto de la construcción como de todo lo que había en su interior. Pese a ello, estuvo desde el primer día prestando sus servicios en la incendiada Facultad.


Miguel Rivera fue uno de los beneficiados con las casas de madera donadas por la Universidad Austral, la que hoy ha acondicionado junto a su esposa, transformándola en su nuevo y cuidado hogar.

 

 

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