Lorenzo Fluxá, socio de Fluxá & Haas Escogí la UdeC
por su prestigio
Uno tiene que crecer como persona y
como profesional todos los días y nuestra
intención es poder salir de Concepción.
Estamos tratando de poder abarcar
proyectos a nivel de todo Chile.
Decidió ser arquitecto
después de sendas carreras
truncadas en su infancia y
adolescencia: la de piloto de
guerra tras ver la película Top
Gun y la de basquetbolista,
luego de darse cuenta que sólo
tenía un riñón. De ahí, Lorenzo
Fluxá tuvo la sensación que
tenía claro lo que quería. Y es
que su afición de erigir ciudades
y edificios con legos para sus
playmobil lo convenció de que
debía tomar la arquitectura.
Lo que no pensó dos veces
fue donde seguir su carrera.
“Cuando me tocó decidir
dónde estudiar, lo que tomé
como principal elemento fue
el prestigio de la institución
Universidad de Concepción”
dice Fluxá, y no le importó
mucho que cuando ingresó a
estudiar, la escuela recién abría
sus puertas. “Pensar que la
UdeC era la mejor Universidad,
no tenía por qué no contar
con una buena escuela de
Arquitectura”.
Y otra de las cosas que también
se forjó durante su infancia, ya
decidido de ser arquitecto, fue la
conformación de una sociedad,
que se ha vuelto exitosa
en Concepción y que se ha
proyectado fuera de la ciudad.
Fluxá & Hass arquitectos es
un proyecto desde los días de
Lorenzo Fluxá e Ian Haas en el
Colegio Alemán, donde ambos
ya proyectaban el ejercicio libre
de la profesión. Proyectos entre
ambos son muchos. Dentro de
ellos, los primeros edificios de
Andalué, la torre de oficinas
Centro Sur o la sucursal de
La Araucana en el Maule, que
se adjudicaron por sobre otras
10 oficinas de arquitectos
del país, a pesar que cuando comenzaron, hace más de
una década, no les llegaban
proyectos y mataban las tardes
junto a su socio jugando Fifa 98.
¿Cómo fue tu paso por la escuela
de Arquitectura de la
UdeC? ¿Con qué te encontraste
ahí?
“Yo fui de la primera generación,
cuando se abrió la escuela.
Difícil en lo que uno no domina
y fácil en las cosas para las que
uno tenía más afinidad. Un grupo
de compañeros diversos, rico en
calidad humana, muy buenos
amigos y buenos recuerdos.
Una gran experiencia.
Con
respecto a la escuela nueva, al
principio era media pobre. No
teníamos ni siquiera edificio y
nosotros estábamos metidos en
las aulas de los ingenieros. Pero
la apuesta era que la escuela
tenía que seguir creciendo y que
tenía que hacer “experimentos”
con nosotros para generar su
propio sello. Y mi conclusión es
que conmigo sirvió.
Y cuando estudiabas,¿definiste una línea o un área de la carrera en la que
quisieras ejercer?
“Siempre pensé que me quería
dedicar al ejercicio libre de
la profesión. Lo supe desde
el primer día que me puse a
estudiar Arquitectura. Mi socio
es amigo mío del colegio, de
primero básico. Estudiamos
en escuelas distintas, en otra
universidad. Cuando nosotros
salimos, dijimos ‘nos asociamos
y ponemos una oficina de
arquitectura’.
Siempre tuvimos
la ilusión de tener una oficina,
como la de los papás de unos
compañeros, que era la de
Werner Stern con Enrique Amstrong. La imagen que
tenía era la de ellos y que me
acomodaba como proyecto
profesional”.
¿Y la formación que te dio la
escuela de Arquitectura UdeC
iba en esa línea?
“Si tú me preguntas cumplió
muy bien, aunque fue difícil para
mí, porque la orientación de la
escuela fue más urbanística y
yo he hecho más arquitectura
de construcción. Entonces
como que no estoy dentro del
parámetro objetivo que tiene la
escuela. Nosotros lo más que
hacemos de urbanismo son
loteos, lo que me ha ayudado
por supuesto, porque siempre
hemos tenido la noción de
cómo se comporta la ciudad
y nos ayuda en el aspecto
de proponer las cosas que
planteamos”.
Me imagino que ahora la
sociedad tiene proyecciones
de seguir creciendo...
“Creciendo, siempre. Uno tiene
que crecer como persona y
como profesional todos los días
y nuestra intención es poder
salir de Concepción. Estamos
tratando de poder abarcar
proyectos a nivel de todo Chile
y estamos preparando la oficina
para eso, con la intención de
ser una carta potente para el
desarrollo desde Concepción
como plataforma profesional”.
Decidió ser arquitecto
después de sendas carreras
truncadas en su infancia y
adolescencia: la de piloto de
guerra tras ver la película Top
Gun y la de basquetbolista,
luego de darse cuenta que sólo
tenía un riñón. De ahí, Lorenzo
Fluxá tuvo la sensación que
tenía claro lo que quería. Y es
que su afición de erigir ciudades
y edificios con legos para sus
playmobil lo convenció de que
debía tomar la arquitectura.
Lo que no pensó dos veces
fue donde seguir su carrera.
