Sistemas alternativos
para la detección de
biotoxicidad de algas
Aunque criticable para algunos,
el bioensayo de ratón sigue
siendo la herramienta más
eficaz y segura para garantizar
la salud de los consumidores
de mariscos. Sólo como referencia,
en Chile, el año pasado,
se utilizaron unos 150 mil ratones
en esta prueba que consiste
en inyectar al animal con un
extracto de los moluscos bivalvos
a evaluar, para determinar
la presencia de toxinas producidas
por organismos biológicos
(como microalgas) y sus potenciales
efectos.
Y aunque se trata de un ensayo
de uso universal, en algunos
países europeos ha sido objeto
de cuestionamientos por consideraciones éticas en torno al
bienestar animal, lo que ha impulsado
la búsqueda de técnicas
alternativas a la prueba. Un
paso en este sentido se produjo
en Francia, que este año sustituyó
el bioensayo de ratón por
un test químico para la evaluación
de biotoxicidad en cultivos
de ostras.
Pero no se trata sólo de materiaséticas. La tendencia a rebajar
los niveles máximos aceptables
de toxinas en los productos
del mar demanda técnicas más
sensibles a la hora de determinar
la presencia de estos compuestos.
Las nuevas tendencias en estaárea y sus proyecciones fueron
revisadas en el curso internacional
Desarrollo de sistemas
alternativos in vitro para la detección
de biotoxicidad de microalgas,
que se llevó a cabo
del 6 al 11 de octubre, convocado
por el programa Copas Sur
Austral y la Unidad de Biotecnología Marina de la facultad de
Ciencias Naturales, en la finalización
de su proyecto de vinculación
internacional con el
Instituto de Recerca I Tecnologías
Agroalimentàries (IRTA)
de Cataluña.
Centro líder en España y Europa,
el IRTA tiene a su haber
una amplia experiencia –de
más de 20 años- en el monitoreo
de las bahías del delta
del Ebro, una zona de importancia
en la producción de mitílidos,
y novedosas propuestas
de investigación en técnicas de
avanzada para la bioseguridad
de la columna de agua.
Con ese aval y en una intensa
agenda de trabajo, los expertos
del IRTA, Jorge Diógene, Pablo
de la Iglesia, Kart Andree y Mónica
Campás fueron los responsables
de las exposiciones del
curso, en el que sus asistentes
pudieron conocer las perspectivas
que ofrecen técnicas de
biología molecular (como PCR)
en el monitoreo de microalgas,
cultivos celulares para la evaluación
de toxinas marinas, y
otras más sofisticadas como el
uso de dispositivos de resinas
poliméricas como marcadores,
el método de Cromatografía Líquida-
Espectrometría de Masa
(LC-MS/MS) –aún en proceso
de validación en el espacio europeo-
o biosensores (elementos
biológicos combinados con
sistemas de transmisión de señales
eléctricas).
Estos temas fueron también
compartidos por los expertos
en el taller Bioseguridad de la
columna de agua para la producción
agrícola sustentable,
realizado el 13 de octubre, en
el
que también participaron los
investigadores nacionales de la
Universidad de Chile, Benjamín
Suárez y Víctor Contreras;
Universidad Austral, Miriam
Seguel; del Instituto de Seguridad
Pública, Luis Roa, y del
Programa Copas Sur Austral,
Allison Astuya, Wolfgang Schneider
y Alejandra Aguilera.
En las conclusiones del taller,
los panelistas coincidieron en
señalar la relevancia de la investigación
básica y aplicada
en el diagnóstico y la propuesta
de soluciones ante los factores
que pueden amenazar la seguridad
de los sistemas hidrobiológicos,
con sus implicancias
económicas y sociales. También
fue unánime la posición en
torno a la necesidad de conformar
grupos inter y multidisciplinarios;
compartir conocimientos,
experiencias y resultados
de investigación dentro y entre
países que permitan hacer frente
a los desafíos que impone el
tema tanto desde la perspectiva
del desarrollo de la ciencia
básica como de su aplicación.
Para el jefe de la Unidad de
Biotecnología Marina y responsable
del proyecto de vinculación
internacional con IRTA por
parte del Programa Copas-Sur
Austral, Rodrigo González, el
desarrollo de nuevas tecnologías,
que en su aplicación pueden
transformarse en excelentes
oportunidades de negocio,
deben necesariamente integrar
una componente altruista, que
tenga en su centro al ser humano
y el entorno. “Sin esto es difícil
que tengan éxito…o (éste)
puede ser muy limitado”, puntualizó.