Un norteamericano, el doctor Richard
Heck, y dos japoneses, los doctores Eiichi
Negishi y Akira Suzuki, compartieron
este año el premio Nobel de Química por
sus investigaciones sobre nuevos y más
eficientes métodos para la síntesis de
compuestos orgánicos.
Desde que Wöhler preparó
la urea en 1828, la
síntesis de sustancias
orgánicas ha sido la principal
actividad de los químicos
orgánicos. Desde
sus comienzos, esta disciplina
estuvo estrechamente
ligada a la industria.
Ya a mediados del
siglo XIX proveía colorantes
para la industria
textil, o explosivos para
la minería, las obras civiles
o la guerra. Ello se
hacía a partir de materias primas extraídas
de la grasa animal o la hulla.
La identificación de los compuestos orgánicos
responsables de la actividad de las
plantas medicinales, desencadenó el interés
por la fabricación industrial a gran escala
de los mismos o variantes de ellos,
dando comienzo a la moderna industria
farmacéutica. Un ejemplo de ello es la aspirina
o ácido acetilsalicílico, que se encuentra
naturalmente en la corteza de
sauce y de la que hoy se fabrican miles
de toneladas anuales. Cosa similar ocurre
con la penicilina.
Gracias a la extracción y refinación masiva
del petróleo, a principios del siglo
XX, se desarrolla la producción de cosméticos,
pesticidas, plásticos, fibras
textiles sintéticas, adhesivos, pinturas,
etc. Hoy se conocen más de 15 millones
de compuestos orgánicos y se estima
que las posibilidades son casi infinitas.
En el mundo actual, casi todo lo que tocamos
es química orgánica, la alfombra,
la pintura de las paredes, el barniz
de los muebles, la ropa, los billetes, las
tarjetas de crédito, los envases, las pantallas
LCD, los alimentos, los remedios,
etc.
Para sintetizar esta gran variedad de
compuestos químicos, se requiere unir átomos de carbono formando estructuras
con cadenas y anillos. Existen diversos
métodos, pero la contribución
de Heck, hace 40 años, y los investigadores
que continuaron su trabajo, utilizando
el catalizador metálico paladio,
constituye un método muy eficiente, no
sólo en el laboratorio, sino que, especialmente,
en la industria química. Allí
su contribución ha sido especialmente
valorada.
Heck, que tiene hoy 79 años y está jubilado
dijo: “no quise patentar mis descubrimientos,
para que muchos otros pudieran
utilizarlos”.
Benito Rodríguez
Director del Departamento de Química
Orgánica