Gracias a científico penquista Pescadores del Pacífico Norte
extienden la mano a Juan Fernández
Tras una cruzada
solidaria que
duró meses,
pescadores y
empresarios
pesqueros del
Noreste de Estados
Unidos, enviaron
desde Seattle
un container con
equipamiento
pesquero evaluado
en más de 85 mil
dólares.
El 27 de febrero de 2010 los habitantes
de Juan Fernández se
vieron duramente golpeados
por un tsunami que cobró la vida
de varios habitantes, entre
hombres, mujeres y niños. Hoy
la pesadilla no termina. Deben
preocuparse de la reconstrucción
de su territorio y de sobreponerse
al duro golpe que recibió
la economía local, basada
en la pesca de la langosta, actividad
truncada por la pérdida
total de equipamiento.
El docente del departamento
de Oceanografía de la Universidad
de Concepción, Billy Ernst,
conocía Juan Fernández, por
algunos proyectos de investigación
realizados en la zona.
Por ello, al enterarse de esta
catástrofe decidió ayudar a las
víctimas. El primer paso fue solicitar
a Pablo Manríquez, asesor
productivo del sindicato de
pescadores, un catastro de las
pérdidas materiales de los pescadores,
para posteriormente
comenzar a golpear puertas en
busca de ayuda.
Debido a que la catástrofe había
afectado a gran parte del
país, Ernst sabía que desde
Chile sería difícil encontrar ayuda
inmediata, por ello contactó
a Peter Hodum, presidente de
Oikonos (ONG dedicada a la
conservación de islas), a quien
conoció mientras estudiaban
en Estados Unidos.
“En ese momento le escribí a
Peter pidiéndole que creáramos
un fondo, pero sólo para
los pescadores”, explica Ernst,
ya que sabía de otros recursos
que ayudarían a las personas;
sin embargo, comprendía la urgencia
de reactivar la fuente de
trabajo de las víctimas. Después
de un par de semanas comenzó
a llegar la ayuda de algunos
investigadores.
No conforme, Ernst decidió
dar un nuevo paso y contactó
a pescadores y empresarios
relacionados con la pesca
de cangrejo, en Alaska. A los
pescadores y empresarios les
sensibilizó de sobremanera la
tragedia, cuenta el científico, y
por ello decidieron llevar a cabo
un proyecto que les permitiera
recaudar aun más fondos.
Así, crearon un comité, con el
que Ernst debió coordinarse
cerca de tres meses, mediante
videoconferencia y teléfono. En
menos de dos meses, este gremio
ya había reunido cerca de
85 mil dólares.
A fines de junio, el académico
viajó a Estados Unidos, donde
se reunió con el comité para
adquirir los elementos y guardarlos
en un container. Después
de cuatro semanas de navegación,
el cargamento llegó
a Valparaíso, donde gracias a
la ayuda de Ricardo Radebach,
de la subsecretaría de Pesca,
se hizo efectivo en tiempo récord
el trámite de la liberación
de impuestos (por tratarse de
ayuda humanitaria), para que
posteriormente la Armada de
Chile comenzara a transportar
los bienes a la isla.
La lista de equipamiento incluye
elementos como dos huinches
eléctricos para varar embarcaciones
(cada uno avaluado en
7 millones de pesos), 6 motores
honda, radios VHF portátiles,
GPS, compases náuticos, ropa
de agua, chalecos salvavidas,
boyas, cabos y artículos de pesca.
Toda esta ayuda permitirá
que los pescadores de las caletas
Norte y Sur de Juan Fernández
retornen a sus labores,
incluso en mejores condiciones.
La entrega oficial de la ayuda
se realizaba el miércoles 1 de
septiembre, en Juan Fernández,
con la asistencia de autoridades
y personas involucradas
en esta campaña, como el
presidente Oikonos y el subsecretario
de Pesca, quien además
hará entrega de ocho botes
pesqueros, donados por la
Organización de las Naciones
Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO). Cabe destacar
que de forma excepcional,
y debido a la tragedia del 27 de
febrero, este año la Subpesca
autorizó que la temporada de
trabajo para los pescadores de
Juan Fernández comience en
septiembre, y no en octubre,
como ocurre normalmente. “Pareciera ser que el mar y la
actividad pesquera pueden unir
a veces comunidades muy lejanas
y diversas, como la flota
artesanal langostera de Juan
Fernández (Chile) y la flota de
la pesca mortal del Mar de Bering
(Alaska)”, concluye el académico.