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  Nº 666 viernes 02 de julio de 2010

 

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•ENTREVISTA

Claudio Santander, presidente de empresas Masvida
Un hombre de negocios que forjó el éxito con precisión de cirujano

“Entré a la UdeC en la época del Propedéutico, y a Medicina con uno de los buenos puntajes. Una vez graduado ingresé como profesor, alcanzando el grado de titular a los 40 años. Éramos el grupo que nos decían los `súper ocho´”.

A pesar de sus 62 años, piensa, habla y expone sus ideas a la velocidad de un Fórmula Uno. Al escuchar al doctor Claudio Santander, me recuerdo del libro “El vendedor más grande del mundo” de Og Mandino.

Pronuncia la palabra éxito con autoridad y cómo no, si ha construido un verdadero imperio de la salud desde Concepción, creando una de las isapres más reconocidas del mercado, Masvida, y acaba de echar a andar uno de sus proyectos más ambiciosos: la Clínica Universitaria de Concepción.

Su despacho está plagado de certificados y diplomas de sus especialidades, donde destaca el de cirujano cardio-torácico del Instituto Nacional de Cardiología de México y el más reciente: un MBA de la Universidad de Chile. “No he parado de estudiar y reconozco que si este año no hubiera estado el terremoto, uno de mis planes era hacer un MBA en recursos humanos y liderazgo, aunque creo que liderazgo no me falta, porque es una cuestión que aprendí solito” confidencia el médico.

Santander se dio el tiempo para defender a sus pares empresarios quienes, a su juicio, “son gallos que están siempre creando que no lo hacen sólo para generar riqueza ni acumular como las ardillas. Generalmente andan al dos por tres, con las lucas prestadas, tienen proyectos por la capacidad económica que tienen y la que les falta, es decir, siempre andan buscando más recursos porque las ideas los superan”. Además, el doctor Santander cuenta sus aficiones tuerca, cómo creó Masvida y cuál es la razón de esta hiperactividad creativa y emprendedora.

¿Usted cree que nació o se hizo líder?

“Creo que las circunstancias me lo dieron por la especialidad que escogí. Dentro de la medicina puedes elegir entre medicina interna o cirugía. Cuando uno elige cirugía, tienes mucho más inmediatez en tu carrera, porque los resultados son o no son, de toma de decisiones sobre la marcha. En el caso de la cirugía cardiaca, es crítico. Te juegas al paciente en el pabellón de operaciones y si las cosas no salieron, el paciente no sale. Entonces, uno empieza a desarrollar una mentalidad exitista, porque es la manera que el paciente salga vivo. Esa mentalidad se te pone en el chip y en consecuencia, cuando tú logras motivar a un cirujano cardiaco que dirija una empresa, no me cabe la menor duda que va ser exitosa”.

Y entonces cómo se explica el nacimiento de Masvida…

“La verdad es que nunca soñé estar haciendo lo que hago hoy día. Mi norte era ser un gran cirujano cardiaco, seguir formando equipos con un grupo selecto de profesionales con reconocimiento y prestigio internacional. Llegué a ser profesor titular de la facultad de Medicina a los 40 años, éramos del grupo que llamaban los “súper ocho” porque yo era uno de los 8 profesores titulares, lo que selló mi carrera porque llegué al techo demasiado rápido. Masvida fue una empresa que habíamos formado en el hospital en la Unidad de Tórax y nació en la mentalidad de un grupo de médicos, porque este bichito de crear lo tuvimos siempre. Y cuando creamos este hijo se lo entregamos a otro grupo, porque fuimos muy generosos. Recorrí todo el sur para convencer a los colegas de Valdivia, Temuco y Puerto Montt, que querían hacer cada uno su propia isapre”.

¿Cuál fue la motivación de crear esta empresa?

“Nosotros hacíamos el análisis de nuestros colegas que cuando se enfermaban terminaban en la sala común y para pasar a pensionado, tenían que recurrir a la gratuidad del hospital. Lo que era un contrasentido, porque estábamos todo el día y dábamos sanación y cuando nos enfermábamos nosotros no teníamos nada. Entonces dije ‘esta cuestión no puede ser y tiene que mejorar’. Y las primeras isapres que llegaron a la zona tuvieron un trato muy áspero y hostil con los médicos”.

Y sus expectativas al ingresar a la Universidad, me imagino que eran muy altas…

“Para serte franco, la primera expectativa es que con suerte uno saliera de la carrera con el título. Yo fui siempre bien inquietoy cuando estudiaba Medicina, yo era mecánico. Una de las fases de mi vida que fue muy hermosa, que destaco y que me dio muchas herramientas para tener autonomía. Siempre me cargó pedirles plata a mis papás y no soportaba vivir de una mesada. La frase ‘que me den’ es una frase que me producía urticaria. Entonces con un amigo, que fue mi compañero y mi socio, el Dr. Luis Zapata, arreglábamos autos en la calle y en ese entonces los autos de nuestros profesores de la Universidad.

Fuimos autodidactas totales. Cuando terminábamos las prácticas, en vez de andar en trifulcas estudiantiles y en las peñas, nos íbamos a trabajar toda la noche en un boliche en Lorenzo Arenas. En los talleres nos ayudaban otros mecánicos y los vendedores de repuestos, los representantes de las marcas de los autos nos pasaban los catálogos que eran secretos. Recibimos tanta ayuda, que nos transformamos en rebuenos mecánicos, teníamos tanto prestigio que nuestra clientela eran todos los médicos. Y cuando nos recibimos se nos presentó la disyuntiva si seguíamos como médicos o mecánicos”.

Me imagino que este emprendimiento permanente se los inculcaba a sus estudiantes.

“Eso me encantaba. Yo hacía las clases a capella, me gustaba el pizarrón, llevar una radiografía de un paciente que estaba hospitalizado, o sea, casos reales y hacía un análisis estratégico. Cuando hacíamos la discusión de un caso clínico, no era otra cosa que una estrategia de una empresa, son iguales. En esta empresa ideamos una cosa que se ve en el hospital, que es la reunión anátomo clínica, que se hace cuando fallece un paciente. Cuando tenemos un fracaso de un negocio que no haya resultado hacemos un análisis estratégico y somos una empresa que estamos centrados en el éxito. Nos gusta hacer las cosas bien, pero cuando no han salido bien somos bien catárticos. Hay muchas cosas que hemos copiado de la actividad clínica a la actividad empresarial”.


Gonzalo Espinoza Díaz

 

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