“Primero vinieron a buscar a
los comunistas y no dije nada
porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no
dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas
y no dije nada porque
yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos
y no dije nada porque
yo era protestante.
Luego vinieron por mí, pero,
para entonces, ya no quedaba
nadie que dijera nada”.
El autor de este poema denominado “Cuando los nazis vinieron...”
fue Martin Niemöller
(1892-1984). Originalmente fue
parte de un sermón de Semana
Santa de 1946 en Kaiserslautern
(Alemania). Niemöller fue
encarcelado por los nazis entre
1937 y 1945. Wikipedia señala
que esta cita es erróneamente
atribuida al poeta y dramaturgo
Berthold Brecht (1989-1956).
Existen muchas versiones de
esta cita.
Toby O’Ryan señala en Wikipedia
que Niemöller y otros pastores
ya estaban solos cuando
fueron arrestados, pues las
iglesias protestantes se habían
rendido al gobierno nazi. Un
mensaje de esta cita es que, incluso
en situaciones extremas,
no hay que mantener silencio,
sino sumar personas para tratarde detener la persecución y
la violencia.
Durante la dictadura militar en
Chile (1973-1990) muchos más
debimos habernos sumado con
mayor coraje junto a los que
protestaban. Ahora en Chile
disfrutamos la democracia, la
que puede ser perfeccionada
para que sea socialmente más
incluyente. Esa es tarea de todos.
Pero, a la democracia hay
que cuidarla. Y en democracia
la violencia no tiene ninguna
justificación. Tampoco la violencia
anarquista, que es aquélla
promovida y practicada por
individuos para-sociales, quienes
reniegan de la sociedad en
la que viven y quieren destruirla
de cualquier manera. Una
forma de violencia política es el
atentado; el caso más extremo
es el asesinato. A los violentistas
no se les debe comprender,
sino identificar, aislar y castigar
con la legislación vigente.
En el último tiempo hemos sido
espectadores que en el Campus
Principal de nuestra universidad
muchas protestas estudiantiles
derivan en violencia,
atentados a personas y bienes,
inducidas por anarquistas, lo
que incluye a los autodenominados “luchadores sociales”.
¿Quién gana con esa violencia?
No ganan los estudiantes,
pues pierden clases; tampoco
gana nuestra Casa de Estudios,
pues se paralizan las actividades
docentes, administrativas
y de investigación. En rigor,
perdemos todos. Además, con
esa violencia sigue afectándose
la imagen de nuestra Universidad,
ese bien intangible
que tanto cuesta mantener.
A nuestra Universidad deberían
llegar cada año más y mejores
estudiantes. La violencia anarquista
ahuyenta. No debemos
ser espectadores de la violencia
político-social. A los violentos
anarquistas no se les debe
comprender. No quiero que
sea demasiado tarde para reclamar
por los atentados al interior
del Campus Principal.
¿Por qué debemos hacerlo, por
qué debemos sumar gente, por
qué debemos tener mayor coraje?
Porque el objetivo es que
no vuelvan a ocurrir más atentados.
A la democracia universitaria
también debemos cuidarla.
No quiero que esa violencia me
vuelva a tocar a mí, ni a ti, ni a
nadie.
Dr. Hugo Arancibia,
profesor titular, departamento de
Oceanografía de la UdeC