Puede parecer extraño, pero los odontólogos han estado
involucrándose crecientemente en el tratamiento
de problemas de sueño como los ronquidos y la apnea,
males que, según estudios, sufren entre el 30 y
el 50% de la población.
Este fue el tema presentado por la investigadora del
Hospital de la Escuela Dental de la Universidad de
Ghent (Bélgica), Miche De Meyer, en el Congreso
Científico de la facultad de Odontología, que se desarrolló
el viernes y sábado.
La académica señaló que la apnea y el ronquido tienen
importantes efectos en la salud de quienes padecen
de estas disfunciones del sueño (como la escasa
oxigenación de los órganos, generando incluso afecciones
cardíacas) y en el quehacer cotidiano, como
resultado de la falta de concentración que provoca el
mal dormir.
La tarea del odontólogo, en este caso, es ayudar a las
personas a respirar. De Meyer, explicó que el problema
tiene un origen anatómico. “Hay un mal posicionamiento
de la lengua con respecto a la pared posterior
de la laringe y esa obstrucción genera ronquidos y
apnea”. La solución es tratar de reposicionar la mandíbula,
llevándola hacia delante “para generar una
apertura de la vía aérea que, eventualmente va a disminuir
la intensidad y frecuencia del ronquido”.
Es una perspectiva nueva frente a tratamientos tradicionales
como la “aspiradora en reversa” que envía
aire hacia dentro en el momento que la persona deja
de respirar (desechada por la mayoría de los pacientes
por su incomodidad), la cirugía de úvula (que ha
demostrado ser poco efectiva), los intentos de “educar”
la posición de la lengua al dormir o ciertos dispositivos
elaborados con el mismo objetivo.
Los nuevos tratamientos, como señala la investigadora,
responden a un hecho no considerado hasta
ahora: que la lengua necesita un espacio vital dentro
de la lengua, “por anatomía necesita desplazarse hacia
delante”. Por ello es crítica de algunas rehabilitaciones
sobre implantes que, por defectos anatómicos
de la mandíbula o por la inclinación que adopte, pueden
llegar a reducir el espacio que requiere la lengua
“y en lugar de mejorar una función como la masticación
generen un problema en la respiración”.
De Meyer aclara que en esta área el trabajo se aborda
de manera interdisciplinaria, con equipos médicos,
y donde la diagnosis es absolutamente vital. Los tratamientos,
agrega, son absolutamente personales,
“no existe una receta general”, pues todo está asociado
a la frecuencia en que se produce la apnea en
cada paciente.
Junto a la investigadora belga, participaron en el encuentro
especialistas de Argentina, Perú, Holanda y
Estados Unidos, todos relacionados con instituciones
con las que la facultad de Odontología mantiene vínculos
de cooperación.
Para el decano, este Congreso, inserto en las celebraciones
del nonagésimo aniversario de la Universidad,
ha permitido contar con una visión global de lo
que se está haciendo en odontología en distintos países,
conociendo los últimos avances en la investigación
en diversas áreas.