Réquiem en la Casa del Arte

Como un modo de terminar con el tema del sufrimiento como documento, de ecualizar el dolor para darle un destino final, el artista Eduardo Martínez Bonati propone un Réquiem, exposición que deambula por los ejercicios de memoria, por la búsqueda dolorosa de la imagen simbólica, hasta llegar a desprenderse (dice él) de la historia dolorosa, de torturas, muertes y separaciones.

A través de gestos gráficos, Martínez Bonati delimita el territorio de la memoria colectiva, y recupera la visualidad del dolor como discurso ético y como acto de reparación simbólica.

En la Casa del Arte (hall del mural y sala Marta Colvin) se exhibe parte de esta exposición que fue concebida originalmente para el espacio mucho mayor de Matucana 100 en Santiago. Aquí, en el acceso al edificio, es posible encontrarse con 9 de las telas de la serie Réquiem, 2005, técnica mixta sobre tela de algodón y pigmentos orgánicos, que cuelgan sobre las cabezas de los espectadores y que fueron concebidas como envolventes rituales de esta muestra. “En el ritual, el réquiem es un canto de cariño, de amor, de calor, de despedida”. Esta serie, entonces, es más estética, menos violenta, recibiendo y envolviendo obra y visitante.

Ya en la sala interior aparecen dibujos realizados a ciegas, como el torturado a quien vendan los ojos, y otra serie en la que tiras de telas enrolladas forman la silueta corpórea de seres dolidos, impactados, agredidos.

La exposición se mantiene hasta diciembre en la Casa del Arte.

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