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  Nº 631 viernes 26 de septiembre de 2008

 

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•PERSONAJE

Miguel Darrigrande Menard, odontólogo
“Cuando vengo a la U me siento como en casa”

Uno de sus sueños es disminuir la brecha temporal que separa la aplicación de nuevas tecnologías entre el sector privado y el público.

Egresó el año 1974 y actualmente es el jefe del Servicio Dental del Hospital Regional de Copiapó y se encuentra de visita en Concepción en busca de experiencias que le ayuden a materializar su actual proyecto: sociabilizar la tecnología de los implantes dentales.

“Lo que es bueno para el sector privado, es bueno también para el sector público”, es una de las frases con la que busca ejemplificar su interés por masificar los adelantos tecnológicos, los cuales se mantienen disponibles para un público con el poder adquisitivo suficiente para costearlo y que deja a una amplia mayoría de la población, privada de ellos.

Uno de sus sueños es disminuir la brecha temporal que separa la aplicación de nuevas tecnologías entre el sector privado y el público, ya que en ocasiones tarda mucho tiempo para que los adelantos lleguen a los hospitales y la ciudadanía completa pueda acceder a ellos. Es por este motivo que viajó desde Copiapó, quería saber qué se estaba haciendo acá en materia de implantes dentales para pacientes que reciben atención pública.

¿Por qué escogió Concepción para recabar antecedentes?

Porque aquí me siento como en casa, me siento a gusto caminando por los pasillos de la Facultad. Además aprovecho de reencontrarme con gente que no veo hace años y que siempre es agradable volver a ver.

Acá me ha resultado todo muy sencillo y enriquecedor, ya que yo pensaba que esto de los implantes era algo que se me estaba ocurriendo a mí y aquí me di cuenta que hay personas que llevan bastante tiempo trabajando en esto, como por ejemplo el Dr. Francisco Marchesani, que junto a otros colegas han elaborado un proyecto que está listo y su puesta en marcha es cosa de tiempo.

¿Cómo surgió la opción de trabajar en el servicio público?

Oriundo de Ovalle llegó a Concepción luego de un fugaz paso por la Escuela de Derecho de la Universidad Católica en Santiago, un mes le bastó para darse cuenta que lo suyo no eran las leyes sino la odontología.

Egresó de la universidad en 1974 y de ahí fue enviado como general de zona al hospital de Pueblo Hundido, lo que hoy es Diego de Almagro, en la región de Atacama. Luego fue trasladado a Tierra Amarilla, a 16 km. de Copiapó, por lo que sus primeros años como profesional los vivió en zonas rurales, donde tuvo que hacer de todo un poco y aprender a salir del paso con los escasos recursos disponibles.

Fue por esos años cuando tomó la decisión de desempeñarse en el sector público, integrándose a la atención primaria en la municipalidad de Copiapó, lugar donde trabajó hasta 1994.

¿Cuál fue su participación gremial?

En los años en la Universidad tuvo acercamientos a la política, principalmente porque era una época en la cual la efervescencia impedía mantenerse al margen. Pero fue en el ejercicio de su profesión cuando comenzó a tener un activismo más directo.

“Fueron las circunstancias de la vida las que me llevaron participar en el gremio. Yo nunca me propuse eso como meta, sino que de repente te das cuenta que estás liderando equipos y que son los propios colegas los que te validan como dirigente”.

Cuando estaba en la atención primaria de la municipalidad de Copiapó, lideró un proceso de movilizaciones lo que le costó su puesto en diciembre de 1994. Pero a comienzos del año siguiente, fue llamado para ocupar un cargo en el Hospital Regional de Copiapó, lugar donde se desempeña hasta la fecha.

¿Cómo nace la inquietud por masificar los implantes dentales?

Porque me he dado cuenta que muchas personas a las cuales se les entrega una prótesis, no saben cómo manejarla y muchos la ocupan más en el velador que en donde corresponde. En cambio los implantes dentales son permanentes y más cómodos, y si hay personas que pueden gozar de esos beneficios, ¿por qué no lo puede hacer el total de la población?. Es que un tema monetario no puede marcar diferencias entre las personas en el ámbito de la salud, no pueden haber chilenos de primera, segunda o tercera categoría.

¿Con qué se queda de este viaje?

Bueno, me vuelvo a Copiapó con mucha información y muchas observaciones, pero en general vuelvo muy contento porque me di cuenta que hay más gente que está en la misma sintonía, trabajando por los mismos objetivos; me di cuenta que no estoy solo en esto.

Mis jefes en Copiapó no me quisieron dar ni permiso ni recursos para venir, por lo que tuve que pedir vacaciones y correr con los gastos, pero ahora voy a llegar a contarles lo bien que me fue, que mis ideas no son tan descabelladas y que hay gente trabajando al respecto.

¿Cuándo piensa volver a Concepción?

El proyecto en el que está trabajando el Dr. Marchesani y en el cual hay comprometidos recursos del AUGE, debiera ponerse en marcha los primeros meses del próximo año y consiste en instalar implantes a adultos mayores sobre los 60 años; entonces ahí vendré a observar y a empaparme con más experiencias, para luego ponerme a trabajar de lleno en Copiapó.

Darío Cuéllar
Estudiante en práctica

 


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