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  Nº 630 miércoles 3 de septiembre de 2008

 

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Me vanaglorio de mi procedencia académica

Ex alumno de la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales accede a la entrevista, no sin antes reiterar el bajo perfil necesario en el trabajo, que en algunas ocasiones ha sido roto de manera drástica.

El oficio de conservador es importante, ajeno a la persona que lo cumple, advierte con sencillez el abogado Kamel Saquel Zaror (tres hijos, una nieta), desde hace una década el Conservador de Bienes Raíces de Santiago, en el área Interdicciones y Prohibiciones de Enajenar, que atiende junto a otros dos colegas de la misma nominación.

Ex alumno de la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales accede a la entrevista, no sin antes reiterar el bajo perfil necesario en el trabajo, que en algunas ocasiones ha sido roto de manera drástica. En su oficina amoblada y adornada con gusto -incluyendo obras de arte, entre las que se incluyen las de su hija Carolina, que se recibió de abogada, pero que optó por el arte y vive en París- ocupa lugar destacado el banderín del Club Deportivo de la Universidad “No es que estuviera preparado para ustedes, siempre está allí”, explica quien es socio desde la primera hora y con sus cuotas al día. No podía ser de otro modo, por parte de quien jugó fútbol como estudiante.

El oficio de Conservador es del funcionario público mejor remunerado de Chile.

Eso es así. Tampoco se trata de las cifras gigantes que se han lanzado al tapete. Ganamos, pero a su vez nos autofinanciamos. No le costamos un peso al Estado y somos grandes contribuyentes. Operamos como una empresa privada y nuestra ligazón con lo público se da a través de la fiscalización y el control que el Poder Judicial ejerce sobre nuestra tarea. Nuestro personal se rige por el Código del Trabajo. En este Conservador trabajan 450 personas.

Observo gran cantidad de personas requiriendo servicios en el Conservador, ¿siempre es así?

Ésta es una conservaduría grande, atiende a Santiago y gran parte de la Región Metropolitana. Es importante porque está aquí la historia de la propiedad, la seguridad y la certeza jurídica. Fue el propio Andrés Bello quien creó la institución que data de hace 160 años. La tarea del conservador impulsa y colabora al desarrollo a través del sistema hipotecario, guardando las garantías que ofrecen los inmuebles. Evidentemente cada vez más gente requiere los servicios, en la misma medida que crece la población y la construcción. En mi caso llevo también un registro especial de prenda agraria e industrial.

Una institución antigua obviamente ¿requiere modernizarse?

Es necesario modernizar e invertir en ello para adecuarla a los tiempos y en eso estamos. Por lo pronto se nos ubica como uno de los mejores sistemas de Iberoamérica.

¿Por qué estudió en la U.?

Soy un alumno orgulloso de la U. Me vanaglorio con gusto de mi procedencia académica, especialmente ahora que la oferta es amplia y variada. En mis años esto no era así. Yo nací en Linares, me crié en Curacautín, estudié en la escuela pública de Victoria y terminé en el Liceo Enrique Molina de Concepción. De ahí mi paso a la Universidad fue corto, dada mi afinidad con el área humanística.

¿Cómo fueron esos años?

La etapa más feliz de mi vida. Cuando voy a Concepción la vuelta por el circuito antiguo del Barrio es impostergable. Me provoca una nostalgia agridulce, porque es la mezcla de un pasado hermoso que no se volverá a vivir. Mi vida como alumno transcurrió frente a profesores de cátedras fundamentales y con gran renombre Ramón Domínguez Benavente, Avelino León Hurtado, Raúl Vergara, Humberto Enríquez Fröedden. Tuve un curso conformado por gente como la ministra María Eugenia González; la fiscal Gladys Lagos; Maité Bazán, Luis Carrasco, Renato Maturana; Tito Jara, Aníbal Bórquez, Fernando Jiménez y Hernán Jiménez, entre otros. Paralelamente jugué fútbol, también básquetbol, me puse la camiseta de la U. en torneos interfacultades y regionales. La política activa no fue lo mío. De la Universidad es también mi ex esposa, Inés Martínez Enríquez, actual ministra de la Corte de Apelaciones de San Miguel, aunque ella entró a estudiar cuando yo ya egresaba.

¿Cuándo empieza a trabajar?

Soy de la generación que egresa el 59 y el 60 no pude hacer gran cosa por el terremoto del 21 de mayo, cuando se suspenden las actividades. Vuelvo a Curacautín, hago algunos trabajos y regreso a recibirme. Ingresé en 1967 a Corfo como abogado. Trabajé en diferentes ciudades como Valdivia, Puerto Montt, Chiloé y terminé como subgerente de Comercialización de Corfo. Cuando se crearon notarías en forma masiva, el 79 postulo a serlo y me desempeño como notario en San Miguel y en Santiago. Es decir, a través del notariado llego a ser Conservador.

Llama la atención que una persona de regiones, sin ligazones familiares con el Poder Judicial, acceda a este cargo. Estamos más habituados a lo contrario.

Creo que ése es un punto a favor de quienes nos hemos dedicado a una función tras una trayectoria y a quienes se nos reconoce de alguna manera el trabajo profesional, con suerte claro está, pero también por méritos.

¿Qué mirada tiene de la U. hoy?

Tengo una permanente impresión de excelencia, pese a la lejanía física, sigo constatando que está a la par de las mejores de Santiago y del país.

Mónica Silva Andrade

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