Treinta y cinco años de prensa en las venas

Con 35 años de experiencia, el fotógrafo del Diario La Tercera es el personaje más conocido y destacado entre los profesionales de los medios de comunicación penquistas. Habla de su paso por la Universidad de Concepción en la década del 70 y recapitula una etapa complicada en la historia de nuestro país.

El 1 de mayo de 2008, cuando los trabajadores celebraron su día, Alipio Ortega Alarcón cumplió 60 años. ¿Evidentes a la primera impresión? No tanto, pues a pesar de las abundantes canas, los surcos en la piel y las vueltas de su vida, al patriarca de los reporteros gráficos locales le brilla la mirada y se le ensancha la sonrisa con facilidad. Pareciera como si éste ya abuelo aún no perdiera la capacidad de asombro, la misma que le provoca mariposas en el estómago cuando corre tras la noticia y capta con su lente hasta la imagen más escurridiza, que hoy puede ser un sudoroso triunfo deportivo y mañana el frío rostro de la muerte.

Padre de Raquel y Javiera, cada día se da el tiempo para disfrutar a su nieta Isidora, a quien ha eternizado en más de dos mil fotos.

Ha perpetuado imágenes para los diarios La Nación, El Sur, El Mercurio, Las Últimas Noticias y hoy se desempeña en La Tercera. Integró el jurado del último Concurso Nacional de Fotografía de Prensa. Alipio, un luchador de las reivindicaciones sociales, titulado de la Universidad de Concepción.

¿Cómo recuerda su primera etapa en la Universidad?

Interesante. Teníamos mucho debate político, bastante compañerismo y las diferencias no pasaban más allá de las discusiones del momento. Nada de violencia. Teníamos fundamentos para justificar nuestra lucha social. Existían varios grupos como el MUI (Movimiento Universitario de Izquierda), la Brigada Universitaria Socialista, los comunistas. En el otro bloque estaban los de la Democracia Cristiana y nacionalistas. Hasta antes del golpe había varios puntos de vista que se podían expresar sin mayores problemas porque en el fondo éramos todos amigos.

¿Alguna crítica a las actuales generaciones?

En aquel tiempo la gente conocía muy bien la razón de su lucha. Ahora, en cambio, gran parte de los jóvenes salen a tirar piedras y no son capaces de entregar un fundamento de peso que justifique su actuar.

Usted retomó sus estudios de Periodismo en 1993.

De los 19 que volvimos en esa fecha había varios que se desempeñaban en puestos altos sin haber obtenido el título, como Reinaldo Neira (Diario Austral) o Patricia Salinas (Radio Reloncaví), lo que motivó nuestro retorno a la Universidad.  De los nuevos docentes recuerdo a Hernán Álvez y Alfredo Barría. Si bien con los más noveles los diálogos eran escasos, siempre nos trataron bien y nos respetaron mucho y con los compañeros de mi generación compartíamos los almuerzos.

Usted lleva 35 años dedicado a la fotografía y sigue vigente.

Yo empecé a cumplir funciones de fotógrafo para ganarme la vida. Si presentaba en mi currículum que tuve un paso por Periodismo en la Universidad de Concepción me desfavorecía porque éramos considerados políticamente peligrosos. Siempre fue necesario exigirme mucho para estar en el lado de los ganadores. Los cambios nunca han sido problema para mí, porque siempre he tenido buena disposición para todo. Además, a pesar de los adelantos tecnológicos que han masificado la fotografía en el último tiempo, hay aspectos que siguen siendo preponderantes como estar en el lugar preciso y cumplir al máximo con las tareas encomendadas por los superiores. Y uno como corresponsal no tiene horarios ni mucho descanso, entonces siempre hay que jugársela al máximo.

Es común verlo rodeado de muchos periodistas y fotógrafos jóvenes.

Sí. También he aprendido bastante de la nueva generación de fotógrafos de Concepción como Carlos Acuña (El Diario de Concepción), Rolando Oyarzún (El Mercurio) o Claudio Cánovas (Periodistas Asociados). En un principio algo sabía de computación, pero al estar mirándolos me fui perfeccionando y así lograr estar a la altura de los requerimientos de la fotografía actual.

¿Qué le ha entregado usted a las nuevas generaciones de fotógrafos?

Yo manejaba muy bien los tiempos y la perspectiva de la fotografía. Cuando llegábamos a un hecho noticioso yo les recomendaba la mejor ubicación y les advertía de los riesgos que había en algunas protestas o manifestaciones.

¿Cómo fue su paso de la fotografía tradicional a la digital?

Lo mejor es que se gana mucho tiempo. Antes se tomaba la fotografía, luego se desarrollaba, digitalizaba y posteriormente se enviaba a través de una máquina (Lifax) al diario en Santiago. Fácil eran dos horas en el proceso. Ahora toda esa labor se puede hacer en un par de minutos.

Se dice que el trabajo en prensa insensibiliza a los profesionales. ¿Qué situaciones aún lo impactan?

Los accidentes grandes siempre me afectan. Ver a los familiares de las víctimas esperando para conocer información de su gente, es algo que llega. También me ha tocado asistir a un accidente y encontrarme con personas conocidas, eso también choca. Tampoco olvido la tragedia de Playa Negra en 1986, donde perecieron 18 personas, el rostro de los muertos era como si estuvieran descansando.

¿Qué debe saber una persona que ingresará por primera vez a un medio de comunicación?

Siempre debe estar informado de todos los temas. La culturización debe ser permanente porque es clave para el éxito de una buena nota. Es necesario tener una vaga idea, al menos, de lo que se va a hacer. El periodista y el fotógrafo o camarógrafo, según sea el caso, tienen que comunicarse permanentemente para que ambos tomen el mismo camino.

Por último, ¿cuál es hoy su perspectiva de la Universidad de Concepción?

Es lejos la más prestigiosa de la zona. En mi época el norte de cualquiera era ingresar a la Universidad de Concepción y el que lograba llegar asumía un estatus de una persona de bien.

Juan Oliva
Periodista

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