Liderando una investigación de punta para derrotar el cáncer
Un capítulo inolvidable en mi vida
Tuve todas las facilidades para pensar y cuestionar el mundo que nos rodeaba.
Su trayectoria profesional y sus merecimientos, aparte de su extenso curriculum pueden hacer que su Alma Mater pase inadvertida. El bioquímico de la Universidad de Concepción, Luis Burzio Eriz(casado, dos hijos, cuatro nietos) fue candidato el 2006 al Premio Nacional de Ciencias Aplicadas. El año 2004 ganó el afamado premio Pasteur. El Director Científico de la empresa biotecnológica, BiosChile, es un destacado académico e investigador que regresó al país luego de largos años de trabajo en Estados Unidos, Alemania y Japón.
Como ex alumno que se precie y para integrarse a los festejos de los 50 años de la carrera de Bioquímica, tiene marcados en su agenda los días 15 y 16 de noviembre próximo, fecha del simposio de celebración en Concepción “quiero irme antes para comerme un mariscal en el mercado” confiesa coloquialmente.
Lidera un estudio que podría dar como resultado la cura para el Cáncer.
¿Cómo vive en lo personal un trabajo de tanta significación?
Siempre le digo a mi equipo que estamos ante un trabajo desafiante y también preocupante. Tenemos una responsabilidad social en el desarrollo de las terapias reales. Cuando recibimos el Premio Pasteur tomamos mayor conciencia aún. Tras aparecer nuestra investigación en primera página de un diario nacional, la cantidad de mensajes recibidos fue impactante. Cientos de correos y llamados daban cuenta de las esperanzas puestas en aquello que estamos haciendo y estudiando.
¿En qué consiste exactamente?
En un buen ejemplo de cómo se puede investigar a partir de la ciencia básica pura, sin intereses comerciales. A partir de la espermatogénesis trabajamos en moléculas que descubrimos, extrañas, difíciles, que se presentan como blanco para diagnóstico y terapia de esta enfermedad. Al poco andar pudimos diferenciar fácilmente una célula normal de una tumoral. Fácil porque no se requiere tecnología sofisticada y porque el comportamiento de esta molécula es universal. Independiente de la evolución del tumor, reciente o avanzado. Los cambios que ocurren son idénticos.
¿Qué viene a continuación?
Podemos contribuir al diagnóstico precoz por la familia de moléculas que puede predecir el desarrollo del tumor o de una célula pretumoral que está en proceso de desarrollo. Actualmente hay muchos cambios en la célula, pero cuando ya es tumor. En cuanto a la terapia puede ser potente si inducimos y destruimos esta célula tumoral. Lo bello es que cuando se induce la destrucción de estas moléculas, muere la célula tumoral, pero la normal se mantiene intacta. Actualmente estamos en una etapa de investigación conjunta con laboratorios de Sao Paulo y San Francisco, Estados Unidos.
¿Por qué vino a estudiar a Concepción?
Mis padres vivían en Chillán, pero yo estudiaba interno en Concepción. Fui buen alumno en matemática, física, idiomas. Me gustaba la astronomía, tanto que me construí un telescopio con mis propias manos y casi me mato cuando se desarmó en plena observación. Quise estudiar Medicina, Odontología, Ingeniería Química y alguien me habló de Bioquímica, profesión que yo desconocía. Mis años universitarios constituyen un capítulo inolvidable en mi vida. Tuve todas las facilidades para pensar y cuestionar el mundo que nos rodeaba.
¿Dónde parte su trabajo científico?
En la Universidad Austral de Valdivia que recién formaba la Facultad de Medicina; con Manuel Krauskopf, colega, amigo y compadre mío nos desempeñamos allí. Volví a Concepción por breve tiempo y me fui a Estados Unidos. Me doctoré en Biología Molecular y seguí por diez años trabajando en la Universidad Rockefeller de Nueva York, un plantel pequeño que nació de un Instituto de Investigaciones Médicas, con el respaldo de la fortuna de la familia norteamericana. Pequeña porque había 60 alumnos y 200 profesores. De estos últimos la mayoría eran Premios Nobel. Tan mal no lo hice, por el tiempo que estuve y porque cuando decidí venirme la propia universidad me proveyó de fondos para seguir investigando acá.
¿Sus campos de estudios son variados?
En algún momento, en Chile, trabajé en el área de la biología marina e hicimos un trabajo que causó revuelo y fue muy bien acogido por la comunidad científica internacional. Frente a la necesidad de reproducir las especies marinas, en peligro de desaparecer por el exceso de explotación, descubrimos cómo se pegaban los choros a las rocas.
¿Contra viento y marea?
La sustancia fue acuñada como pegotina y es una proteína con un enorme poder adhesivo, con gran uso en medicina especialmente para suturar heridas y en procedimientos diagnósticos. Fue un descubrimiento que patentamos debidamente, porque patentar la investigación es algo fundamental. En Estados Unidos se conoce como pegotime.
¿En BiosChile tienen políticas originales de extensión de la ciencia?
Tenemos unos cursos de Ingeniería Genética para líderes de opinión. ¿Cuál es la idea? Que gente con poder de decisión tenga clara la película respecto a la importancia del desarrollo científico, por ejemplo, en el rubro exportador. Es un curso breve, bien planificado que lleva ya varias versiones en que los asistentes aprenden a aislar un gen y hacer un transgénico, es decir, identificar el gen, copiarlo e introducirlo en otra célula.
¿Qué les dice a los alumnos que se inician en el estudio de la bioquímica?
El gran desafío es que aprendan , no a informarse, sino a pensar. Porque informarse, como quien abre la carpeta del computador puede resultar muy aburrido y poco estimulante, pero a pensar los problemas, a definirlos, a anticiparlos, a innovar y a aportar en temas claves, eso es estimulante. A todos mis alumnos de pre y posgrado les digo lo mismo. No sé si tengo acogida.
(Mónica Silva Andrade)
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