Hoy, en gran parte del mundo y también a nivel de las prioridades gubernamentales en Chile, se habla de fomentar el emprendimiento. ¿Porqué el tema es de actualidad? ¿Qué se quiere decir y de qué se trata realmente?

Dilucidar estos temas es crucial si realmente se quieren diseñar políticas e impulsar medidas concretas que permitan alcanzar resultados de verdadero impacto para el desarrollo del país.

Por una parte, es verdad que los cambios en el sistema productivo y en la realidad de las grandes empresas sugieren que el desarrollo económico como la generación de empleo están más ligados al surgimiento de nuevas empresas dinámicas como producto de la iniciativa de los emprendedores.

Diversos estudios internacionales respaldan esta afirmación. Por ello, en muchos países se sugieren medidas vinculadas a facilitar la creación y el desarrollo de micro y pequeñas empresas que van desde la facilitación de trámites (ventanilla única, por ejemplo) hasta la necesidad de financiamientos semilla.

Paralelamente, sin embargo, no siempre se pone el acento en la necesidad imperativa de preparar y fortalecer la formación de emprendedores o sea, de las personas capaces de desarrollar dichos emprendimientos. Ello pone en cuestión nuestro sistema educacional y más allá nuestra cultura.

Para el caso de la educación superior y, en particular las universidades, los recientes procesos de acreditación que han permitido recoger la impresión de los principales empleadores de nuestros egresados confirman lo que otros estudios venían planteando desde hace un tiempo: la educación no está adaptada al tipo de profesional y ciudadano que la nueva sociedad del siglo XXI ya en marcha reclama y necesita.

Los profesionales, en general, carecen de competencias que, más allá de lo disciplinar, interesan hoy al empleador. Debemos modificar de manera urgente nuestra educación superior –y por supuesto y con mayor razón nuestro sistema escolar– formando profesionales entrenados en el desarrollo de proyectos, con autoconocimiento y autoestima, capaces de apreciar y valorar el trabajo interdisciplinario y el trabajo en equipo y la constitución de redes.

Lo anterior implica, nuevos profesores y nuevas herramientas pedagógicas centradas en el aprendizaje y no más en el viejo paradigma de la enseñanza. Docentes motivados y creativos con voluntad de innovar y no de hacer más de lo mismo; una educación de calidad, sí, pero también una educación cada vez más pertinente.

Hablamos de nuevos profesionales emprendedores motivados y capacitados para desarrollar negocios nuevos en todas las dimensiones del quehacer profesional iniciando auto emprendimientos o bien de profesionales que ingresarán al mundo del trabajo como empleados pero de nuevo cuño: proactivos, creativos, innovadores, es decir, intraemprendedores.

Hablamos, entonces, de un fenómeno económico productivo ciertamente, pero mucho más de un proceso de desarrollo personal y de cambio cultural. Emprender está así más relacionado con el tipo de personas que preparamos que con las políticas y las regulaciones. Estimular el autoconocimiento y la creatividad son pilares básicos de la formación de emprendedores y sin emprendedores no habrá emprendimiento. ¡Nada más y nada menos que de eso estamos hablando!

Dr. Pedro Vera Castillo, director del Programa de Fomento y Desarrollo del Emprendimiento (EMPRENDO).